Son ya tres las generaciones de perros detectores de droga – cocaína– que se han ido a tierras lejanas y son guerreros anónimos de la lucha contra el narcotráfico. Con una década de existencia, el Centro de Adiestramiento de Canes se ha convertido en una referencia.
Juego. La preparación de canes y guías, en el tercer curso internacional.
Por Katiuska Vásquez – Los Tiempos – 21/11/2010
Fotos: Daniel James
Son ya tres las generaciones de perros detectores de droga – cocaína– que se han ido a tierras lejanas y son guerreros anónimos de la lucha contra el narcotráfico. Paciencia, alegría, imaginación, disciplina y buena comida son parte esencial de la fórmula que el Centro de Adiestramiento de Canes Detectores de Droga de El Paso utiliza para crear animales valientes que pasan los mejores años de su vida en las zonas críticas y otras estratégicas para el tráfico como los aeropuertos y terminales, apuntó uno de los primeros instructores del centro, Gualberto Alejo Quispe.
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Es difícil imaginar el esfuerzo que hay detrás para conformar el siamés del combate de la droga –perro y guía–. En una década son tres veces las que el centro de adiestramiento ha abierto sus puertas a uniformados y aduaneros de Chile, Perú, Argentina y Ecuador. Desde entonces, al menos una decena de canes “made in Bolivia” han cruzado las fronteras. Cuatro canes adiestrados en El Paso se fueron a Chile, tres a Ecuador y pronto partirán dos a Perú y uno a Argentina.
¿Cómo se ha adiestrado a los canes para ir al extranjero? “Primero se ha preparado a los perros para tener buenos ejemplares de exportación y especialmente en ciertas razas, porque no todos los perros sirven para este trabajo”, anotó el mismo instructor. La agresividad es suficiente para anular cualquier posibilidad de los canes para ser detectores. Sin embargo, lo que determina que se formen duplas exitosas es la empatía entre el guía y el perro.
El éxito de los canes detectores depende de la “pareja perfecta”. El tiempo y la experiencia han demostrado que casi siempre se impone el temperamento de la madre, por ello la tendencia es buscar a un par compatible. El instructor explicó que “hemos empezado con una maternidad: tenemos madres y padres sementales, posteriormente se seleccionan los perros aptos para este trabajo. Las razas que más utilizamos son los labradores, el golden retriever, el pastor alemán y el pastor belga malinois”.
El entrenamiento del animal se basa, esencialmente, en la “psicología de la madriguera” –una obsesión por un objeto que se relaciona con la sustancia que se busca–. Por ello, los instructores del tercer curso internacional desecharon el mito que relaciona a los canes con la adicción a las drogas.
La motivación o el premio –estimulo y respuesta– son los cimientos del adiestramiento.
Está claro que no todos los canes “sirven para este trabajo. Pasan por ciertas etapas de selección y una de las condiciones de estos perros es la hiperactividad, el instinto de trabajar. Estos perros no son normales, no sirven para ser mascotas y les tiene que gustar un objeto, un juguete, una pelotita, una tohallita”, resumió Alejo.
Las exigencias se extienden a los guías, que entre otras cualidades deben tener paciencia. Las duplas bien conformadas rinden frutos que se plasman cada año en la incautación de al menos 2,5 toneladas de droga.
SON INFALIBLES
Una demostración de las destrezas de los canes detectores de droga entrenados en El Paso. –
Antes de que nazcan, los cachorros de madres con temperamento e hiperactividad están predestinados a ser perros detectores de droga, desde el vientre.
Es casi una regla que las crías hereden los rasgos de la madre, por ello los instructores tienden a que en las parejas predominen las ejemplares hiperactivos, atléticos, dóciles y seguros.
Desde que nacen –entre los 12 y 22 días– son entrenados para fortalecer el olfato. A partir de ahí pasan por un proceso de socialización y familiarización con el objeto que perseguirán el resto de sus días –que representa la sustancia que deben encontrar– hasta los siete meses, cuando entran en contacto con su guía.
Con 12 años de experiencia como instructor del centro, Gualberto Alejo es un convencido de que los olfatos son insuperables.