Al comenzar su gobierno el año 2006, aseguró con mucha convicción que la “diplomacia de los pueblos” ayudaría a resolver el más que centenario enclaustramiento marítimo de Bolivia. Argumentaba (con bastante razón) que se perdió el mar a causa de los intereses de empresas capitalistas y que (más discutible) serían los “pueblos” los que de manera solidaria solucionarían este problema.
Cero en la OEA. El canciller David Choquehuanca (centro) en la Asamblea del organismo en Lima, eludió la cuestión marítima; y los ritos andinos de Evo tampoco ayudan para llegar al mar.
Ya han pasado más de cuatro años del gobierno de Evo Morales y al parecer los “pueblos” no han logrado avance alguno; seguimos tan enclaustrados como en los últimos cien años y no hay atisbos de que la cosa vaya a cambiar en el futuro. La famosa “agenda de 13 puntos” no fue más que un favor que le hizo la anterior presidenta de Chile, Michelle Bachelet a Evo Morales para ocultar la carencia de una política con el vecino país y más concretamente, de recuperación de nuestra cualidad marítima.
Augusto Céspedes describía como la “semiciencia del comando” a todas las acciones que desarrollaban los mandos militares durante la guerra del Chaco que por lo general terminaban en estruendosos y sangrientos fracasos. Hoy podríamos hablar con mucha propiedad de la “semiciencia de la diplomacia masista” que sencillamente no da pie con bola.
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Se denominó “diplomacia de los pueblos”, al asalto (literalmente hablando) de los puestos diplomáticos y consulares por parte de la militancia masista que está causando más estragos que elefante en una cristalería por cuanto conocen de política exterior tanto como de física cósmica.
No es que pretendamos que el servicio exterior esté a cargo exclusivamente de almidonados señores de frac y levita, que tampoco fueron muy eficientes, pero lo menos que se puede pedir a un gobierno es claridad en cuanto a sus objetivos y muy particularmente en cuanto al tema marítimo, además de personal cualificado para alcanzarlos.
Esta claro que el actual gobierno no tiene ni lo uno ni lo otro y las consecuencias las estamos viendo. Evo consideró que con un gobierno “socialista” como el de Bachellet el problema sería más fácil de solucionar pero los hechos, los testarudos hechos, están demostrando que no es así. Chile como todo país serio, se rige por políticas de Estado al margen de que quien gobierne sea de izquierda o de derecha, lo que no ocurre, lamentablemente, en Bolivia.
Durante su comparecencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea Legislativa, el canciller David Choquehuanca no pudo ocultar que la “diplomacia de los pueblos” no arrojó resultado alguno y su falta de argumentos resultó muy lamentable viniendo de la persona encargada de conducir los hilos de la política exterior.
Decir que existen “avances” que no pueden ser dados a conocer porque perjudicarían el curso de las “conversaciones” resulta muy trillado como forma de eludir el hecho de que no existe avance alguno.
Para muestra tenemos la carta enviada por la cancillería chilena reclamando por la inclusión del tema marítimo en la Constitución. Ojo que la carta fue enviada el 2009, cuando Bachellet era aún presidenta. Tomemos en cuenta que en el actual gobierno chileno no se ha abandonado la postura de dar a Bolivia “facilidades” de acceso al mar, pero sin soberanía alguna.
Choquehuanca mantuvo un silencio cómplice en la reunión de la OEA realizada en Lima cuando el canciller chileno expresó este criterio, lo que muestra que la “preocupación” del actual gobierno respecto a la cuestión marítima es solo para consumo interno.
En realidad toda la energía y recursos de la ¿diplomacia? masista está dirigida a reforzar la imagen de Evo Morales como el “guía espiritual” de los pueblos originarios. De los problemas de verdadero interés nacional, sencillamente se olvidaron o mejor dicho son definitivamente incompetentes para intentar siquiera una solución.