Mujer que pesa 200 kg pide ayuda. El diagnóstico inicial de los especialistas es obesidad mórbida


Campaña. Planifican un operativo para trasladarla al hospital. Drama. La mujer de 43 años vive en Santa Cruz y necesita ayuda

La Razón – Santa Cruz. Postrada en una cama de la que no sale hace ocho meses, Manuela Jiménez no deja de llorar. “No quiero morir, por favor ayúdenme. Quiero bajar de peso para trabajar”, pide. Los 200 kilos que pesa le impiden moverse y ponen en riesgo su salud.

image MANUELA JIMÉNEZ. La imagen, digitalizada de un video, la muestra en su casa.

Tiene 43 años, tres hijas y un nieto, pero no puede hacer nada por su familia debido a que no se puede levantar por sí sola del catre donde prácticamente pasa todo el día, un catre que está apoyado sobre ladrillos para no quebrarse.



“Desde enero que no puedo levantarme y por eso no puedo trabajar. Necesito que me ayuden a bajar de peso. No me quiero morir”, ruega en medio del llanto.

La red PAT difundió el caso ayer al mediodía y de inmediato profesionales endocrinólogos de Santa Cruz se comunicaron con la señora para ofrecerle su atención. “Vino una doctora, me revisó y me dijo que estaba grave. Estoy asustada”, contó ayer por la tarde a La Razón con la voz entrecortada por la dificultad que presenta para respirar.

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La médica que la atendió, de quien Manuela no recordaba el nombre, quedó en realizar una revisión completa hoy por la mañana para determinar acciones inmediatas, como un tratamiento.

Aún no sabe qué tiene, porque cuando fue al médico hace seis años la trataron mal. “El médico me dijo que era una colla tragona. Yo sólo le dije ‘gracias’ y me fui”, señala con amargura. Según sus cálculos, ya son 18 años de sobrepeso; hace dos años pesaba “solamente 176 kilos”. “Comencé a comer por problemas que tenía con mi familia. Ahora hago dieta, no como en la tarde, pero no alcanza”, explica.

La señora llegó a Santa Cruz de su natal Cochabamba cuando tenía ocho años. “No soy de aquí, pero llevo más de 30 años. De Cochabamba no recuerdo nada y no tengo familiares que se preocupen por mí”, indica entre sollozos.

Su casa se encuentra en el barrio El Fuerte, detrás de El Trompillo, en el séptimo anillo. Es una humilde vivienda de madera y cartón. Para sobrevivir tiene una tienda de hielo, helados y otros artículos. “Una de mis hijas me ayuda con 10 ó 20 bolivianos, pero quiero trabajar”, afirma.
Conceptos de obesidad y sobrepeso

La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Según la OMS, la causa fundamental de la obesidad y el sobrepeso es un desequilibrio entre el ingreso y el gasto de las calorías que entran al cuerpo.
Primer caso en el país

El caso de Manuela sería el primero en Santa Cruz y también del país. “Hemos tenido casos con 130 kilos o más, pero en personas de 1,80 a 1,90 metros. El de la señora es el primer caso en Bolivia”, dijo ayer a La Razón la endocrinóloga María Angélica Arce.

De acuerdo con la profesional, las causas de la enfermedad de Manuela deben verificarse tras un completo estudio, pero se debe incidir en la parte metabólica y hormonal. “Este tipo de casos merece cuidado especial. Una vez diagnosticado el problema, se debe hacer un estudio para determinar si el mal es de la niñez, si es compulsivo, de ansiedad, y el control de la alimentación”.

La especialista aconseja que no se considere la dieta como una opción a corto plazo, por el tiempo que demandaría en la reducción del peso.

Una de las soluciones podría ser la intervención quirúrgica. El bypass (reducción del estómago) es una opción, pero también se deberían realizar exámenes en el tema del corazón y de posibles problemas de diabetes. Una operación de bypass tiene un costo de entre 1.000 y 1.500 dólares.

image EN REPOSO. Sentada sobre una silla en su cuarto, Manuela observa a sus sobrinos, siempre pendientes de ella.

La Razón. Yandira Toledo – Santa Cruz

Un equipo médico visitó ayer a Manuela Jiménez en su casa, lo que le devolvió la esperanza perdida hace ya tiempo atrás. Anoticiados de que su peso llegó a 200 kilos, los especialistas están ahora empeñados en someterla a tratamiento. De inicio se estableció que el sobrepeso que la aqueja habría derivado de una profunda depresión que la llevó a comer sin control.

La Razón también visitó a Manuela en su casa, ubicada en la calle 4 del barrio El Fuerte, zona de La Colorada. La precaria vivienda de madera, calamina y “paredes” de cartón mantiene siempre la puerta abierta y a través de ella se la ve sentada en un viejo sillón.

Las condiciones de subsistencia de Manuela y su familia conmovieron a los especialistas, que harán lo posible por colaborarla para hallar una cura.

La presidenta de la Sociedad de Endocrinólogos de Santa Cruz, Rima Ribera, explicó que Manuela sobrepasó el índice regular de masa corporal. Los valores normales de tejido adiposo son de 20 a 25. La obesidad se califica a partir de 30 y la obesidad mórbida desde 40, pero Manuela tiene 70.

“Es como si tuviera cuatro personas en el cuerpo de uno, todas las hormonas tienen que estar insuficientes para su masa corporal”, manifestó Ribera.

“Tenemos que tratarla en equipo. He hablado con los presidentes de las sociedades de médicos de Cardiología, Traumatología, Reumatología y el primer paso fue pedir colaboración para que los exámenes de pruebas de sangre sean gratuitos, para detectar si tiene problema de diabetes, lípidos, proteínas, hormonales y de tiroides. Además, ella tuvo un problema de menopausia precoz a los 30 años”, indicó la especialista.

Desde las cinco de la madrugada hasta caer la noche, Manuela casi no se mueve del rústico sillón. Con ayuda de su sobrino y alguna de sus hijas se levanta con dificultad para ir al baño o tomar una ducha, de vez en cuando. “La gente que pasa por aquí me mira y se burla, aunque otros buscan cómo ayudarme. Una amiga me trae verduras que le sobra de lo que vende en el mercado. Me dijo que harían una kermés para recaudar fondos para que pueda ir al médico”, dijo esperanzada.

La junta de médicos acordó esperar los resultados de los exámenes, para solicitar una reunión con todas las áreas especializadas y evaluar los resultados. “Posiblemente necesite internación, se van a tener que adecuar una ambulancia y una camilla para movilizarla, además de una cama en un hospital, el ideal será el San Juan de Dios, y de ahí para adelante entre los especialistas tener metas para el tratamiento”, señaló Ribera.

Tras recibir los resultados, y dependiendo de las decisiones médicas, la Sociedad de Endocrinólogos buscará la manera de reunir recursos. En caso de una internación y la cirugía, existe la posibilidad de abrir una cuenta bancaria para recibir aportes.

La mujer que padece de obesidad hace 18 años, hace casi nueve meses que no puede caminar pues el sobrepeso dañó sus articulaciones; relató que no sólo es objeto de burlas sino de discriminación. “Cuando quise ir a ver a mi madre sólo podía trasladarme en taxi, pero el chofer no dejó que suba, dijo que iba a romper su llanta. Desde ese día no volví a salir”. Su hija menor, María Elena G. (19), recordó que fueron a un centro de adelgazamiento. “Nos dijeron que nos podían hacer una rebaja, pero igual era caro”.

Efectos de la enfermedad

La enfermedad es considerada por la Organización Mundial de la Salud como la segunda causa de muerte prevenible, después del consumo de tabaco. El riesgo de muerte prematura se duplica en relación con las personas no obesas. Las enfermedades asociadas a la obesidad mórbida son: hipertensión arterial y enfermedades cardíacas.

Comía sin control debido al rechazo de su esposo

“Cuando empecé a engordar, mi esposo me decía: ‘Estás gorda, hueles hedionda’. Y yo callada veía cómo se iba con otras mujeres. Para no renegar, comía todo lo que había: pan, papas sancochadas, huevo, todo servía para desahogar mi rabia”, recuerda triste Manuela Jiménez.

Oriunda de Cochabamba y con 43 años de vida, rememora cómo hace 18 años, antes de dar a luz a su hija menor, lucía joven y fuerte, pero después de la cesárea subió de peso porque, agobiada por sus problemas maritales, calmaba su ansiedad comiendo todo lo que podía.

Hace dos años pesaba 167 kilos y reconoce que desde entonces subió de peso, aunque desconoce exactamente cuánto; se calcula que llegó a los 200 kilos. Por ahora permanece en un viejo sillón doble, fabricado de bambú y reforzado con madera para que soporte el peso


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