En momentos en que el oficialismo concluye el proceso de aprobación de una Ley Mordaza mal camuflada como “antidiscriminación”, que le permitirá neutralizar a esos molestos periodistas y bloquear los canales para denunciar actos de corrupción, narcotráfico y autoritarismo (ya que nadie se atreverá a acusar de tales cosas a los integrantes de un “gobierno indígena”), sería vital contar con una estrategia inteligente de parte de la oposición o de algún sector de ella. Marchas, paros y huelgas de hambre son ciertamente importantes y tienen que llevarse adelante, pero creemos que también debe ponerse al gobierno ante un dilema semejante al que construyó con esta ley, por la cual quienes se oponen a la censura de prensa son descalificados como “racistas”. Una alternativa posible sería proponer una Ley Antidoping que obligue a todos los funcionarios públicos, desde el presidente del Estado hasta el último portero, a realizarse un examen diario que despeje cualquier duda sobre el uso de sustancias ilegales. ¿Quién podría oponerse a una medida que redundaría en una mayor eficiencia del sector público? ¿Quién, que no fuera alguien no apto para someterse a tales controles? Más allá del propósito humorístico de esta nota, no estaría de más que algún parlamentario tomara la bandera de una propuesta que bien podría reducir las probabilidades de “rodillazos” y otras arbitrariedades…
Otra vez Insulza
De nuevo el inefable secretario general de la OEA, llegado a ese cargo gracias al apoyo de Hugo Chávez y sus aliados, vuelve a pagar la deuda con sus padrinos adoptando un rol funcional a los lineamientos políticos del bloque del ALBA. En momentos en que la mitad de la opinión pública ecuatoriana rechaza la versión de que haya existido una tentativa de golpe de Estado en su país y que esa misma duda se extiende por la comunidad internacional, la maquinaria del proyecto trasnacional “bolivariano” pone en marcha dos operativos para evitar el derrumbe de la tambaleante tesis: por un lado, se difunde una dudosa grabación donde supuestamente se escucha la voz de un policía alentando al magnicidio (mientras que otra descarta esa posibilidad, pero esto último es obviado o minimizado en las notas de prensa divulgadas desde el aparato comunicacional pro-chavista); y por otra parte, se pronuncia José Miguel Insulza para decir -de modo sibilino, como de costumbre, sin jugárselas del todo- que en Ecuador hubo un “intento planificado de desestabilización”. Mientras tanto, Rafael Correa militariza la Asamblea Legislativa y el Poder Judicial, y dice que no descarta la disolución del Congreso en un futuro cercano. Entonces, ¿dónde está el verdadero golpe?