Índice de los Editoriales de Periódicos
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El Día: Imágenes del pasado
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Bajo el Penoco, El Día: El gordo y el romántico
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Los Tiempos: HACIA EL “RANKING DEL RACISMO”
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El Deber: Guerra de la coca
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Cambio: Diplomacia de los pueblos avanza
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La Prensa: Literatura y la Ley del Racismo
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El Diario: FFAA y torturas en los cuarteles
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El Mundo: Fundamentalismo
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Opinión: Subempleo, informalidad y falta de seguridad social
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Clarín, Argentina: Escasos recursos para la Justicia
El Día: Imágenes del pasado
La imagen de Evo Morales junto a Alan García saludando a orillas del mar, en el puerto peruano de Ilo, no puede dejar de vincularse a lo sucedido el 24 de febrero de 1992, cuando los presidentes de ambos países, Jaime Paz Zamora y Alberto Fujimori, sellaban un acuerdo mediante el cual, Bolivia obtenía grandes facilidades para utilizar una playa de cinco kilómetros que fue bautizada como “Boliviamar” para construir un puerto propio, que ayude a aliviar la mediterraneidad del país y superar las restricciones que debe soportar el libre tránsito de mercaderías, por el Tratado de 1904 con Chile.
Han pasado 18 años desde aquel hecho que fue calificado como histórico, porque Bolivia no sólo parecía superar el enclaustramiento marítimo, sino que afianzaba los lazos de amistad y cooperación con uno de los mejores aliados que ha tenido Bolivia a lo largo de su historia. Lamentablemente, de aquel tratado apenas queda como testigo un gigantesco monumento de hierro que hoy está corroído y a punto de derrumbarse, ya que los sucesivos gobiernos no construyeron ni un solo muelle para cargar y descargar los barcos que supuestamente iban a llegar a montones a ese puerto.
En 18 años, la diplomacia boliviana, cuya prioridad fundamental debería ser el tema marítimo, mantuvo la misma conducta errática de siempre, que no la llevó a ninguna parte. Los exportadores y comerciantes bolivianos siguieron usando los puertos chilenos, tal como lo determinaron aquellos gobernantes y sectores dominantes de la política andinocentrista que rifaron las aspiraciones marítimas en 1904, mientras que Chile afianzaba, como lo hace muy claramente en la actualidad, la posición de que a Bolivia no le va a otorgar jamás soberanía sobre los territorios que fueron usurpados en la Guerra del Pacífico de 1879.
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Los gobernantes bolivianos nunca han manejado una política coherente frente a Chile y se han mantenido con movimientos pendulares de acercamiento y tensión, dependiendo, sobre todo, de la conflictividad interna que han enfrentado los gobiernos de turno. El tema marítimo siempre ha sido el “caballito de batalla” que constantemente ha servido de manera muy efectiva para crear efervescencia en la población y desviar la atención sobre las infaltables crisis políticas.
En este contexto, Bolivia es la única que pierde. El país no sólo se mantiene enclaustrado, sino que en esta ruta diplomática tan pedregosa, se pierden grandes oportunidades, como ocurrió con Ilo en estas dos décadas o como sucedió el 2003 con un gigantesco proyecto energético. Desde el punto de vista comercial, tampoco se aprovecha la complementariedad que podría haber con Chile y no se incursionan en alternativas que ayuden a superar las barreras del transporte, como podría ocurrir con la hidrovía Paraguay-Paraná.
La llegada de Evo Morales y la postulación de su famosa “diplomacia de los pueblos” generó algunas esperanzas de poder avanzar con Chile. Lamentablemente todo se quedó en artilugio mediático. Chile afianzó internacionalmente la posición de que “a Bolivia no le debe nada” y al presidente Morales se lo ve hoy, en Perú, replicando imágenes repetidas del pasado que no prometen mucho.
La llegada de Evo y su ‘diplomacia de los pueblos’ generó esperanzas de avanzar con Chile. Lamentablemente todo fue un show.
Bajo el Penoco, El Día: El gordo y el romántico
Los sapos que se habrán tenido que tragar Evo Morales y Alan García antes del encuentro que mantuvieron ayer en Ilo, donde se fundieron en un abrazo que supuestamente termina con varios años de insultos y rencillas. Al parecer todos los problemas quedaron superados, a juzgar por los comentarios posteriores que hizo el jefazo mientras caminaba por las playas de Boliviamar. “Si algún día me caso, pasaré mi luna de miel en Ilo”, dijo Morales a los periodistas que registraron el momento, que sirvió para recomponer las maltrechas relaciones entre dos países que podrían considerarse “siameses”. Alan García, a quien Evo Morales llamó “gordo” en alguna ocasión, se deshizo en piropos hacia su colega y no dejó de hacer augurios para que Bolivia recupere su salida al mar. Bien por los deseos, las palabras y los abrazos, pero, todo eso hay que demostrarlo con hechos. Perú tiene que ser más claro en su posición frente a un conflicto que no es sólo de Bolivia y Chile y en el caso boliviano, definir también cuál va a ser la conducta política, más allá de las poses y las condecoraciones.
Los Tiempos: HACIA EL “RANKING DEL RACISMO”
Para que éste no parezca un ejercicio arbitrario sino un instrumento de medición objetiva, tendrá que plasmarse en un determinado coeficiente
El director de Lucha contra el Racismo, dependiente del Viceministerio de Descolonización, ha anunciado que la repartición a su cargo elaborará durante los próximos meses un "ranking del racismo" cuya primera versión será publicada el próximo mes de diciembre.
De acuerdo a las explicaciones dadas, el "ranking del racismo" será un instrumento de medición que posibilitará que los medios de comunicación de nuestro país sean clasificados según una escala en función al grado de racismo que dejen traslucir. Se podrá así determinar con precisión matemática, según las aclaraciones hechas por la autoridad, qué medios son los más racistas y cuáles los menos racistas.
No es difícil imaginar en qué consistirá la labor de la comisión evaluadora. Dedicarán seguramente su tiempo a medir todos los días -cronométricamente a los medios audiovisuales y geométricamente a los impresos- para determinar la extensión -en segundos o en centímetros, según el caso- de los contenidos dignos de figurar en algún punto de la escala del racismo. Tal escala, como es de suponer, tendrá que estar basada en un glosario que contenga todas las palabras, con sus respectivas connotaciones y gradaciones de matiz, que puedan ser identificadas como instrumentos de la transmisión de ideas y/o sentimientos racistas, entre muchos otros instrumentos necesarios para cuantificar elementos que solían ser considerados subjetivos. Habrá que desarrollar técnicas para medir el racismo de una imagen, un dibujo o una fotografía, por ejemplo.
Para que tal "ranking de racismo" no parezca un ejercicio arbitrario, sino lo que pretende ser -un instrumento de medición objetiva- tendrá que plasmarse en un determinado coeficiente que, al ser puesto en relación con las múltiples variables que tendrán que ser consideradas para efectuar el cálculo final, arroje datos suficientemente precisos para ser clasificados ordinalmente y sometidos a periódicas comparaciones sincrónicas y diacrónicas.
Según el anuncio de la autoridad responsable de tal misión, para la ejecución de la misma se cuenta ya con "un equipo técnico especializado en el tema". Y aunque no aclaró dónde fue que los expertos adquirieron tal especialización, ya que en nuestro país no hay antecedentes de ese tipo de prácticas, sí tuvo el cuidado de aclarar que los datos arrojados por tal investigación no serán utilizados de ningún modo para sancionar a los medios.
Dadas las circunstancias por las que atraviesa nuestro país, ya no es sorprendente que este tipo de anuncios se produzcan y tampoco que sean recibidos por la sociedad con una naturalidad impensable en otros tiempos. Lo que sí es sorprendente, y muy lamentable, es que el proyectado "ranking del racismo" cuente con el apoyo "técnico y económico" del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Bolivia, el mismo funcionario que secunda la versión gubernamental según la que los artículos 16 y 23 de la ley 45 no afectan en nada a la libertad de expresión.
El Deber: Guerra de la coca
El presidente Evo Morales admitió por primera vez en los últimos días que parte de la coca producida en el Chapare, donde él sigue siendo dirigente sindical, sirve al narcotráfico.
Eso lo sabían todos los bolivianos incluso antes de que el actual presidente llegue a la primera magistratura del país. Se lo sabe muy bien, porque Bolivia se comprometió con la comunidad internacional a cultivar solamente 12.000 hectáreas de coca –suficiente para el consumo legal- con lo que todas las plantaciones del Chapare quedan en calidad de ilegales, “excedentarias”, según el eufemismo inventado por las autoridades.
La información que deberá entregar ahora el Gobierno es la exacta medida, en hectáreas, de los cultivos de coca que, según el presidente, se van al narcotráfico. Luego de eso se debería anunciar el plazo de erradicación de esos cocales, cuya ilegalidad ha sido admitida por el propio presidente.
Eso es lo que, con otras palabras, están pidiendo los cocaleros de Yungas de La Paz, cansados ya de que el Gobierno concentre sólo en la zona donde ellos operan los esfuerzos de erradicación y deje libre al Chapare.
Todo el conflicto que se vive ahora en los Yungas se debe a la rivalidad que existe entre los dos polos cocaleros del país y que se acrecienta conforme el Gobierno hace nuevas preferencias por el Chapare.
Es tan grave la situación que los cocaleros del presidente Morales han amenazado con marchar sobre los Yungas y obligar a los cocaleros paceños a levantar el bloqueo de protesta que cumplen desde principios de octubre.
La protesta comenzó con un motivo diferente. Se trataba de rechazar una normativa que el gobierno había propuesto para la comercialización de la hoja, normativa que estaba inspirada en el deseo de evitar el desvío del producto hacia el narcotráfico.
El Gobierno retiró su iniciativa con mucha presteza e incluso llegó a proponer que sean los cocaleros quienes participen en la elaboración de una normativa, en consenso con las autoridades, pero los cocaleros de Yungas no quieren levantar los bloqueos.
Es decir que el Gobierno había propuesto a los cocaleros legales e ilegales participar en la elaboración de una normativa del Estado boliviano. Parece un absurdo, pero esa era la figura.
Pero los cocaleros de Yungas no aceptan nada de lo que les propone el Gobierno. Sólo quieren mostrar al país que ellos están cansados con los privilegios de que gozan los cocaleros del Chapare.
Esta guerra entre cocaleros tiene paralizado el tráfico que pasa por los Yungas y que comprende otros productos, además de la coca. Son cientos los camiones que están bloqueados en la zona, mientras el presidente Morales dice que no irá al diálogo porque se trata solamente de una jugada de los dirigentes sindicales que quieren ser reelegidos.
Es decir que un conflicto entre cocaleros tiene paralizado el comercio hacia la sede de gobierno de Bolivia.
Comparado con el daño que hace el narcotráfico a los bolivianos, a la economía, a la ecología y a la imagen del país, es poca cosa, pero muestra que la realidad de la coca se ha convertido en un monstruo que amenaza a toda Bolivia.
Cambio: Diplomacia de los pueblos avanza
Los tratados de paz firmados al terminar la Guerra del Pacífico no pudieron ser más nefastos para Bolivia. Desde el tratado de 1904, firmado con Chile, y el de 1929, entre Chile y Perú, que entregaba Arica, puerto natural de Bolivia, al vencedor de la guerra.
Ambos tratados dejaron al país en una condición jurídica lamentable y a merced de sus vecinos para poder tener vinculación marítima con el Pacífico.
Desde esos tiempos no tan remotos, Bolivia ha soportado las políticas internacionales de los dos vecinos, a veces amables y a veces francamente bloqueadoras e incluso agresivas, como el caso del río Lauca en los 60.
El Perú ha tenido también actitudes ambivalentes con Bolivia, como su arbitraje por el conflicto del Chaco con Argentina. No debemos olvidar que Perú tiene la llave del candado para abrir la posibilidad de acuerdos soberanos con Chile.
El gobierno del presidente Evo Morales Ayma y las políticas de relaciones internacionales dirigidas por el canciller David Choquehuanca han abierto nuevos cauces a las relaciones con nuestros vecinos.
Tras una relación de conflicto emocional llevada adelante por Carlos Mesa, o la de negociaciones marcadas por el rezo del rosario por el MNR, pasando por la franca amistad y complicidad de los dictadores Banzer y Pinochet, hoy Bolivia tiene un arma de negociación nueva: La soberanía en las decisiones y una política de amistad a pesar de las diferencias ideológicas.
Esto lo comprendió Chile muy rápidamente, así se inauguró una política de acercamiento y respeto que terminó en franca amistad con la presidenta Bachelet, que continúa con el presidente Piñera.
Por su parte, el Perú desarrolló una política de conflicto con Bolivia, marcada por las diferencias ideológicas de sus gobernantes hacia la vecina mediterránea. Política que no podía continuar dado que los procesos de integración son más importantes que los de cruce de palabras, así lo expresó el jefe de la diplomacia peruana, ratificada por nuestros gobernantes.
Esta situación muestra que Bolivia, pese a su mediterraneidad, pesa en el equilibrio de la costa del Pacífico.
Las enormes capacidades comerciales bolivianas son importantes para las economías de los dos vecinos; tanto para el norte de Chile como para el sur del Perú son la fuente económica de su desarrollo.
En lo cultural, ambas fronteras están marcadas por la presencia aymara, cuyo núcleo central identitario está en Bolivia, por eso no es raro que la diablada se baile en Puno y en Arica, aunque se cambien los nombres. En lo social, casi todos los bolivianos, en especial los collas, tenemos familiares y amigos en ambos países, y viceversa.
No podía ser de otra manera que, más allá de las políticas gubernamentales, los tres pueblos demanden una mejor integración.
En este contexto, al fin los mandatarios Evo Morales y Alan García dejan de lado las confrontaciones verbales y se dan un abrazo fraterno en las costas moqueguanas y deciden construir una nueva relación en beneficio de dos pueblos históricamente hermanados.
Mutuas felicitaciones, condecoraciones, canto de himnos y otras actitudes de reencuentro marcan un día histórico.
El presidente Evo Morales señala que Bolivia se congratula de volver a encontrar a su vecino y hermano, con el cual nos une la cultura y la historia; que con el Perú hemos vivido una larga historia de solidaridad y comunidad; y también recordó los 200 años de lucha por la independencia y los héroes indígenas que la iniciaron.
Un encuentro de mutuo beneficio para los pueblos, que también fue saludado con alegría desde Londres por el presidente Piñera.
Los acuerdos logrados son trascendentes: facilidades de tránsito para las mercaderías es lo que Perú ofreció y firmó en favor de Bolivia. Aspecto fundamental para desarrollar un comercio libre.
Puntos de atraque exclusivos en el puerto, otra necesidad importante para vincularnos a los mercados asiáticos, los más grandes del mundo actual. Zona franca, que nos liberará de compartir espacios y tener nuestra propia decisión en cuanto a importaciones.
La liberación de gravámenes arancelarios, que nos permitirá comerciar en nuestros propios términos económicos sin cargas encarecedoras de los productos.
El turismo fue otro punto clave del encuentro, que abre la posibilidad de inversiones bolivianas en Ilo y Boliviamar; nuestras empresas hoteleras y turísticas abren un mercado dentro del país para que los bolivianos podamos descansar frente al mar a precios más accesibles.
Es de resaltar, en el discurso peruano, que Ilo se puede constituir en un puerto alternativo para la exportación del hierro del Mutún, si acaso las vinculaciones con el Atlántico no abastecieran.
La lucha contra el contrabando y el narcotráfico ha sido otro punto importante, dado que Bolivia ha demostrado una vocación de erradicar la cocaína que nos afecta a ambos.
En resumen, un éxito remarcable de la diplomacia de los pueblos que desarrolla el gobierno del presidente Evo Morales, que además incluye un fortalecimiento de Unasur.
Al fin los presidentes Evo Morales y Alan García dejan de lado las confrontaciones verbales y se dan un abrazo fraterno en las costas moqueguanas y deciden construir una nueva relación en beneficio de dos pueblos hermanados históricamente.
La Prensa: Literatura y la Ley del Racismo
Más que incentivar un sentimiento racista, ambas novelas no son sino testimonios de aquella Bolivia de la primera mitad del siglo XX?
El Viceministro de Descolonización declaró que, tras la aprobación de la Ley 045 Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, el Gobierno nacional tiene como objetivos realizar cambios profundos en el sistema educativo y de esa manera se buscará que no existan en nuestro sistema educativo contenidos considerados racistas. Unos días antes el Ministro de Educación había mencionado que algunos libros, a pesar de ser considerados patrimonio literario de Bolivia, deben ser leídos con ?orientación? dados sus contenidos racistas o de discriminación.
El señor Viceministro señala que uno de los primeros pasos que se den en ese sendero será excluir de la currícula escolar la lectura de las novelas Raza de bronce, de Alcides Arguedas, y La Niña de sus ojos, de Antonio Díaz Villamil, como pasos importantes para lograr la ?descolonización del Estado?. El señor Viceministro asegura que el tema de la nueva malla curricular tiene que ser la construcción de una identidad nacional que no tenga que ver con el Estado ?racista y patriarcal?. De pronto la pregunta que nos acomete es ¿cómo se logrará construir una identidad nacional en un Estado plurinacional donde, se dice, existen 36 naciones diversas?
En principio, más allá de los conceptos ideológicos y étnicos que puedan haber cultivado don Alcides Arguedas y don Antonio Díaz Villamil, deberíamos tomar en cuenta que los temas y personajes que se desarrollan en sus novelas transcurren en un escenario que no es otro que aquello que era la cotidianidad que se vivía en nuestra Bolivia durante los primeros años del siglo XX y donde evidentemente se destacaban las diferencias sociales marcadas esencialmente por las diferencias raciales. Quien desee contar una historia enmarcada en esos años ?y aún mucho después? de ninguna manera podría soslayar el racismo que en cierta manera determinaba el trato entre los seres humanos en nuestro país.
Al hablar de una novela, y eso debería tener muy en cuenta el señor Viceministro, más allá de los elementos que hacen a la historia que un autor ha imaginado, utiliza como escenario la cotidianidad que conforma un espacio social y un tiempo. En ello también se incluyen las normas que rigen las relaciones sociales. Vale decir, la gran novela rusa, más allá de sus virtudes literarias, tiene la particularidad de mostrarnos la realidad social y económica que vivía ese país en la antesala de lo que fue la Revolución comunista, una realidad que difícilmente puede reflejar un libro de historia o un estudio político?filosófico.
Por ello, creemos que, más que incentivar un sentimiento racista, Raza de Bronce y La niña de sus ojos no son otra cosa que formidables testimonios de las reglas que normaban la relación de las personas de la sociedad boliviana durante la primera mitad del siglo XX y aún antes.
Cualquier medida que se adopte contra una obra de Arte acusándola de racista o discriminación no sólo suena a una limitación extrema a la Libertad de pensamiento. De otra manera, aquellos objetivos realmente loables que hacen necesaria una Ley Contra el Racismo en un medio como el nuestro corren el riesgo de convertirse en una simple caza de brujas, que no beneficiaría absolutamente a nadie.
El Diario: FFAA y torturas en los cuarteles
Para nadie es un secreto que las Fuerzas Armadas, en los “órdenes abierto y cerrado”, que implican el manejo de armas, la teoría y educación cívica, conjuntamente los ejercicios y entrenamiento, deben lograr resultados óptimos; nadie ignora tampoco que la vocación militarista y armamentista de los militares profesionales les hace concebir la inminencia de enfrentamientos, guerrillas o guerras. Parece que, por principio, no conciben que los pueblos pueden y deben vivir en paz y armonía.
Conforme a esas normas en el entrenamiento militar instruyen y entrenan a cadetes y soldados para los hechos más increíbles que, supuestamente, “pudiesen presentarse en tiempos de guerra”. La alusión sería válida si las guerras estuviesen permanentemente en la vida de los bolivianos. Lo grave es que los entrenamientos están plenos de ejercicios que son atentados a los derechos humanos.
Diversos canales de televisión, con el mejor de los criterios, han mostrado imágenes de torturas a los reclutas; el griterío escuchado por efecto de los choques eléctricos y otras torturas enardeció los ánimos de muchas madres y familiares que jamás estarían conformes con semejantes tratos a sus seres queridos. Los métodos utilizados por los militares son inhumanos, degradantes e incivilizados; son hechos de tortura que buscan lastimar, denigrar al soldado y hacerle sentir dolores y sufrimiento que no tiene por qué soportar.
La explicación de los “mandos” es que “se trata de hechos normales para fortalecer la capacidad física y para templar el espíritu para el caso de interrogatorios por parte del enemigo”. Una explicación absurda y peregrina que no corresponde y que es atentatoria, inmoral, sañuda e ignorante.
Para los mandos militares, “los antiguos hacen con los mostrencos lo que hicieron con ellos”. Atenidos a esta costumbre incivilizada, se permiten entrenamientos que salen de toda lógica y entendimiento de lo que debería ser un verdadero, consciente y civilizado entrenamiento; pero, parecería que para los militares no existen textos ni vídeos ni forma pedagógica alguna para mostrar los extremos que se sufre en una guerra y prefieren someter a las torturas más inhumanas a quienes, “por cumplir con el servicio militar” acuden a los cuarteles y, a quienes, en los institutos profesionales, buscan una profesión militar pero sin saber los rigores a los que serán sometidos, inclusive con peligro de perder la vida.
Será preciso que la obligatoriedad de servir en los cuarteles desaparezca – aunque, según los casos y las circunstancias, es muy fácil rehuir al servicio militar tan sólo erogando determinada cantidad de dinero para conseguir la libreta de servicio auxiliar –. Por supuesto, la formación y educación de militares, en sus respectivos institutos, deberá ser más acorde con los derechos humanos y las normas más elementales de respeto a la dignidad de las personas. Creer que “todo lo que se hace es parte de los estudios” es equivocar los caminos y es contravenir principios universalmente proclamados de respeto, evitando salvajismos que nadie precisa saber ni practicar para su aplicación en “guerra o confrontaciones” que nunca sucederán o, si ello ocurre, dará lugar a que cada persona responda de sus actos conforme a su formación en valores.
El Mundo: Fundamentalismo
Los acontecimientos nos traen a la memoria un hecho que causó indignación en la opinión pública mundial, al recordarse un nuevo aniversario del atentado del 11 de septiembre, cuando se derribaron las torres gemelas en los Estados Unidos, un pastor protestante proponía la quema de textos de El Corán, por la relación de este hecho con militantes musulmanes que reconocieron como propia la agresión. Alguien dijo que no se podría quemar la Basílica de San Pedro, porque un católico despistado pudiera cometer un atropello en cualquier parte del mundo, preocupado porque lo que sucede en ese lugar pueda ofender a su Dios.
Algo parecido vemos cuando por defender a la comunidad aymara, se busca eliminar la presencia de ciertos libros dentro de las escuelas, considerando que ellos son ofensivos a la Pachamama, porque muestran algunos aspectos de discriminación racial.
El hecho está muy relacionado con la actualidad que tiene movilizados a los periodistas en todo el país y que inclusive sirve para recolectar firmas para apoyar el derecho a la información que debería permitir que las personas reciban todo cuanto se publica y no sólo lo que conviene al gobierno de turno, porque las leyes, contrariamente a lo que sucede en otra situación, permanecen aunque las personas cambien y tal vez otros pueden verlas también de diferente manera.
Consideramos atinado que se trate de observar lo que sucede en las escuelas, porque como lo dijimos en más de una oportunidad, el problema es más que todo de educación, pero vale la pena afinar la puntería, para evitar que se cometan errores. En cuanto a la historia se refiere, mientras algunos autores optan por la contextualización de los hechos salientes de la vida nacional para mostrarlos, otros nos ofrecen listas de gobernantes y algunos actos realizados en cada gobierno; de esa manera, la historia se convierte en una lista que el profesor ha de exigir que se repita de memoria, pero no ha de favorecer de ninguna manera a la formación del criterio de los estudiantes.
Cuando se produjo el decreto de la reforma educativa, se puso en evidencia el hecho de que se había mantenido para todas las escuelas del país el mismo texto y en muchos casos, la situación resultaba absurda, ya que halaban de situaciones desconocidas para los estudiantes.
Recordamos que se logró la sustitución de algunos libros que hablaban de vicuñas y kantutas y que no tenían ningún significado para los estudiantes del oriente, como hubiera sucedido si en la parte occidental del país se hubiera hablado de ejemplares de la fauna y de la flora del oriente. Recodamos que en la película Chuquiago se presenta el caso en que un maestro está enseñando a leer a los niños en el campo y les hace repetir la frase: “el niño come torta” peor cuando el visitante pregunta a los estudiantes si sabían que era una torta, no la tenían como parte de su realidad.
Es importante que se produzcan algunos cambios, es importante que se cambie la mentalidad, pero es muy peligroso asumir posiciones fundamentalistas que pueden llegar a profundizar posiciones extremas dentro de una sociedad, recordamos con temor la guerra civil de Irlanda, donde protestantes y católicos sostuvieron una guerra interminable; o lo que sucede en el medio oriente entre judíos y musulmanes.
Reiteramos nuestra esperanza en que lo que sucede lejos de nuestras fronteras pueda constituirse en un ejemplo digno de ser utilizado para evitar su repetición, a no ser que por ahí alguien esté pensando que las cosas se resuelven a bala, como sucede en algunos de los lugares mencionados.
Opinión: Subempleo, informalidad y falta de seguridad social
Un informe del Banco Mundial ha clasificado a Bolivia como país de ingreso medio-bajo al haber subido el ingreso per cápita promedio de 896 a 1.683 dólares. El informe podría generar comentarios positivos porque la clasificación establece una mejora en las condiciones económicas de la población.
La clasificación que realiza el Banco Mundial de acuerdo a lo explicado por la Fundación Jubileo, organismo especializado en temas económicos, la realiza para categorizar sus operaciones financieras o sea es un factor importante para determinar el tipo de crédito y las condiciones de acceso a financiamientos, lo que determinará que en el futuro, Bolivia tenga condiciones menos favorables que las actuales para ese tipo de operaciones.
Este informe, a primera vista, expresa optimismo porque al tener mejores ingresos la población, se podría decir que las condiciones económicas han mejorado, beneficiando la calidad de vida de las personas. Sin embargo, como señalan los expertos, cuando se utilizan indicadores financieros promedio provoca que se excluyan aspectos sociales y de desarrollo humano.
Para autoridades del sector económico del Gobierno el aumento de categoría económica de Bolivia de país pobre a país pobre-medio es resultado de las políticas económicas que impulsa el presidente Evo Morales y que ha logrado establecer equilibrios importantes en la economía, con un crecimiento de las reservas internacionales del Banco Central.
Los avances en esta materia pueden ser significativos, pero los resultados económicos aún no son apreciados por el ciudadano en su propio bolsillo como reconocen las mismas autoridades, o sea que sólo la macroeconomía tiene resultados positivos. Y esto es tan cierto que, por ejemplo, si bien el desempleo señala una tasa al primer trimestre de 2010 de 6.9 por ciento, manteniendo su nivel histórico, existen otros problemas que encubren o disimulan una realidad social que tiene que ver, precisamente, con la falta de empleo.
La informalidad es mayor al 60 por ciento junto con la exclusión del sistema de seguridad social.
Un porcentaje de 6.9 por ciento en el desempleo, seguramente, sería un avance en las políticas oficiales para crear empleos, empero, la realidad es que miles de bolivianos por necesidad y marginalidad laboral han creado sus propios ?empleos? o actividades para sobrevivir. Las calles de las ciudades están repletas de hombres, mujeres y niños que venden alimentos, fruta en carretillas, y otras mercancías que engloban un verdadero círculo de informalidad.
Para conocer esta realidad no es necesario teorizar mucho y aunque las estadísticas la respalden, lo cierto es que se la puede observar en las principales ciudades del país. En Cochabamba, el comercio informal ocupa cada vez con mayor presencia calles y avenidas de la ciudad, agravando no sólo un problema de índole laboral, sino provocando problemas en el ordenamiento urbano de la ciudad, donde la toma de aceras y lugares destinados a los peatones agrava el caos vehicular.
La creación de fuentes de trabajo estables con sistemas de seguridad social de acuerdo a lo que dispone la ley es una tarea pendiente de los gobernantes y de sectores empresariales productivos, para incorporar a grandes sectores de la población a la economía productiva nacional, intentando, de tal modo, vencer ese enorme deterioro laboral que se origina en el desempleo y el trabajo informal.
Clarín, Argentina: Escasos recursos para la Justicia
El Poder Judicial cumple funciones básicas como preservar la Constitución Nacional, garantizar los derechos de las personas, frenar los abusos estatales, sancionar los crímenes y, en general, canalizar la conflictividad social. Estas tareas son llevadas adelante en condiciones cada vez más complejas, debido a las restricciones presupuestarias y a la ausencia de políticas que concreten reformas indispensables.
El Presupuesto para el año 2011 enviado por el Gobierno al Congreso prevé 778 millones de pesos menos que la suma requerida por la Corte Suprema, y esto implicará que no podrán concretarse proyectos de informatización, refacciones y tampoco se construirá la nueva Morgue judicial.
El problema se refleja también en la mayoría de las jurisdicciones provinciales. Mientras unas pocas provincias han avanzado en la extensión y modernización de sus juzgados, en muchas otras hay carencias básicas que perturban la labor judicial, y esto debido básicamente a la postergación presupuestaria.
Al mismo tiempo que critican la demora de los tribunales en la resolución de los pleitos, las autoridades políticas no han promovido iniciativas destinadas a sumar más recursos, incrementar el número de juzgados y modernizar las pautas organizativas y de trabajo. Tampoco, por lo menos, han evitado dilatar la designación de jueces para los numerosos cargos vacantes. Esta persistente pasividad política afecta la autonomía judicial y provoca crecientes perjuicios en la sociedad, ya que son los ciudadanos los afectados por la deficiente prestación de un servicio básico.
En los últimos años se viene registrando un incremento de la litigiosidad social -entre otras razones, por el cuadro de inseguridad y por los abusos estatales que obligan a jubilados y a otros particulares damnificados a entablar un juicio-, que hace que se incremente el número de causas que debe procesar la Justicia. En este contexto, los tribunales demorarán cada vez más en expresar la palabra de la Justicia.
El Proyecto de Presupuesto para 2011 prevé menos recursos para la Justicia que los requeridos por la Corte, lo cual afectará obras previstas y la evolución de los procesos.