El tema marítimo, otro asunto que el gobierno intentó manejar con efecto publicitario pero Chile se encargó de aclarar las cosas para los bolivianos.
Evo Morales y Sebastián Piñera, compañeros de equipo, solo en el fútbol. En la foto durante un partido en la capital chilena el pasado mes de marzo. (foto Reuters)
La recuperación de la cualidad marítima boliviana con soberanía jamás estuvo incluida en la tan mentada “agenda de trece puntos” entre Chile y Bolivia. El tema marítimo fue otro de los aspectos en los que el gobierno de Evo Morales intentó obtener un efecto publicitario pero como ocurre siempre, Chile se encargó de aclarar las cosas y ponerlas en su lugar.
Sucede que la cuestión marítima está mencionada dentro de la agenda de 13 puntos de la que tanto se jacta el MAS. Estuvo incluida también en otras agendas desarrolladas por anteriores gobiernos y no nos vengan a decir que están descubriendo la fórmula del agua tibia.
Sin embargo es necesario establecer cual es la visión que tienen Bolivia y Chile sobre el tema en cuestión. Chile se ha mostrado siempre muy proclive a tratar el tema marítimo pero según sus términos. Esto significa que puede dar facilidades de acceso, libre tránsito pero siempre han remarcado que de soberanía nada. Esta situación no cambió en lo más mínimo durante el gobierno de la socialista Michelle Bachelet y tampoco cambiará durante el del «neoliberal» Sebastián Piñera.
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La propaganda oficialista pretendía mostrar a una Bachellet que encandilada por los encantos del presidente indígena y al influjo de una “diplomacia de los pueblos”, podría avenirse a negociar una salida soberana al mar para Bolivia, pero todo fue cuento, uno más de los que nos está produciendo severos síntomas de intoxicación.
En esta materia no se puede pedir mayor claridad a Chile. La política portaliana al respecto no deja margen a dudas y esta se aplica de manera independiente si en el gobierno está Augusto Pinochet o Michelle Bachelet.
Pero como siempre el cojo le echa la culpa al empedrado y como ocurre cuando los espejismos se van diluyendo se acude, como el cónsul general en Chile, Walker San Miguel, al desprestigiado expediente de acusar a los opositores de pretender poner piedras en el camino gubernamental y generar problemas con el vecino país, no otra cosa cosa significa hablar de «terceros» que estarían entorpeciendo el dialogo bilateral, cuando esta claro que el asunto no solo no avanza sino que retrocede por la pésima gestión de los «diplomaticos» masistas.
Pero además ocurre que no son los opositores los que se quedaron callados sino el canciller David Choquehuanca cuando su colega chileno le dijo nones a la soberanía durante la asamblea de la OEA realizada recientemente en Lima y cuándo el vicepresidente García Linera en su visita a Santiago recibió similar comentario del presidente Piñera y lo guardó en secreto hasta que el asunto fue destapado por funcionarios del gobierno chileno.
En el tema marítimo, como en otras cuestiones, se generaron expectativas artificiales; lo que pasaba en corrillos era muy distinto a lo que se decía públicamente. Ocurre que de acuerdo a la constitución vigente, la solución del problema marítimo debe contemplar, necesariamente, la soberanía.
Encarar el problema de otra forma puede significar una traición a la patria, figura que también está incluida en la constitución. No se debe olvidar que el mar es también un recurso que no puede ser enajenado.
Es claro que al gobierno de Morales se le está haciendo difícil moverse dentro de los términos de su propia constitución pero deberá aprender a hacerlo, particularmente en lo que se refiere a la cuestión marítima. No debe olvidarse que siempre llega el momento de rendir cuentas y esto vale también para el canciller indígena que por ahora se ríe de las interpelaciones de los legisladores bolivianos.