Evo el Inmortal


cocalero Su Excelencia nos acaba de informar que ha sido objeto de innumerables atentados a lo largo de los años: veneno, ráfagas de ametralladoras y toda una parafernalia de artificios letales que no pudieron terminar con el Rambo criollo, a quien los dioses del panteón indígena-originario deben haber ungido con alguna mística capacidad para sortear los ataques de sus siniestros enemigos imperialistas y capitalistas. Esto es lo que se desprende del discurso presidencial dado en la tarde de este sábado en la cocalerísima Lauca Ñ, en Cochabamba, donde Evo Morales aportó otro elemento para la construcción de su propio culto a la personalidad: la aureola de inmortalidad que rodea a todo líder mesiánico que se precie, desde Fidel Castro hasta Adolf Hitler. En realidad, se trata de una antigua técnica empleada por los autócratas de los más diversos signos ideológicos. El objetivo es proyectar la imagen del caudillo a un plano sobrehumano, como un emisario de la Providencia (derecha) o de la Historia (izquierda). De esto sabe mucho el tirano caribeño mencionado arriba, quien parece haber transferido parte de su know-how dictatorial a Evo Morales, a través de una línea discipular que tiene a Hugo Chávez como eslabón intermedio. Durante décadas, ha sido pan de cada día para los cubanos oír sobre los múltiples atentados fallidos contra el Líder de la Revolución, invenciones que los servicios de inteligencia difundían y muchas agencias internacionales repetían de manera ingenua o cómplice, logrando que la idea de un Castro cuasi inmortal terminara por ser parte de la cultura popular mundial. De esto se trata el discurso de Lauca Ñ, amén de cierta paranoia que suele aparecer como reverso necesario en la medalla de la megalomanía.

Bajo rendimiento de las reservas internacionales

El ministro de hacienda, Luis Arce Catacora, suele jactarse del modelo económico del evismo en cuanto foro internacional se le cruza en el camino, y a veces hasta cuenta con publirreportajes que repiten esa especie. Uno de los ejes invariables de ese discurso es la exagerada ponderación de las reservas internacionales acumuladas por Bolivia en los últimos años, cifra considerable (8.000 millones de dólares) pero que no se debe a ninguna alquimia financiera del gobierno de Evo Morales, sino a una simple variación en los precios internacionales de hidrocarburos y minerales. Lo que no dice Arce Catacora es que los intereses pagados a Bolivia por esas reservas en el último año son de apenas 60 millones de dólares, lo que no parece cerrar en ningún cálculo elemental. Cualquier ahorrista espera alrededor de un 5% de rendimiento sobre sus fondos, aún más tratándose de un gobierno que debería maximizar beneficios para una reinversión pública en aspectos sociales. Toda lógica indica que el rendimiento de las reservas debería ser de 400 millones de dólares anuales, pero hay 340 que parecen haberse perdido en el camino, equivalentes, por ejemplo, a diez veces el presupuesto de Bolivia en materia de salud.

[email protected]