El ministro de Gobierno Sacha Llorenti ha mostrado que no tiene mucha simpatía por los organismos colegiados, muy particularmente respecto del que supuestamente le incumbe, es decir el de los abogados. Resulta que el muchacho había tenido sus razones. Venció unas cuantas materias en la Facultad de Derecho de la UMSA y cuando la cosa se le hizo cuesta arriba optó por irse a una “universidad” privada, de esas en las que el único requisito es estar al día con las mensualidades y con eso el egreso está garantizado.
No es necesario mencionar la “universidad” de la que supuestamente “egresó” Sacha. Eso es vox populi. Sin embargo las circunstancias más que sospechosas de la trayectoria académica del actual Ministro de Gobierno no le permitieron inscribirse al Colegio de Abogados lo cual le generó en su fuero interno un profundo resentimiento que lo motivo a ver la forma de desquitarse, usando el eventual y efímero poder que disfruta.
La forma que ideó es precisamente elaborar un decreto estableciendo que para ejercer la abogacía no es necesario estar inscritos en el Colegio respectivo. En el decreto poco menos se indica que para administrar justicia no es necesario tener estudio alguno y para demostrarlo se menciona a la “justicia comunitaria”.
Es muy probable que el próximo paso sea disponer que para ejercer la medicina no es necesario ser médico. Al fin y al cabo tenemos “kallawayas”, curanderos y brujos.
Para que a nadie más se le ocurra
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Lo sacaron de la Comisión de Constitución pero, como habíamos anunciado en varias ocasiones, la cosa no quedará ahí. Al senador Eduardo Maldonado los masistas quieren escarmentarlo, no vaya a ser que el mal ejemplo cunda y de buenas a primeras cualquier asambleísta oficialista tenga la peregrina idea de que existe independencia de poderes o, peor aun, de pensamiento y que las órdenes de Evo Morales pueden ser cuestionadas.
Los “tramites” para quitarle su curul están ya avanzados y es una cuestión de horas de que se le anuncie que no puede ingresar al recinto parlamentario ya que su suplente ha quedado como titular. El argumento es muy sencillo: son los partidos los que eligen a los asambleístas; el voto popular importa un comino.
Los alcohólicos predican abstinencia
Esta si que es para no creer: el senador Fidel Surco (en la foto duerme la borrachera anterior) pregona a quien todavía quiere escucharlo que los asambleístas debieran tener ciertas normas y códigos de conducta porque al fin y al cabo se deben a sus electores. No es broma. Sus comentarios los hace a propósito de la intención gubernamental de elaborar una norma partidaria interna que impida que cualquier asambleísta pretenda desmarcarse.
Fidel Surco da la medida del tipo de asambleísta que quiere el MAS y Evo Morales. En esa medida todo está permitido: pegarse unas jaranas de padre y señor mío; chocar vehículos y luego comprárselos, al fin y al cabo la plata sobra. Y, con tanta “guita” en el bolsillo hasta pueden darse el lujo de aconsejar conductas éticas. Lo que si no está permitido es desobedecer al “jefazo”.