Maggy Talavera | Urupesa urbana
Dicen que en el amor y en la guerra todo está permitido. Incluso ser envolvente, diría sin duda alguna el Vicepresidente de Bolivia y muchos políticos más que confunden no solo amor y guerra, sino también democracia y guerra. Lo digo reflexionando sobre lo que declaró hace algunos días el segundo mandatario del país, al confirmar que el MAS usó una “estrategia militar envolvente” para burlar a la oposición en el tema de la reelección presidencial de Evo Morales. Hoy, muchos se espantan con la admisión de esa estrategia envolvente practicada desde siempre por el oficialismo, y realmente no entiendo por qué, ¿acaso hay alguna novedad en lo dicho por el Vicepresidente? Otros hasta la aplauden, porque no deja de ser considerada una viveza criolla (¿o tendríamos que decir “una viveza indígena-originaria-campesina y plurinacional”?), y tampoco entiendo por qué, ¿acaso es mérito repetir las estrategias engañosas de la “política tradicional” de la que tanto se reniega verbalmente?
Yo retomo lo dicho por el Vicepresidente, porque me parece muy oportuno como un simple y necesario recordatorio para todos quienes aún no comprenden la esencia del proyecto político del MAS; tal vez, porque siguen dejándose envolver con los sofismas y argumentos tan bien construidos a través de la retórica del cambio y del indigenismo que muy bien ejercita sobre todo el Vicepresidente y algunos portavoces oficiales, no necesariamente instalados en Palacio Quemado o en las bancadas oficialistas de la Asamblea Plurinacional. Una retórica envolvente, valga la redundancia, que peca no sólo por el efecto que provoca en el enclenque sistema democrático boliviano, sino por la premeditación con la que se aplica. De antemano, lo que se pretende –y logra, lamentablemente- es engañar a todos los que apuestan a la democracia, haciéndoles creer que van por el cambio, cuando en realidad persiste en las prácticas perversas de la política contra la que despotrica.
El tema de la reelección presidencial no es único ejemplo. La misma aprobación de la nueva Constitución Política del Estado fue resultado de esa estrategia envolvente, ¿o alguien todavía duda que hubo una vergonzosa manipulación en el desarrollo de la Asamblea Constituyente? En cada una de las acciones políticas impulsadas por el MAS, hay una estrategia militar envolvente. Así ha sido en su acción por descabezar el Poder Judicial, argumentando que quería mejor justicia; o al momento de aprobar una ley anticorrupción, asegurando que buscaba mayor transparencia en el manejo de los recursos públicos; y lo será cuando logre aprobar una ley contra el racismo, afirmando que quiere combatir toda forma de discriminación. Puros discursos envolventes, cargados de sofismas y argumentos discursivos que esconden tras sus envolturas las verdaderas intenciones políticas del MAS: el poder total a través del control absoluto de quienes habitan Bolivia.
No, no es paranoia. Es lo que los hechos demuestran y confirman las declaraciones de las principales autoridades gubernamentales. Una actitud que, hay que reconocer, no es exclusiva del gobierno de turno; todos los que se alternan en el Poder tratan de hacerlo, unos con más éxitos que otros, dependiendo de la fuerza conquistada en las urnas o a través de golpes de Estado. Y también habrá que reconocer que el problema central ya no está en unos gobernantes que hacen gala de sus estrategias militares envolventes, en este caso exitosas, sino de una ciudadanía opacada o acobardada que se somete y claudica en la lucha por sus derechos y libertades, y que no tiene coraje para no dejarse envolver ni militarmente, ni discursivamente. Porque si hay algo de lo que los bolivianos no pueden quejarse más, al menos ya no ahora, es de que no sabían que estaban siendo engañados. O envueltos, habrá que decir para estar a tono con la coyuntura.
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Santa Cruz, 2 de octubre 2010