El rebote de Evo


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Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: ¡Viva Chile!

  2. Bajo el Penoco, El Día: El rebote de Evo

  3. Los Tiempos: COCHABAMBA Y LA ESCASEZ DE AGUA

  4. El Deber: Las libertades ciudadanas

  5. Cambio: Una epopeya humana

  6. La Prensa: Necesidad de corregir rumbos

  7. El Diario: Las deudas por las “nacionalizaciones”

  8. El Mundo: "Una lección"

  9. Opinión: Mineros de Chile: Una historia de unidad y amor

  10. Clarín, Argentina: Ejercicio militar en las Malvinas


El Día: ¡Viva Chile!

Un solo grito, una sola bandera, un solo orgullo. Chile se convirtió en el centro de atención y admiración mundial durante las larguísimas horas que tomó el rescate de los 33 mineros que estuvieron atrapados durante dos meses en un socavón ubicado en medio del desierto de Atacama, en el territorio que alguna vez fue boliviano.



Líderes de todo el mundo han manifestado su reverencia por el impecable operativo desplegado para sacar con vida a estos trabajadores, que se encontraban a 700 metros de profundidad. Las imágenes de televisión, que llegaron a más de mil millones de televidentes en todo el planeta, en una transmisión ininterrumpida de más de 24 horas, evocaron una hazaña comparable sólo con la llegada del hombre a la Luna. Una cápsula de diseño y tecnología futuristas, el uso de procedimientos calculados al milímetro, medidas de seguridad que no fallaron ni un solo instante y preparativos que no descuidaron detalle, no dejaron dudas sobre el nivel que ha alcanzado Chile como potencia emergente. La capacidad de respuesta, la organización, la eficiencia han sido valores admirados por todos y que colocan a la nación sudamericana como ejemplo a imitar incluso por países que demostraron serias flaquezas en momentos de emergencia como éste.

Pero también hay otros valores, tal vez mucho más significativos, que ponen en alto el nombre del pueblo chileno. El apego a la vida, el compromiso de los líderes con los que sufren y que necesitan esperanzas, pero también respuestas concretas; el papel del Estado y de los políticos que ponen por encima de todo el bienestar de la gente, sin importar el costo; la sinceridad y la apertura de una nación que acudió a todos y tocó todas las puertas en busca de ayuda y tecnología para emprender un rescate nunca antes ejecutado en el mundo, que existía sólo en la mente de los escritores de ciencia ficción.

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Lo dijo muy bien el presidente Sebastián Piñera el martes por la noche, cuando salió a la superficie el primero de los 33 mineros. Chile ha mostrado y ha dado lo mejor de sí en la adversidad. Meses después de un terrible terremoto le ha tocado vivir otro desafío, y la ciudadanía lo ha encarado con unidad, con patriotismo y con una fe que se contagió a partir de la tozudez de un mandatario por preservar la vida. Piñera ha demostrado ser un gran líder, pero sobre todo un magnífico ser humano que supo mantener en alto el espíritu de los chilenos.

Los bolivianos hemos estado especialmente atentos a este operativo de rescate, por la figura de Carlos Mamani, el minero boliviano y único extranjero entre los 33 nuevos héroes mundiales. El es un inmigrante, como millones de compatriotas que dejaron el país en busca de una mejor oportunidad de vida. Seguramente ésta es la peor experiencia vivida lejos de su tierra natal, pero aún así Mamani está inclinado por quedarse en Chile y ha rechazado la invitación que le hizo el presidente Morales, quien le ofreció vivienda propia y trabajo en YPFB. No hace falta mucha reflexión para decidirse por un país donde las promesas se cumplen por más difíciles que parezcan, en comparación con un proceso de cambio que en cinco años no ha pasado de los discursos.

Lo dijo muy bien el presidente Piñera, cuando salió el primero de los 33 mineros. Chile ha mostrado y ha dado lo mejor de sí en la adversidad.

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Bajo el Penoco, El Día: El rebote de Evo

Tanto se habló del viaje de Evo Morales a Chile para estar presente en el rescate del minero boliviano, Carlos Mamani y al final, el jefazo llegó tarde. Apenas alcanzó a saludarlo en la clínica de Copiapó, donde examinaron al trabajador y constataron que se encontraba en perfectas condiciones de salud. Pese a ello, el minero orureño rechazó la invitación a volver inmediatamente a Bolivia en el avión presidencial y dijo que tal vez lo haga después. Su esposa, Verónica Quispe, con sólo 20 años, se ha mostrado determinada  a quedarse en Chile, donde vive gran parte de su familia. Ayer volvió a criticar al Gobierno de Morales. Al principio lo hizo por no mover ni un dedo para ayudarlos y este miércoles fue por el retraso del Primer Mandatario, quien primero se fue a Ecuador a palmear a su colega Rafael Correa y consolarlo por el supuesto intento de golpe de estado en su contra. “Camarón que se duerme, termina rebotando”, diría un nuevo inventor de refranes que tal vez le conviene de asesor al Presidente.

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Los Tiempos: COCHABAMBA Y LA ESCASEZ DE AGUA

Por lo menos en lo que a la escasez de agua se refiere, los cochabambinos no tenemos a quién echar la culpa del mal sino a nosotros mismos

Como ya es habitual desde hace medio siglo aproximadamente, esta época del año llega a Cochabamba acompañada de una andanada de malas noticias, a cual peor, acerca de la falta de agua y sus múltiples consecuencias.

Es tan repetitivo el tema que ya no causan sorpresa ni alarma y mucho menos indignación las muchas maneras como se manifiesta el problema y, menos aún, que las más afectadas por la escasez de agua sean las familias más pobres de la sociedad y, en ellas, sus miembros más débiles.

Como lo confirma una infinidad de estudios, nuestra ciudad tiene tasas de mortalidad infantil inaceptables a estas alturas del siglo en una sociedad que se precia de ser moderna. Se sabe también que la causa principal de esas muertes es una serie de enfermedades –como las diarreas– directamente relacionadas con la falta de higiene y la escasez de agua.

Si a ese panorama se suman otros datos, como que 34 mil familias del sur de la ciudad pagan siete dólares por dos metros cúbicos de agua sucia al mes (lo que representa el 10 por ciento de sus ingresos) mientras que los hogares de las clases medias y altas destinan alrededor del uno por ciento de sus ingresos (es decir cinco dólares) por 30 metros cúbicos de agua potable domiciliaria en el mismo período de tiempo, se completa el cuadro de una injusticia social que en circunstancias normales, en una sociedad guiada por la sensatez, causaría por lo menos una ola de indignación, de protestas y rebelión.

Ese no es el caso de nuestra ciudad. Es que aquí no sólo nos hemos acostumbrado a convivir con semejante situación, sino que con una sorprendente perseverancia insistimos en perpetuarla sin importar que sus consecuencias vayan empeorando con cada año que pasa.

Es probable que tan notable muestra de resignación tenga algo que ver con una especie de sentimiento de culpa colectivo. Es que por lo menos en este caso, los cochabambinos no tenemos a quién echar la culpa del problema sino a nosotros mismos. Fuimos nosotros los que de manera poco menos que unánime elegimos condenarnos a la falta de agua y ahora, silenciosa y pasivamente, nos abandonamos a la única esperanza que parece quedar: la llegada de las lluvias, tal como lo hacían los pueblos pobres y primitivos antes de lograr proveerse del agua suficiente para satisfacer sus necesidades básicas.

Mientras tanto, el Gobierno central se ufana ante el mundo por ser el primero en haber elevado el acceso al agua potable al rango de derecho humano fundamental en la Constitución Política del Estado. Propagandistas del “modelo boliviano” de administración del agua deambulan por el mundo convocando a que se siga su ejemplo y el Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Cochabamba es presentado como la máxima expresión de una “empresa social” libre de los males que se atribuyen al capitalismo, sin importar que sea un modelo de ineficiencia y corrupción.

Pero nada de eso, a diferencia de lo que seguramente ocurriría en cualquier otra ciudad del mundo, preocupa a las autoridades gubernamentales, departamentales o municipales ni a la ciudadanía en general. ¿Por qué tendría que hacerlo si Cochabamba es una ciudad que voluntariamente se presta a perpetuar su condena como si de un acto de autoflagelación colectiva se tratara?

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El Deber: Las libertades ciudadanas

La ciudadanía reacciona de manera acertada ante el conflicto que ha creado el Gobierno al decidir atentar contra la libertad de expresión con una ley que, supuestamente, debía atacar el racismo.

La percepción de la ciudadanía fue correcta desde el principio, porque advirtió de que la medida del Gobierno que afecta a la libertad de prensa iba a reducir también la libertad de expresión del pueblo.

En efecto, los medios de comunicación del país que tenían espacios destinados a recoger y difundir la opinión de los ciudadanos han comenzado a eliminarlos para no hacerse pasibles de las sanciones contenidas en la ley mencionada.

El diario La Prensa de La Paz que proclamaba su carácter de “interactivo”, es decir que difunde y recoge ideas, convirtiéndose en una tribuna del pensamiento, ha decidido suprimir esos espacios.

Lo mismo han hecho diarios del interior y la agencia de noticias de Radio Fides.

Estos medios no se atreven a difundir la opinión de los ciudadanos porque sobre sus directores y sobre los propios medios puede caer una sanción ciega prevista por la conflictiva ley.

El temor es que todo esto se trata de un instrumento creado para cerrar medios que sean incómodos al Gobierno. La mecánica podrá ser fácil, en vista de que la justicia también responde a él.

Es tal el dominio que tiene el partido de Gobierno de todos los instrumentos de la democracia, que la autoridad electoral ha desahuciado la posibilidad de que se haga un referéndum sobre este tema, como quieren los luchadores de la libertad de expresión.

No hay democracia, dice la consigna de esta lucha, sin libertad de expresión. Esto es tan cierto que los ciudadanos no podrán a partir de ahora expresar sus opiniones de manera democrática en los medios de comunicación, pues la ley les ha cerrado el acceso a esos medios.

Esa ley condena a los ciudadanos a ser meros espectadores, sin derecho a participar ni dar sus opiniones. Meros espectadores de los medios, pero también de la democracia. Ahora queda claro que los medios son instrumentos de la democracia y que ésta pierde cuando aquéllos son afectados.

Se trata de un panorama parecido al que se vive en Venezuela, donde el Gobierno de Hugo Chávez clausura medios a su antojo, persigue a periodistas y los encarcela, como ocurre en Cuba, donde los periodistas que caen mal al régimen llegan a morir en las cárceles.

La respuesta de los periodistas bolivianos a este atentado contra la libertad de expresión ha sido unánime, valiente y está obligando al Gobierno a mostrarse contrario a las libertades democráticas.

Autoridades del Ejecutivo han dicho, en efecto, que ninguna iniciativa de los periodistas tiene esperanzas de lograr un cambio en la ley aplicada de manera  inconsulta y prepotente. Se ha dicho que cualquier iniciativa contra la ley sería un desacato.

En cuestión de criticar desacatos, el Gobierno no podría arrojar la primera piedra, pues la propia ley contra el racismo afecta a la Constitución y pone en evidencia que el Gobierno miente cuando dice que respeta la Ley de Imprenta.

El pueblo boliviano, tan perceptivo como siempre, ha definido su posición: está del lado de la libertad.

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Cambio: Una epopeya humana

Fueron setenta días los que estuvieron sepultados bajo tierra, setenta días en los que no sólo un país sino el mundo entero siguió de cerca uno de los emprendimientos más trascendentales en defensa de la vida. Sí, el rescate de los 33 mineros de la mina San José, norte de Chile, entre ellos un boliviano, se constituyó en un referente que será difícil de olvidar, fue una epopeya humana que arrancó vida de lo profundo de la tierra, una épica batalla ganada por el hombre sobre la muerte.

Florencio Ávalos, 31 años, capataz, casado, hermano de Renán, otro de los mineros atrapados; Mario Sepúlveda, 40 años, electricista, casado; Juan Illanes, 52 años, minero y ex militar; el boliviano Carlos Mamani, 23 años, operador de maquinaria pesada, casado; Jimmy Sánchez, 19 años, minero, soltero, es el más joven del grupo; Osman Araya, 30 años, minero, casado, con tres hijos; José Ojeda, 46 años, encargado de perforación, viudo, fue quien escribió el famoso mensaje: "Estamos bien en el refugio los 33", fueron los primeros en emerger desde lo profundo de la montaña y sellaron el camino que luego recorrerían su compañeros de una odisea singular, dramática y humana.

Les siguieron Claudio Yáñez, 34 años, operador de taladro, dos hijas; Mario Gómez, 63 años, conductor, casado, con cuatro hijas; Álex Vega, 32 años, mecánico de maquinaria pesada, casado; Jorge Galleguillos, 56 años, minero, casado; Edison Peña, 34 años, minero, soltero; Carlos Barrios, 27 años, minero, soltero; Víctor Zamora, 34 años, mecánico automotriz, casado, y Víctor Segovia, 48 años, electricista, casado, quien escribió una bitácora de los casi 70 días de encierro, quienes plasmaron con su ejemplo su apego a la vida y la firme voluntad para enfrentar a la adversidad unidos.

A ellos se sumaron Daniel Herrera, 27 años, conductor de camiones, casado; Omar Reygadas, 56 años, electricista, viudo; Esteban Rojas, 44 años, encargado de mantenimiento, casado; Pablo Rojas, 45 años, cargador de explosivos, casado; Darío Segovia, 48 años, operador de taladro, casado; Yonni Barrios, 50 años, electricista, casado —fue el encargado de elaborar informes médicos de sus compañeros y de vacunarlos—; Samuel Ávalos, 43 años, minero, casado; Carlos Bugueño, 27 años, minero, soltero; José Henríquez, 54 años, encargado de perforación, casado, guía espiritual de los mineros; Renán Ávalos, 29 años, minero, soltero; Claudio Acuña, 44 años, operador de perforadora, soltero; y Franklin Lobos, 53 años, conductor, soltero —ex futbolista con un paso fugaz por el seleccionado chileno—, que representaron la victoria de la esperanza sobre la adversidad, de la vida sobre la muerte.

Los últimos héroes en salir del refugio ubicado a 622 metros de profundidad fueron Richard Villarroel, 27 años, mecánico, soltero; Juan Aguilar, 49 años, supervisor, casado; Raúl Bustos, 40 años, mecánico hidráulico, casado; Pedro Cortez, 24 años, electricista, soltero; Ariel Ticona, 29 años, conductor de maquinaria pesada, casado —su esposa Margarita dio a luz a su tercera hija durante el encierro y la niña fue bautizada Esperanza, a petición de Ariel, en honor al campamento donde estoicamente esperaron el milagro de vida los familiares de los mineros atrapados; y Luis Urzúa, 54 años, casado, topógrafo y jefe de turno en el momento del accidente. Son los hombres que sellaron para siempre uno de los capítulos más dramáticos como humanos de la lucha por la vida.

Esa dramática historia humana comenzó a escribirse el 5 de agosto, cuando los 33 mineros quedaron atrapados a una profundidad de 622 metros de San José, una mina de cobre y oro en el árido desierto de Atacama, en el norte de Chile, luego de que un derrumbre obstruyera el acceso al lugar. El accidente se produjo en la noche, y mientras que la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI) informaba que "la evaluación en terreno indica que se produjo la obstrucción de la rampa principal de la mina", la intendenta de la Región de Atacama, Ximena Matas, revelaba que "en el nivel 300 se generó un derrumbe y los trabajadores estarían más abajo. En ese sector tenemos información de que hay un refugio que cuenta con los elementos básicos y necesarios para que la gente pueda estar durante un tiempo, con oxígeno, resguardo, ropa de abrigo, etcétera".

A pocas horas del desastre, los informes técnicos desvelaban que solamente existía una mínima posibilidad (menos del 2%) de rescatar a los mineros con vida, si es que habían sobrevivido al desastre.

En ese contexto, fue el presidente Sebastián Piñera el que asumió toda la responsabilidad del costo que representaría tamaño emprendimiento de rescate. Y el 22 de agosto —17 días después del accidente—, una perforadora logró llegar a la galería donde se podían encontrar los mineros. Y el milagro comenzó a germinar; un mensaje escrito por los hombres atrapados en la profundidad de la mina emergió con un breve pero vital mensaje: "Estamos bien en el refugio los 33".

Ese aliento de vida conmovió a millones de seres humanos, tanto en Chile, Bolivia y en el mundo entero, porque la certeza de que los mineros estaban con vida fortaleció la decisión de rescatarlos, no importó el costo que ello representaría ni los obstáculos que la naturaleza impondría para llegar al refugio de la vida.

Eran 662 metros de desafío para que el hombre derrote al destino y a la adversidad, a lo inesperado y a la tragedia…, a la muerte.

Esa épica empresa que asumió el pueblo chileno desnudó el sentimiento más profundo y más noble del ser humano: la solidaridad como instrumento vital para enfrentar una tragedia que pudo haber acabado con la vida de 33 mineros. Por eso, es trascendente la lucha del pueblo chileno por la vida; fue un ejemplo de una batalla ganada sobre la muerte.

El rescate de los 33 mineros de la mina San José, norte de Chile, entre ellos un boliviano, se constituyó en un referente que será difícil de olvidar, fue una epopeya humana que arrancó vida de lo profundo de la tierra, una épica batalla ganada por el hombre sobre la muerte.

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La Prensa: Necesidad de corregir rumbos

El Gobierno está a tiempo de corregir errores y encauzar su marcha hacia las expectativas que generó en el pueblo. Puede restaurar la democracia?

Bolivia está siendo sacudida por una serie de problemas. La violencia desatada en instalaciones militares y policiales, por un lado, el creciente narcotráfico y el aumento inconmensurable de las plantaciones por otros, y las actitudes antidemocráticas de los órganos del Estado, por otro.

Mientras esto sucede, inquietando a una sociedad que se va decepcionando poco a poco del Gobierno en el que confió que cambiaría aquel Estado corrupto y abusivo de varios de sus antecesores, se descubren nuevos yacimientos de minerales con alto valor en los mercados que podrían revertir el estado de miseria en el que vive la mayoría de los bolivianos.

Sin embargo, la falta de gestión administrativa eficiente hace que sigamos siendo, ahora más que nunca, mendigos sentados en sillas de oro, mientras el Gobierno se dedica a hacer sólo política de aquella que afecta a los derechos humanos, a las libertades, que somete a la prensa a las más oprobiosas prácticas de la censura y la autocensura y que le amputa al ser humano su derecho no sólo a expresarse, sino a pensar y generar ideas.

Es cierto que ha bajado el índice de miseria y pobreza, pero se debe, sobre todo, a los altos ingresos del Estado por los excelentes precios que adquirieron las materias primas en los mercados internacionales como producto de la alta demanda de China e India. Especialmente del primero de los nombrados que, después de una severa política estatista, se abrió a los capitales extranjeros que permitieran un desarrollo que estaba frenado por un maoísmo recalcitrante.

En China no hay libertad, pero llegará tarde o temprano. La designación como Premio Nobel de la Paz del inclaudicable defensor chino de los derechos humanos, de la libertad de expresión y de prensa, como es Liu Xiaobo, encarcelado desde hace más de una década, puede ser una ventana por la que entren los aires de libertad.

En cambio, en Bolivia empiezan a cerrarse las amplias puertas de la libertad, abiertas de par en par hace apenas 28 años, cuando el pueblo acabó con las tiranías militares. Una ideología totalitaria, que llegó al poder usando el camino de la democracia, se ha extendido por todos los ahora llamados órganos del Estado Plurinacional, que genera y aplica leyes para someter al pueblo y arrebatarle sus libertades.

Pero el Gobierno está a tiempo de corregir errores y encauzar su marcha hacia las expectativas que había generado en el pueblo. Todavía puede recuperar el tiempo perdido y restaurar la democracia que empieza a descomponerse.

Para ello deberá empezar por darse cuenta de que debe anular dos artículos de la Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, corregir la Ley de Régimen Electoral y todas aquellas que se oponen a la misma Constitución Política del Estado y que se generaron desde el propio Gobierno, respetar la independencia de poderes y hacer que los supuestos delitos se juzguen allá donde fueron cometidos. Debería cumplir sus promesas, restablecer la presunción de inocencia y adecuarse a principios jurídicos universales y dedicarse a impulsar la explotación e industrialización de las ricas materias primas que tiene el país.

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El Diario: Las deudas por las “nacionalizaciones”

Desde mediados del siglo pasado, Bolivia se vio atraída por la política de nacionalización de algunas empresas. La nacionalización de la Gran Minería en 1952 estuvo destinada a recuperar para la Nación la propiedad de grandes yacimientos de minerales y, al mismo tiempo, los bienes físicos de tres grandes empresarios mineros. Esa nacionalización se hizo con el pago de una indemnización de 20 millones de dólares, pero su objetivo general era quitar a los empresarios el dominio político que ejercían sobre la vida política boliviana, hegemonía que era calificada por entonces como un “Súper Estado” y, así mismo, convertir al país de la condición colonial a que había sido sometida a la condición nacional.

Posteriormente, otros gobiernos (Ovando y Torres) reanudaron la práctica de las nacionalizaciones con algunas empresas petroleras (Gulf Oíl) y mineras que también fueron objeto de pago de indemnizaciones. Gobiernos subsiguientes no modificaron esa situación, pero a fines de siglo, las riquezas naturales así como los bienes físicos de las empresas de propiedad nacional (bajo administración del Estado) fueron “capitalizados” y pasaron de nuevo a propiedad privada de grandes firmas trasnacionales, vale decir que fueron desnacionalizados.

Ese estado de cosas fue finalmente enfrentado por el Gobierno actual que, sin embargo, hasta el momento se limitó a “nacionalizar” (más propiamente estatizar) empresas de hidrocarburos, energía y telecomunicaciones, aunque no de los ferrocarriles y de aeronavegación que, o bien siguen en propiedad de firmas extranjeras o han desaparecido, respectivamente. Para proceder en esa forma, el Gobierno hizo conocer que los bienes de esas empresas “nacionalizadas” serían debidamente indemnizados, como efectivamente se ofreció.

Pero, a diferencia de las nacionalizaciones realizadas en el pasado, la estatización de las empresas transnacionales que realiza el actual Gobierno se produce con costosas indemnizaciones. Es más, las empresas “estatizadas” no aceptan las indemnizaciones ofrecidas y han acudido a tribunales internacionales para obtener, lo que ellas llaman, un precio justo por los bienes de que fueron expropiados. El monto total, que ahora reclaman tres empresas pasa de los 2 mil millones de dólares. El detalle de las deudas por empresas nacionalizadas es el siguiente:

– 1.000 millones de dólares por acciones e indemnizaciones para las firmas petroleras Repsol YPF, Petrobras, Panamerican Energy, Shell, Ashmore y Oiltankin Group Graña y Monter. Esta estatización fue calificada por el Vicepresidente como “exitosa” y dijo: “…es un buen negocio: $us 7.000 millones a cambio de mil millones, (…) el Estado ha ganado nacionalizando”.

– 188 millones de dólares para la estatización del sector eléctrico, compuesto por las generadoras Corani, Guaracahi y Valle Hermoso.

– 900 millones de dólares por la estatización del holding Euro Telecom Internacional (ETI). Sobre ese monto, esta empresa reclama un pago de un interés compuesto de 10 por ciento.

En síntesis, el total de la deuda de Bolivia a esas empresas pasaría de los 2.100 millones de dólares. Esa cantidad se suma al monto de la Deuda Externa del país que llega cerca de los 3.000 millones de dólares.

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El Mundo: "Una lección"

Es sabido que la experiencia nos da lecciones que de ser aprovechadas nos permiten realizar cambios importantes en el desarrollo de nuestra vida. Cuando las experiencias son ajenas resultan menos dolorosas, pero necesitamos estar atentos para poder cosechar de ellas las lecciones que sirvan para encaminar nuestros pasos. Hace 70 días, el pueblo chileno volvía a aparecer en las noticias del mundo con un hecho trágico, un grupo de 33 trabajadores había quedado atrapado en la profundidad de una mina y eran muy relativos los intentos para conseguir rescatarlos.

Una distancia de casi 700 metros, cubierta por escombros, se hubiera podido convertir en la tumba de aquellos trabajadores, pero quienes tenían la responsabilidad de ponerlos a salvo decidieron no darse por vencidos e iniciaron una tarea titánica, hubo que cavar un túnel del algo más de medio metro de diámetro, en el cual difícilmente podía caber una persona.

El deseo de rescatarlos comenzó a dar sus frutos, no se tardó mucho en enviar una sonda que permitió conocer que los trabajadores atrapados, a pesar de las condiciones en que estaban, habían podido no sólo sobrevivir sino mantenerse en condiciones estables.

Un largo período de más de dos meses, permitió mostrar la entereza de las personas cuando se proponen una tarea y deciden no darse por vencidos; cada día había nuevas señales, tanto de la vida de las personas atrapadas como de los trabajos, no siempre exitosos, de quienes se habían entregado a la tarea de salvarlas. El presidente de la república en persona tomo el mando de la situación y era el primero en ser informado, cada día, de los avances de la situación.

Por fin llegó el día de la prueba y los ojos de todo el mundo estuvieron expectantes, observando el desarrollo de los acontecimientos. Tal como se había planificado y se había previsto, los treinta y tres, uno a uno, fueron saliendo a la superficie para satisfacción, no sólo de la familia y los compañeros de trabajo, sino de toda una nación y de una humanidad que confía en que la tenacidad de las personas no tiene límite y más aun si tiene fe en fuerzas superiores que alientan sus esperanzas.

Y la lección comenzó también a llegar con cada una de las personas que fueron participando directamente de la operación, no sólo se trataba de rescatar al grupo que se encontraba en la profundidad, con el riesgo de su vida, sino que hubo otros que desde la superficie decidieron llegar hasta el interior de la montaña, para llevar la voz de aliento y enseñar el camino del retorno, los rescatistas fueron los primeros en recibir el agradecimiento de familias y autoridades.

Cuando los trabajadores fueron saliendo, cada caso nos mostró la fuerza de la personalidad, a través de lecciones inolvidables, en el primer caso, un niño fue capaz de cambiar los planes minuciosamente preparados y exigió ser el primero en estar a lado de su padre, para estrecharlo en un abrazo que para él se prolongó por una eternidad.

El segundo, con un hecho anecdótico, llegó trayendo consigo un recuerdo de las profundidades de la montaña que fue entregando a cada uno de los presentes y mostrando que la presencia de ánimo resulta imprescindible en el momento de enfrentar la realidad no siempre generosa.

Carlos Mamani, un boliviano integrante del grupo, apenas llegó a la superficie, mostró de rodillas su agradecimiento al Altísimo por haberlo vuelo a la vida y por qué no también a la Pachamama o cualquier representante de sus creencias.

La atención del mundo estuvo presente y no faltó también alguien que intentó arrebatar un poco de la oportunidad, para proyectar una imagen que mostraba lo contario, buscando enterrar en su país la libertad que deben tener todas las personas de expresar sus sentimiento y pensamientos, a través de cualquier medio que la tecnología pueda poner en sus manos y que afortunadamente lo hace.

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Opinión: Mineros de Chile: Una historia de unidad y amor

Horas antes de que se inicien los trabajos de rescate de los 33 mineros chilenos atrapados en la mina San José de Atacama, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, había declarado con enorme optimismo que el operativo para llevarlos a la luz sería un verdadero renacimiento no sólo para los 33 mineros sino para el espíritu de unidad, fuerza, fe y esperanza de Chile.

Las palabras del mandatario chileno comenzaron a cumplirse cuando la cápsula de rescate empezó a funcionar en la noche del martes penetrando a 630 metros bajo tierra en busca de los trabajadores mineros que permanecían en la oscuridad hace 69 días.

Esta historia de rescate en una mina, que hasta donde se sabe no tiene antecedentes similares en el mundo, ha requerido para llegar de la tragedia a una final feliz una serie de compromisos que el Gobierno chileno los anunció y que los ha cumplido. Desde la implementación de una logística que comprende el uso de tecnología avanzada, costosa, y la colaboración internacional, hasta el desembolso de sumas importantes de dinero que ha asumido el Estado chileno. Cooperación y solidaridad han sido puntales del éxito en un drama humano que hace poco más de dos meses no se sabía como podía terminar por las enormes dificultades y la incertidumbre de avanzar en una tarea que parecía titánica.

El mundo entero ha estado en vilo ante la situación que se presentó en la mina de Atacama y la concurrencia de miles de periodistas ha llevado a millones de personas lo acontecido en uno de los episodios más inéditos en la industria minera mundial.

La altísima tecnología que se ha empleado en esta operación de rescate no dispone de la noche a la mañana ningún país por muy desarrollado que sea, por ello mismo el conseguirla, sin duda alguna, ha significado acciones complejas para el Gobierno chileno, pero lo ha logrado al punto de obtener incluso la colaboración de expertos de la Agencia Espacial de los Estados Unidos NASA.

Sin embargo, hay que preguntarse si por sí sola la tecnología es un elemento decisivo y final en situaciones como las que ha enfrentado Chile y su pueblo. La respuesta sería que es importante, pero que mucho más lo es la voluntad, una mentalidad, una forma de gobernar y de comprender que por encima de las máquinas está el respeto y la vocación de valorar más allá de las dificultades tecnológicas y de dinero, la vida, la capacidad que tiene un Gobierno en los momentos más difíciles que le toca enfrentar y reaccionar con la más amplia solidaridad y que en realidad se traduce en el amor por sus ciudadanos, por sus obreros, es decir, por toda su gente.

El Presidente de Chile ha sostenido con gran acierto que en el denominado ?Campamento Esperanza? que fue el lugar de concentración de los familiares y amigos de los mineros, se erigirá un memorial para que las futuras generaciones recuerden la hazaña.

En cuanto concierne a Bolivia, el país se encuentra agradecido con Chile y sus gobernantes, como ha puntualizado el presidente Evo Morales que estuvo en el lugar para expresar precisamente el reconocimiento de su Gobierno y de los bolivianos por haber hecho posible que el boliviano Carlos Mamani, que se encontraba entre el grupo de los mineros, sea rescatado sano y salvo. Mamani, trabajador de la mina, compartió con sus compañeros momentos de angustia, pero al mismo tiempo, junto a los otros, supo mantener la entereza para soportar el encierro con mucho valor y sobre todo disciplina.

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Clarín, Argentina: Ejercicio militar en las Malvinas

Con la realización de maniobras militares en las islas Malvinas, Gran Bretaña hace valer, durante otro año más, su condición neocolonial de potencia ocupante de un territorio en disputa. Las protestas del Gobierno argentino recuerdan y denuncian este hecho, que no por reiterado puede constituirse en fuente de derecho ni admitir la aceptación internacional.

Los ejercicios militares, que incluyeron el disparo de misiles desde las islas Malvinas, se inscriben en una secuencia de creciente atención estratégica por el inicio de explotaciones petrolíferas en el área y la inclusión de las islas en los tratados de la UE. La Argentina no ha obtenido ningún avance más allá del respaldo diplomático al reclamo.

No sólo se mantiene una situación anómala, desoyendo los reclamos argentinos y resoluciones internacionales sino que se ratifica una posición de enclave británico en aguas del Atlántico Sur pese al rechazo latinoamericano a dicha presencia. La protesta argentina ante la embajadora del Reino Unido y ante Naciones Unidas confirma la tirantez existente y la ausencia de canales de diálogo entre Londres y Buenos Aires.

Por lo demás, los comentarios de la Presidenta y el Canciller a través de la red social con sus teléfonos celulares, no ayudan a dotar de la seriedad debida al tratamiento de la cuestión en el terreno diplomático.

Prueba de ello es la reacción que encontraron en la prensa británica, favoreciendo percepciones estereotipadas y anacrónicas sobre los intereses argentinos.

Los ejercicios militares británicos en las Malvinas incentivan percepciones anacrónicas sobre el conflicto. Los comentarios oficiales informales no contribuyen al tratamiento del tema.

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