Hogueras…

CayetanoEntre paréntesis…. Cayetano Llobet T.

Las mentes totalitarias son fundamentalistas. Sólo tienen dos referencias: el cielo y el infierno. Una vez que el gobierno ha atrapado la veta del racismo es imposible que la suelte por una razón muy sencilla: es una de sus nuevas referencias de ortodoxia. Y sin ortodoxia no hay herejes ni infieles… ¿a quién se quema?

Se comenzó con los medios  -algo absolutamente previsible a partir de las confesiones de enemistad presidencial-  como forma de terminar con la opinión. No hay cabeza totalitaria que admita opinión.  Y ahora se viene la segunda etapa: la de la educación. Hay que pensar en la educación única y oficial y eso pasa por la restricción de “ciertos libros” que no tengan que ver con “el Estado racista y patriarcal”.



Porque los fundamentalismos no admiten nada que no sea lo fundado o creado por ellos. El Viceministro de Descolonización, orgulloso de su fundamentalismo, lanza esta atronadora constatación: “Hasta la estructuración de nuestras leyes, todas son de afuera, occidentales. Los abogados leen los códigos napoleónicos, leyes romanas.”  Confieso que, en todos mis estudios, jamás me he topado con algún código heredado de Manco Kapac o de Atahuallpa,  y tampoco he tenido la oportunidad de acceder a los comentarios a la jurisprudencia aymara del canciller Choquechuanca.  ¿Podrá ser tomada esta mi confesión de ignorancia como una expresión de racismo?

Durante siglos, monjes, curas, obispos y papas, se cuidaron de ser los guardianes de la verdad: la de ellos. La Inquisición es sólo la consecuencia de esa concepción: hay una sola verdad y el que se aparta de ella es un hereje. La hoguera es sólo el adorno final.  Uno de sus secretos fue la prohibición de libros: el Index era el listado de los libros prohibidos, los que podían hacer daño. Y no hablo de la Edad Media. Todavía he conocido en la biblioteca del colegio de los jesuitas una sección  -la de más abajo-, protegida por una malla de alambre y cerrada con llave. Allí estaban, botados, como en basurero, esos libros. Esa sección de la biblioteca se llamaba, nada más y nada menos, “El Infierno”. ¿Serán las prácticas inquisitoriales de la Iglesia el modelito de descolonización que más le gusta a Evo Morales?

Los fundamentalismos no han cambiado. Es cierto que el fundamentalismo del gobierno boliviano no tiene las bases ni el seguimiento del que apoya a Ahmadineyad, pero ¡cuántos ayatolas tiene!  Son una suerte de curas persiguiendo a todo aquel que no se apegue a su ortodoxia. Están convencidos de que ahí afuera, existe un mundo raro, un mundo de locos, que se hizo con las leyes romanas y los códigos napoleónicos y que el mundo real es el que están haciendo ellos bajo la orientación del “Guía espiritual de los pueblos indígenas”, “Evo Morales, luz que ilumina el continente”, canciller Choquehuanca dixit

Y como en todo fundamentalismo, vendrán las hogueras que se están anunciando. Y el Vicepresidente va a tener que cuidar su biblioteca: ¿cuántos libros peligrosos, dañinos para la salud espiritual, cuántos libros heréticos, racistas, cuántos textos llenos de dudas y de críticas, cuántas páginas dedicadas a la democracia, a las revoluciones burguesas, a la enorme construcción republicana, cuántos que pueden poner en peligro la moral y las sanas costumbres, hasta alguno picaresco y atrevido, habrá entre los 25.000 libros que tiene?

Oculte sus libros, señor Vicepresidente. Es lo que han hecho en la historia los espíritus libres para no caer en las garras de los inquisidores… ¡Cuidado con la hoguera!