El asesor, mas gavilán que paloma


No es una buena noticia que el juez español, Baltazár Garzón asesore al gobierno boliviano en el diseño de la reforma judicial como lo confirma el presidente de la Cámara de Diputados Héctor Arce. Existen muchos dobleces en su personalidad que generan dudas razonables y que dan la pauta de que no se trata de ese humanista y paladín de la justicia que algunos creen.

imageEn Madrid. El viceministro Wilfredo Chávez; la presidenta de la Comisión de Justicia, diputada Cecilia Ayllón; Juez Baltazar Garzón y el presidente de la Cámara de Diputados, Héctor Arce. (foto AID/ABI)

Lo que se sabe de Garzón es lo más evidente: que logró que el ex dictador chileno Augusto Pinochet este detenido, así sea por un tiempo, en Londres. Se le conoce también su excesiva permeabilidad a la propaganda y a la figuración pública; se dice que haría cualquier cosa por estar siempre en las primeras planas.



Muchos afirman que el pedido de captura en contra de Pinochet estuvo motivado, principalmente por este afán de protagonismo que en el caso de Garzón al parecer linda con lo patológico. Se trato de un show, afirman sus críticos, porque el juez español sabía que su pedido no podía prosperar debido a cuestiones políticas, entre ellas el abierto apoyo que brindó Pinochet a Gran Bretaña durante la guerra de las Malvinas. Tuvieron mucho de razón, el ex dictador chileno no pudo purgar sus crímenes en la cárcel como lo tenía bien merecido y murió como un venerable patriarca acompañado de su familia.

Pero es evidente que Garzón quería estar en todas e intentó enjuiciar al presidente italiano, Silvio Berlusconi y ordenó la captura de Osama Bin Laden, dos aspectos que estaban muy por encima de sus posibilidades reales pero que le servían para figurar en los medios de comunicación internacionales.

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Existen otras facetas del juez Baltazár Garzón que no son muy conocidas pero que están contenidas en un libro que no tiene desperdicio. Se trata de “Garzón: la otra cara” del investigador español Pepe Rei en el que se desmenuza minuciosamente la persona del supuesto defensor de los derechos humanos y nos muestra la otra cara, esa más truculenta y siniestra de una persona que gusta unir su nombre a los titulares espectaculares.

El autor del libro no es muy amable con Garzón y lo acusa de ampararse en leyes excepcionales para privar de su fuente de trabajo a cientos de obreros en el país vasco, cerrar medios de comunicación y, cáiganse de espaldas, promover la tortura contra ciudadanos vascos. “El general chileno producía arcadas con solo pronunciar su nombre pero Garzón también”, indica Rei y afirma que el juez era la persona menos indicada para perseguir a alguien por la violación de los derechos humanos.

En el libro se menciona un artículo del periódico español El País, en el cual Piero Roccini, psicoanalista del parlamento italiano, menciona la “fuerte motivación, casi agresiva que Garzón tiene por el poder”. Entre las fuentes del libro se incluye a Javier Gómez de Liaño, un ex amigo de Garzón y a quien describe como embriagado por la envidia, vanidad y la soberbia y como una persona que tiene al beneficio personal como única noción de justicia.

Sería muy largo enumerar todas las descripciones que se hacen de Baltazár Garzón en el libro pero después de leerlo se puede decir que su asesoramiento para reformar el sistema judicial boliviano debiera ser motivo de preocupación por los antecedentes mencionados y por las razones que inducen a los masistas a buscar la «orientación» del famoso juez.

Garzón fue suspendido en la Audiencia Nacional por su intención de investigar los crímenes cometidos durante la Guerra Civil Española, pero solo por el bando nacional. Del lado republicano no hay que hablar, lo que muestra lo sesgado de su propósito.

Sin embargo hay que recordar que los españoles transitaron de la dictadura hacia la democracia sin mayores sobresaltos y el instrumento para ello fue el Pacto de la Moncloa al que se adhirieron todos los partidos políticos y que Garzón quiere desconocer, por su visión sectaria de los acontecimientos y por su afán de protagonismo.

Si nos atenemos a esas versiones es probable que haya aceptado asesorar al gobierno de Evo y al MAS calculando el rédito político y la publicidad que ello le otorgará, sobre todo en estos tiempos que confronta graves cuestionamientos dentro y fuera de España y necesita refrescar su imagen buscando nuevas «batallas».