A sus plantas, rendido un león

Susana Reinoso

mariovargasllosa_560x280 A los latinoamericanos, y a sus medios especialmente, suele sobrevenirles un pudor frente a la contundencia de algunos acontecimientos. Quizá ello explique por qué la concesión del Premio Nobel de Literatura 2010 a Mario Vargas Llosa fue celebrado ayer sin reservas, incluso, por la prensa de izquierda de la región que suele destacar en forma crítica las ideas vargallosianas a caballo entre el liberalismo y el conservadurismo.

Ayer, una columna muy lúcida se abrió paso entre la profusa cobertura con que la prensa de América latina celebró el Nobel del escritor peruano. Estuvo firmada por el editor Ignacio Zuleta y fue publicada por el diario económico argentino Ambito Financiero.



En su reflexión titulada "Terminó de caer el Muro", el columnista dice que el Nobel a Vargas Llosa, como acontecimiento cultural, "significa la fractura del ciclo en el cual el premio estaba vedado a aquellos escritores que se apartaban del canon de lo que Tom Wolfe llamó la «izquierda exquisita», del cual fue víctima Jorge Luis Borges". Y sostiene que "para quienes creen que el Nobel de Literatura es importante, el Muro de Berlín terminó de caer ayer en Estocolmo".

La opinión del editor de Ambito Financiero aporta buena miga a un debate que cada año vuelve a poner a la Academia Sueca en el ojo de todas las tormentas: "La Fundación Nobel es un producto de la cultura del prestigio, cuya capacidad crítica sobre la literatura -a la vista de los premios que suelen dar- no supera a la modesta Faja de Honor de la Sade criolla… Tiene un significado importante porque reconcilia al público con la vidriera a veces insolente al elegir a sus personajes principales. Hace sentir que la tierra en que se vive, la lengua en la que se habla tienen más dignidad. Hace sentir, además, que es un privilegio ser el contemporáneo de Vargas Llosa".

Los blogueros más destacados en el mundo cultural hispanohablante, escritores reconocidos en buena medida, dejaron de lado sus diferencias ideológicas con Vargas Llosa y ponderaron el Nobel que le fue concedido ayer. Aunque sorprendió que algunos muy destacados de su país no subieran la información a la Red.

A diferencia de lo que ocurrió con sus contemporáneos del boom latinoamericano, y con la sola excepción de Carlos Fuentes, Vargas Llosa se desmarcó de lo que constituyó el ADN de aquella corriente irrepetible que brotó transversalmente en la América mestiza. Al asumirse como un defensor de las libertades y un crítico acérrimo de los populismos, fustiga por igual al matrimonio de Néstor y Cristina Kirchner en la Argentina, a Evo Morales en Bolivia y a Hugo Chávez en Venezuela.

Su devoción por Borges lo llevó ayer a recordarlo, como el gran ganador moral del Nobel que la Academia Sueca jamás quiso concederle.

Pese a ello, ayer la prensa y los intelectuales venezolanos afines a Chávez también celebraron el Nobel al autor de la extraordinaria novela "Conversación en La Catedral".

Buen síntoma en un continente donde los odios suelen tener sombra más larga que las reconciliaciones. Quizá obedezca a que América latina madura.

ABC – Madrid