El Estado Plurinacional no fue pensado para otros que no sean los aymaras que ya muestran su visión excluyente alentados desde el gobierno.
Evo Morales al posesionar a las autoridades indígenas del departamento de La Paz en un ritual ancestral, declaró a los aymaras como los dueños de la histórica plaza Murillo y de la sede de gobierno. (foto Efe)
El MAS fomenta el racismo a despecho de todo el discurso que ha elaborado para el consumo de algunos incautos. Es que el racismo es la coartada que le permite operativizar su proyecto político que si tiene una esencia absolutamente excluyente. Dentro la “lógica” que ha construido, es “racista” todo aquel que se oponga a sus intenciones de establecer una hegemonía aymara.
Sin duda el racismo es una de las actitudes más repudiables. En nombre de una raza supuestamente superior o poseedora de todas las virtudes se cometieron los más grandes crímenes en la historia de la humanidad.
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No podemos decir que este problema ha desaparecido o que existan visos de que vaya a desaparecer a corto plazo. Lo que si podemos decir es que ha surgido una conciencia cada vez más fuerte respecto a lo pernicioso que resulta el racismo. Han surgido también (y muy lamentablemente) algunos grupos que se han percatado que la instrumentalización de este problema puede dar muy buenos réditos políticos.
Una vez que el concepto de clase social, esencial en la ideología marxista, no produjo los efectos que teóricamente debían esperarse se decidió ensayar con el criterio étnico proponiendo una supuesta revalorización y rescate de culturas ancestrales y originarias. Hasta ahí todo podría parecer justo o muy inocente pero ocurre que en este intento, paradójicamente, se esgrime un discurso racista: el aymara es la suma de todas las virtudes y para resarcirse de más de 500 años de opresión debe tener el control total y absoluto del “Estado Plurinacional”. A los restantes grupos no les queda otra que subordinarse.
Los diferentes discursos escuchados con motivo del año nuevo aymara tienen precisamente ese sentido: tornar en hegemónico a ese grupo étnico y esa intención no puede ser disfrazada con el rápido cambio de denominación por el de “año nuevo andino amazónico”, un criterio que no resiste ni el más superficial análisis antropológico.
Esta situación no podía pasar desapercibida por los grupos étnicos del oriente boliviano que ven como se mantiene la exclusión de siempre teniendo esta vez como eje dominante a un grupo aymara detrás de los cuales actúan los mismos blancoides de siempre que si han mostrado mucha habilidad para cambiar su discurso de “izquierdista” a indigenista, con fuertes matices racistas.
El discurso masista a estas alturas ya está bastante desportillado y la impostura se hace cada vez más evidente. Prometieron a los indígenas del oriente algo que no podían darles por la sencilla razón de que el tan mentado “Estado Plurinacional” no fue pensado para ellos. El eje de ese “Estado” son los aymaras que ya están mostrando su visión excluyente.
Las acusaciones y descalificaciones de funcionarios y parlamentarios del oficialismo contra los indígenas del oriente que marchan para se les reconozca una real autonomía tienen claro tinte racista. Se les quiere decir que no son capaces de luchar por sus reivindicaciones si es que no son manejados por alguien, en este caso la estadounidense USAID. Según el gobierno los únicos que tienen clara la película (porque actúan a la voz de mando de Evo) son los aymaras y por tanto tienen el derecho de constituirse en la nueva casta dominante.