Reglamento para ampliar el rebaño

Han sacado del sombrero un proyecto de “reglamento de ética” para eliminar cualquier vestigio opositor, por mínimo, testimonial o simbólico que sea.

imageFoto. La bancada del MAS ¿diputados u «ovejas»?

Está claro. El MAS quiere una oposición que tenga un función nada más que decorativa, que se limite a legitimar con su presencia todas las acciones oficialistas. El “reglamento de ética” que pretende aprobar el oficialismo en la Cámara de Diputados busca precisamente eso: tener una oposición que diga amén a todo lo que diga el MAS, que agache la cabeza ante cualquier abuso y que siempre esté dispuesta a ofrecer la otra mejilla.



Resulta en extremo paradójico que sea precisamente el MAS que exija una conducta ética en el relacionamiento entre los diputados. Todavía están en la memoria los “cercos” al recinto parlamentario, los cuales el propio presidente Evo Morales ha pedido que se reediten contra los concejos municipales, que como el de Cochabamba, no han caído en manos de su partido.

Tampoco era ético comprar dos senadores suplentes para, luego de impedir por la fuerza la presencia de los titulares, aprobar una “Ley de Reconducción Comunitaria” que contenía tal cantidad de barbaridades que el propio MAS ha preferido dejarla en el olvido.

No es ético de igual manera que turbas alentadas por las “organizaciones sociales” golpeen a una diputada en la misma puerta del Parlamento y luego digan que solo se trató de una justa reacción popular.

Pero no se trata solo de las agresiones contra la oposición. Debemos recordar también la venta de avales que involucró a varios parlamentarios masistas y como era de esperar fue tapada por el piadoso manto del olvido, una actitud recurrente cuando los involucrados son militantes del partido del presidente Evo Morales.

Como vemos, todos los antecedentes no muestran al MAS como el mejor promotor de normas de conducta éticas. En realidad de lo que se trata es de amordazar totalmente a una oposición ya reducida y débil que no tiene otro recurso que hacer algo de bulla en las sesiones o denunciar los atropellos del oficialismo ante los medios de comunicación.

Mediante este código de ética se considerará como una expresión de “racismo” cualquier intento de oponerse a las iniciativas oficialistas, criticar o fiscalizar al gobierno o al presidente del Estado Plurinacional y también abandonar las filas del MAS y declararse independiente daría lugar a la suspensión inmediata y perdida de mandato del asambleísta que incurriera en semejantes «crímenes de lesa humanidad».

Sin embargo el «draconiano» reglamento no lo es tanto cuando se refiere a actos de corrupción en la administración pública, allí la sanción es la suspensión temporal del diputado; realmente los masistas saben curarse en sano.

En los hechos el argumento del «racismo» ya está siendo aplicado sin que exista ese código o reglamento de ética. Es muy llamativo que los asambleistas masistas con Hector Arce a la cabeza, acudan de manera permanente al expediente de acusar de “racistas” por cualquier motivo a los opositores pero luego, saliendo del edificio del parlamento, cambien sus coloridos y autóctonos trajes por chamarras más discretas, zapatillas deportivas de marca o «neoliberales» ternos para asistir a sus compromisos sociales.

En suma, el “reglamento de ética” no es más que otra coartada, un nuevo engranaje en ese mecanismo que está instalando el MAS para eliminar cualquier disidencia o vestigio opositor, por mínimo, testimonial o simbólico que sea. En este proceso las apariencias importan cada vez menos y como dijo una diputada cruceña «lo que se quiere es amordazar nuestras voces, se nos pretende expulsar de este poder del Estado por no ser ovejas».