El mensaje de Olorio


La Policía Nacional nunca fue una taza de leche pero el último tiempo las cosas se han agravado dentro de la institución debido, entre otras cosas, a la injerencia política del gobierno en la institución. Desde que se hizo cargo de la comandancia el general Oscar Nina, la Policía ha comenzado a transitar un camino que la convertirá en un apéndice del MAS.

imageEl Comandante de la Policía Nacional, Gral. Oscar Nina, en la posesión de los nueves comandantes departamentales de la institución, el pasado mes junio. (foto Abi)

Es también claro de que los miembros de la institución, al ver de que la superación profesional no les sirve de mucho para ascender en el escalafón, están acudiendo al expediente de enriquecerse rápidamente y a cualquier costo, sin reparar en métodos ni medios.



Se comenta que la muerte del presunto implicado en el asalto al retén de cobros de peaje en la autopista La Paz-El Alto se debió a que fue objeto de torturas que se le aplicaron para que revelara donde está el dinero producto del atraco y otra versión sostiene que este delincuente prontuariado era informante de la policía y a la vez era extorsionado por oficiales y un jefe policial y fue acallado por esta  razón.

Ocurre de que a parte de que el uso de la tortura está expresamente penado por la ley y las convenciones internacionales a las que se ha adscrito Bolivia, el interrogatorio a David Olorio se realizó en el más absoluto secreto, en circunstancias absolutamente irregulares, sin la presencia de un fiscal y naturalmente sin la presencia de un abogado defensor.

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Se sabe que existía la orden venida no se sabe de donde de arrancar esa información al acusado y realizar un operativo para recuperar el dinero pero acudiendo a mecanismos irregulares y lo que es peor, con la supuesta intención de apoderarse de los más de 350 mil bolivianos que se dice fue el producto del atraco.

La corrupción en la Policía data de muchos años, solo que ahora el problema asume dimensiones alarmantes que van más allá de casos aislados y amenaza socabar a la institución.

Con la anunciada suspensión de 7 policías solo se está desvelando una parte del problema y la otra, la más importante, se la quiere acallar y está relacionada con la existencia de una estructura mafiosa dentro de la policía sobre cuyas acciones ya se tienen muchos antecedentes pero hasta ahora nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato.

Desde el mismo momento de su posesión como el máximo jefe de la policía, el general Nina se despachó una perorata política al anunciar  la creación de una “policía de la revolución” que si nos atenemos a los hechos resulta ser peor que la anterior, dado que la corrupción no solo sigue campante dentro de la institución sino que ha crecido.

Nina ha demostrado que tiene la habilidad de la mayoría de los masistas para decir una cosa y hacer otra muy diferente. En el caso del presunto atracador Olorio no se trata tan solo de un caso de tortura y muerte, lo que de por si es grave. Se trata de que algunos oficiales están involucrados en actividades delincuenciales siguiendo la más pura tradición del ex coronel Blas Valencia.

A propósito de Valencia, que comandaba una banda de delincuentes con su rango de coronel de policía, habrá que recordar que en ese momento el gobierno de Tuto Quiroga actuó con la mayor firmeza y logró no solo esclarecer el caso sino mandar a la cárcel a los involucrados sin violar sus derechos y sin que nadie haya resultado muerto por efecto de torturas.

Al presente los nexos de algunos miembros de la policía con delincuentes ya son tan evidentes que ha tenido que ser reconocido por el propio ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, a quién esta  situación debe resultarle incómoda ya que  resulta inadmisible que en su gestión se den hechos de tortura y violación de los derechos ciudadanos, que contradicen su pasado de funcionario de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos.

En cuanto al virtual militante masista general Nina (¿por qué no está procesado por el caso Olorio?) debiera darse cuenta de que la población no quiere una “policía revolucionaria”. Con que sea una policía eficiente y honesta es suficiente.