Más que músicos

Armando Manzanero y Alejandro Lerner Fueron ovacionados en un Luna Park lleno. Cantaron más de dos horas.

 

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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Armando Manzanero se hizo la Señal de la Cruz en el rincón izquierdo del escenario y, a las 20.13, salió, con la humildad de los grandes, a conquistar un Luna Park repleto de parejas. La cita fue anteayer y el hombre de los boleros inoxidables abrió la gala con la ranchera Me aterra, me da pavor . A sus 74 años, Manzanero sorprendió con agilidad y entusiasmo: luciendo un traje azul tornasolado, no faltaron ni los zapateos, ni los saltos, ni las sonrisas. “Hace 42 años que vengo a este bendito país. Se sabe que al que buen árbol se arrima, come mejor, así que les voy a presentar a…”, anunció Armando y comenzaron los redobles de tambor que se repitieron dos veces hasta que, por el lado contrario al que aguardaba la llegada el azteca, apareció Alejandro Lerner que se sentó en el piano equivocado. “No te preocupes -agregó Manzanero-. A mí me pasan estas cosas los domingos, uno está cansado, tuvo que llevar a la señora a la misa, a pasear”, y así tomó al porteño de la mano y lo ubicó en su piano fileteado.

A dos pianos , precisamente, se titula la gira que realizarán juntos por las capitales latinoamericanas (esta noche se presentarán en Paraguay), y que ya tiene un disco editado llamado Dos voces . “Gracias por compartir conmigo este sueño que tengo desde siempre: tocar con un maestro y un amigo, alguien que es como de mi familia”, dijo Lerner. Ese clima, el de una familia, fue el que se vivió durante las 28 canciones que entonaron los músicos. Entre ellas estuvieron los infaltables: No sé tú, Somos novios, Esta tarde vi llover, Como yo te amé, Amarte así, Voy a apagar la luz y Volver a empezar . La versión a dos voces de El día que me quieras mereció una de las tantas ovaciones de la audiencia compuesta por más de 5 mil personas. “Yo soy maya, completamente maya -describió Manzanero-. De morocho para arriba. Eso no quiere decir que no tenga sangre europea en las venas. Muchos de mis antepasados se comieron a los españoles cuando vinieron -bromeó-. Así que por un lado, o por otro, soy europeo, ¿no?”. Lejos de lo que podría esperarse en un repertorio dedicado al amor, el show no rozó nunca el romanticismo excesivo: Manzanero balanceó con chistes durante toda la velada.

Por su parte, Alejandro Lerner pidió silencio a la sala y cantó, a capella y sin micrófono, una estrofa de Todo a pulmón , ilustrada por viejas imágenes en blanco y negro en las que se veía a los protagonistas de la noche tocando juntos. Los músicos que acompañaron fueron: Diego Ortells (teclados), Augusto Herrera (guitarras), Luis Burgio (batería), Norberto Alaguibe (percusión), Gustavo Luciani (bajo), Gerardo Alvarez Fonseca (guitarra) y la esposa de Lerner, Marcela García Ibánez (coros). Entre el público hubo, además una visita de lujo: el guitarrista y compositor Luis Salinas. Después de dos horas y media de concierto, y cinco bises, con sus correspondientes regresos al escenario, Lerner y Manzanero se despidieron con No hace falta que lo digas , por la izquierda, a Dios gracias, y abrazados.

Fuente: El Clarín