Thomas Friedman*
A lo largo de las últimas semanas he tenido la oportunidad de hablar con prominentes legisladores del área económica en Estados Unidos y Alemania, y pienso que ya deduje dónde estamos. Va de la siguiente forma: la situación está mejorando, con la excepción de donde no lo está haciendo. Las cosas mejorarán lentamente, a menos que empeoren lentamente. Deberíamos saberlo pronto, a menos que no.
No causa sorpresa que los negocios estén reacios a contratar con una inusual incertidumbre como esa, en las palabras del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Una de las razones por las cuales es tan inusual se debe a que no solo estamos intentando recuperarnos de una crisis financiera disparada por locos préstamos hipotecarios. También estamos teniendo que lidiar con tres descomunales problemas de tipo estructural que se acumularon a lo largo de varias décadas, llegando a un punto crítico al mismo tiempo.
Y como ha estado repitiendo Mohamed El-Erian, el CEO de Pimco: “Los problemas estructurales requieren de soluciones estructurales”. No existen reparaciones rápidas. En Estados Unidos y en Europa vamos a necesitar algunas grandes reparaciones estructurales para regresar a una senda de crecimiento sostenido: cambios que requerirán de un nivel de consenso político y sacrificio que ha estado faltando de manera urgente en la mayoría de los países hasta ahora.
El primer gran problema de tipo estructural es de Estados Unidos. Acabamos de terminar más de una década de crecimiento impulsado por la deuda, durante la cual pedimos prestado dinero a China para darnos un recorte fiscal y más derechos, pero no hicimos nada por reducir el gasto o efectuar inversiones en el largo plazo en nuevos motores del crecimiento. Ahora, nuestro gobierno debe más que nunca y tiene más obligaciones futuras que nunca –como mayores prestaciones de fármacos de prescripción del programa Medicare, más cuidado de salud, una guerra mayor en Afganistán y pagos mayores del Seguro Social (debido a que la generación de posguerra está por jubilarse)– y menos crecimiento real para pagar por todo ello.
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Es probable que Estados Unidos necesite estímulo agregado para darle un buen impulso al empleo, pero cualquier estímulo justo ahora debe centrarse en inversiones que permitan crecimiento, las cuales reditúen más que sus costes, o meramente incrementan la deuda. Eso equivale a inversiones en construcción técnica e infraestructura, aunado a incentivos para lanzar nuevos negocios y promover las exportaciones. A fin de lograr que el Congreso estadounidense apruebe un estímulo, debe ir a la par de reducciones al gasto y/o aumentos a impuestos programados para cuando la economía mejore.
En segundo lugar, el punto de inflexión de la solvencia estadounidense está coincidiendo con un punto tecnológico. Gracias a la difusión de internet, el ascenso de la computación “en nube”, redes sociales y el cambio de las computadoras portátiles (laptops) y de escritorio a iPads e iPhones que se sostienen con una sola mano, la tecnología está destruyendo empleos más viejos y con menos requerimientos que pagaban un salario respetable a un paso más acelerado que nunca, al tiempo que generaban más empleos nuevos para personal calificado que pagan un salario aceptable, pero requieren de más educación que nunca.
Solamente existe una forma de enfrentar este desafío: mayor innovación para estimular nuevas industrias y empleos que puedan pagarles 40 dólares por hora a los trabajadores, a la par de una enorme iniciativa enfocada a la capacitación de más estadounidenses para que ganen esos empleos por encima de sus competidores mundiales. No existe otra manera.
No obstante lo anterior, la economía mundial necesita también que Europa sea saludable, y el tercer cambio estructural que enfrentamos es que la Unión Europea, un gigantesco mercado, enfrenta lo que el ex embajador estadounidense ante Alemania, John Kornblum, conoce como su primera ―crisis existencial‖. Por vez primera, notó, la Unión Europea “veía la posibilidad del colapso”. Alemania ha dejado en claro que si la zona del euro va a continuar, será sobre la ética laboral de los alemanes, no de los griegos. ¿Serán capaces sus socios de elevar su juego? Es incierto.
No será fácil mantenerse al paso de Alemania. Una década atrás, Alemania era “el hombre enfermo de Europa”. Ya no es así. Los alemanes se recuperaron. Los trabajadores renunciaron a los aumentos salariales y permitieron que los negocios mejoraran la competitividad y flexibilidad de los trabajadores, al tiempo que el gobierno subsidió a empresas para que mantuvieran a trabajadores calificados en sus puestos durante la crisis. Actualmente Alemania va en ascenso, pero no está libre de desafíos estructurales. Su crecimiento depende de las exportaciones a China, y es el mayor financiador de Grecia. De cualquier forma, “Alemania ya no es el país con los estudiantes más viejos y los jubilados más jóvenes”, notó Kornblum.
Por contraste, los dos grandes partidos de Estados Unidos siguen aferrándose a sus creencias religiosas fundamentales, como si nada hubiera cambiado. Los republicanos intentan socavar al presidente a cada giro y ofrecen su remedio favorito del tipo de “las reducciones fiscales resolverán todo”; sin especificar en ningún momento a cuáles servicios renunciarán para cubrir su costo. El presidente Barack Obama nos dio una expansión del cuidado de salud antes de expandir el pastel económico para sustentarlo.
Aún no se percibe que nuestros políticos estén diciendo, “Esperen un momento, paren todo, tenemos que trabajar juntos”. ¿Acaso estás personas no tienen sus propios planes e hijos preocupados con respecto a los empleos?
El presidente Obama necesita conducir a la dirigencia laboral, empresarial y del Congreso estadounidense hasta el Campo David y no regresar hasta que obtenga una gran negociación con respecto a impuestos, promoción del comercio, energía, estímulos y recortes presupuestarios que le ofrezca al mercado un poco de certidumbre en el sentido de que estamos progresando juntos, no solo en un rescate sino en un renacimiento económico para el siglo XXI.
“Eso es muy improbable”, piensan ustedes. Bien, entonces, yo digo que se preparen para una larga fase de persistente desempleo y anémico crecimiento.
* Periodista y escritor, tres veces ganador del Premio Pulitzer.
El Universal