La “Naranja Mecánica” en su tercera final ¿funcionará?


Llegó dos veces a la final con grandes equipos, pero perdió en ambas 

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La selección holandesa, que el martes selló el pase a su tercera final de Mundial de fútbol, tiene como gran reto dejar atrás sus decepciones históricas y conquistar el título del torneo más importante, tras quedar a un paso en las ediciones de 1974 y 1978. En aquellas ocasiones, la ‘Naranja Mecánica’ llegó a la final, pero los respectivos equipos anfitriones, Alemania y Argentina, le cerraron el paso hacia la gloria, dejando a aquellas generaciones con el honor de ser recordados décadas después, pero sin la consagración ansiada. Las derrotas en Múnich y Buenos Aires hace 36 y 32 años siguen enquistadas en el corazón del hincha ‘Orange’ como un trauma no superado, algo que Wesley Sneijder, Arjen Robben, Robin Van Persie y el resto de figuras de la camada del 2010 tienen la oportunidad de dinamitar, de una vez por todas.



En 1974, el equipo llegaba acaparando elogios y con un estelar Johan Cruyff en sus filas y Rinus Michels en el banquillo. Su juego dinámico, con todos al ataque y todos defendiendo, dio pie a uno de los sistemas míticos de la historia del balompié, el ‘fútbol total’. El equipo había empezado dominando desde el principio, con triunfos sobre Uruguay (2-0) y Bulgaria (4-1), y un empate ante Suecia (0-0), en la primera fase, lo que le permitió comandar la llave C. En el grupo de la segunda ronda, también acabó primera, incluso con un pleno de triunfos y sin recibir un gol: Argentina (4-0), Alemania Democrática (2-0) y Brasil (2-0). Y de ahí, a la final, donde Johan Neeskens permitió al equipo adelantarse con un penal al principio del partido (minuto 2), pero Paul Breitner (25 de penal) y el legendario Gerd Müller (43) dieron la vuelta a la situación para Alemania (2-1), incluso antes del descanso.

El máximo anotador del torneo fue el polaco Grzegorz Lato, con siete dianas, pero el torneo permitió poner el foco en esos jóvenes jugadores que vestían de naranja y donde el ‘tridente’ Neeskens (5), Johnny Rep (4) y Cruyff (3) sumaron un total de doce dianas. Cuatro años más tarde, Holanda llegó ‘herida’ a Argentina por la ausencia de Cruyff. El equipo sufrió para pasar el primer grupo, como segundo tras ganar a Irán (3-0), empatar con Perú (0-0) y caer con Escocia (3-2), pero lideró la llave de la segunda ronda, ganando a Austria (5-1) e Italia (2-1), y empatando con Alemania (2-2). En la final en el Monumental, el equipo llegó a la prolongación con empate 1-1, pero los tantos de Mario Alberto Kempes y Daniel Bertoni dieron a la albiceleste su primer título y dejaron a los europeos de nuevo con la miel en los labios.

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Desde entonces, lo más cerca que estuvo el equipo fue en 1998, cuando cayó en los penales de las semifinales ante Brasil, mientras que en EEUU-1994 llegó a cuartos, donde la verdeamarela, poco después campeona, fue también el ‘verdugo’. Pero esta vez, el equipo que deslumbró en las eliminatorias con un pleno de victorias parece ante una ocasión de oro para superar la negra historia del equipo nacional e inscribir su nombre en el corto y exclusivo club de los campeones mundiales (Uruguay, Italia, Brasil, Alemania, Inglaterra, Argentina y Francia).

Reacciones

La final’

Escribió el diario popular Telegraaf, con la imagen de un león rugiendo, símbolo nacional de Holanda, y una foto de Arjen Robben.

Íconos

"Por fin, íconos para nuestra generación", celebró el diario NRC Next, que empleó una foto de Robben.

De nuevo

El periódico de izquierda Volkskrant tituló:

"Los Orange, de nuevo en la final". El arte de la mezcla multicultural Holanda, primer finalista del Mundial de Sudáfrica-2010, ha hecho del mestizaje un arte para triunfar, con un plantel de 23 jugadores con distintas raíces culturales y religiosas que se ha unido sin fisuras para lograr el sueño de conquistar su primer título planetario. En esta versión 2010 de la Orange de Bert van Marwijk, el defensor Khalid Boulahrouz es uno de los holandeses de origen musulmán, nacido en Maasslui, en el seno de una familia marroquí que buscó futuro en Holanda.

Una historia similar a la del ‘Canibal’ ha vivido Ibrahim Afellay, centrocampista de 24 años del PSV Eindhoven con doble nacionalidad. El defensor Edson Braafheid tiene raíz en Surinam, antes conocida como Guayana Holandesa, una pequeña porción de tierra en Sudamérica. De una latitud más alejada aún llega la sangre del capitán y emblema del equipo, Giovanni van Bronckhorst, de padres indonesios de las islas Molucas —allí nació Gio—, famosas durante los siglos XV y XVI cuando portugueses, españoles, ingleses y holandeses luchaban para controlarlas por sus especias. La raíz latina del equipo la aporta Rafael van der Vaart, hijo de una española salida de Chiclana pero casada con un holandés. Por ello el nombre español de Rafa.

Fuente: La Razón