Los Borgia eran una familia florentina que pasó a la historia por sus métodos algo drásticos para deshacerse de sus enemigos. La más famosa exponente de esta familia fue Lucrecia, experta en las artes amatorias y en el uso de diferentes venenos para suprimir a los amantes que llegaban a resultarle molestos.
Si nos atenemos a las palabras del presidente Evo Morales, estas prácticas medioevales tendrían algunos émulos no identificados en el nuevo Estado Plurinacional. Fueron realmente conmovedoras las «revelaciones» que hizo Evo respecto a la afección estomacal que tuvo.
Dio a entender que alguien habría intentado envenenarlo, lo cual, como es comprensible, fue tomado al pie de la letra por algunos de sus obsecuentes seguidores que mostraron una enaltecedora preocupación por la salud del “guía espiritual”.
Resulta que sus adversarios estarían recurriendo a métodos más sutiles para intentar enviarlo al otro mundo. Ya han desistido de los vetustos fusiles Mauser sin percutor o los explosivos, que si tomamos en cuenta las múltiples denuncias sobre frustrados intentos de “magnicidio”, resultaron totalmente inofensivos.
Realmente cuesta mucho decidir como deben ser tomadas las declaraciones del presidente del Estado Plurinacional. No sabemos si se trata de una afirmación lanzada al influjo de la fiebre que probablemente le afectaba a causa de su afección estomacal o es que “siente” que algo muy oscuro se está cocinando en su entorno.
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El palacio de Gobierno ha sido mudo testigo de intrincadas conspiraciones que por lo general, en épocas violentas, se definían cara a cara, por el método más prosaico pero más contundente de las balas. Se trata de la primera noticia que tenemos que se esté recurriendo al poco caballeroso método del envenenamiento, más propio de inescrupulosas cortesanas.
Línea de sucesión: Después de Evo, el vicepresidente Alvaro García, luego el presidente del Senado y el de Diputados. (foto Abi)
Es impensable que la oposición conservadora o, peor aún, las ONG´s al servicio del “imperio” tengan acceso a los sagrados recintos gastronómicos del palacio de Gobierno o de la residencia presidencial, fortalezas fuertemente vigiladas por agentes de inteligencia cubanos y venezolanos. Por tanto, asumiendo que las palabras de Evo son ciertas y no su cuento de siempre, podríamos deducir que alguien de su propio entorno está muy empeñado en prescindir de sus abnegados servicios y desplazarlo del “proceso de cambio” (la silla presidencial).
Esta situación es definida por lo general como “dormir con el enemigo” aludiendo a aquella circunstancia muy particular en la que el conspirador es precisamente aquel en el que más se confía o se aparenta confiar.
¿No serán las palabras del presidente un indicio de que ha comenzado a percibir de que algo turbio se está gestando en su entorno más cercano? Una máxima política indica que lo primero que se debe hacer es determinar a quien o quienes puede beneficiar la desaparición del máximo líder, ¿en el caso del MAS quien será esa persona?.