Cristina vuelve a la Casa Rosada para retomar su agenda; el equipo llamado a cubrir el vacío

Se reúne con sus ministros; vía Twitter, Aníbal Fernández dijo que empieza una semana distinta, pero "con la convicción de siempre"; la Presidenta viaja el viernes a Vietnam.

Análisis. Tras la muerte de Néstor Kirchner. Anatomía del equipo llamado a cubrir el vacío. La misma Cristina Kirchner, que está en el centro de la escena desde hace siete años, será pasada otra vez por el escáner de la opinión pública. volverán a mirarla con curiosidad. Como si recién asumiera la Presidencia. Esa virginidad es engañosa. Quienes participan del estreno son, en realidad, veteranos de guerra. Aunque, sin su general, tampoco son los mismos.

image



La Presidenta llega a Buenos Aires, junto a sus hijos. Foto La Nación, Fabián Marelli

Carlos Pagni, LA NACION

Lunes 1 de noviembre de 2010

El escenario / La muerte de Néstor Kirchner

Anatomía del equipo llamado a cubrir el vacío

Esta semana tendrá algo de onírico. No se inaugurará un nuevo gobierno, pero los movimientos de la administración serán analizados como los de un nuevo gobierno. La misma Cristina Kirchner, que está en el centro de la escena desde hace siete años, será pasada otra vez por el escáner de la opinión pública. Los actores del poder, los operadores económicos, los observadores extranjeros, volverán a mirarla con curiosidad. Como si recién asumiera la Presidencia. Esa virginidad es engañosa. Quienes participan del estreno son, en realidad, veteranos de guerra. Aunque, sin su general, tampoco son los mismos.

La anatomía del grupo es fácil de comprender. Julio De Vido y Aníbal Fernández serán dos órganos vitales. Para muchos dirigentes, buena parte de la suerte de este kirchnerismo sin Kirchner depende de la sintonía que puedan alcanzar estos ministros. Ambos son trabajadores de tiempo completo, aunque con distinto ritmo. De Vido administra una agenda infinita y estará, más que antes, a cargo de un mundo de cuyas novedades Cristina Kirchner nunca quiso saber demasiados detalles: el del dinero.

No sólo la economía, también la obra pública y la relación con el elenco empresarial que orbitó hasta ahora alrededor de Néstor Kirchner serán responsabilidades de De Vido.

En este último capítulo se notará también la ausencia. ¿Alguien conserva el mapa completo de los pactos, promesas y contraprestaciones acordados entre Kirchner y el ramillete de hombres de negocios que lo frecuentaban a diario? Dicen que, si existe esa llave, está en poder de Daniel Muñoz, su secretario de toda la vida, apartado por propia decisión de la cocina del poder.

Aníbal Fernández aportará lo que le resulta inevitable: el vértigo. Intentará resolver un conflicto tras otro, muchas veces sin pensar demasiado, en una saga hiperquinética que va de la mañana a la noche. El jefe de Gabinete es un adicto a la acción, como Néstor Kirchner. Un colaborador muy cercano al difunto recuerda: "No me lo contaron. Yo lo vi a Néstor, en Olivos, entrar y salir de ocho reuniones simultáneas. Después de la última internación, le habían ordenado bajar dos cambios. Pero él los subió".

La Presidenta tiene ritmos más sosegados. Un ex ministro describe su rutina: "Se levanta temprano, lee los diarios mientras desayuna, hace gimnasia en el parque o en la cinta, mientras recibe algún informe. Después se arregla y, alrededor de las 11, comienza su trabajo en la Casa Rosada. A la hora de la siesta, muchas veces, regresa a Olivos. No duerme. Descansa un rato y a las 4 retoma la actividad, hasta las 8 o 9 de la noche".

Esta agenda, bastante serena para un jefe de Estado, se sostenía hasta ahora en el trabajo incesante de Kirchner. Ahora será Aníbal Fernández quien se encargue de las tediosas cuestiones de administración de ese día tras día tumultuoso.

No hay que esperar que las cosas sean tan ordenadas, porque, más allá de cualquier espejismo, no es un nuevo gabinete. Alberga enfrentamientos consolidados, facturas impagas y ambiciones fuera de quicio. Kirchner estimulaba esas pasiones, a sabiendas de que podía controlarlas. Fernández, por ejemplo, se lleva pésimo con Oscar Parrilli, el secretario general de la Presidencia. Y a Parrilli no hay que menospreciarlo. Parece una figura subalterna, pero cuenta con el poder que le dan "las cosas simples de la vida". Habla un secretario de la Jefatura de Gabinete: "Oscar tiene las llaves de todas las puertas; provee desde el agua y la comida, hasta los helicópteros y aviones; si se enoja, te puede dejar sin café. Es un gran mayordomo, que está siempre ahí". Debe de ser cierto: en el velatorio, Parrilli y Máximo Kirchner pusieron mucho celo en abrir y cerrar el círculo que rodea a la Presidenta.

Hay curtidos funcionarios para quienes Parrilli y el elenco de secretarios de la Presidencia amenazan a Cristina Kirchner con el aislamiento. Tanto o más que Parrilli, Isidro Bounine, Pablo Barreiro, el propio Rudy Ulloa -todos bajo el amparo de Máximo Kirchner, que se instalará en Olivos junto con su madre- son personajes ignotos, cuyo principal activo es el control de acceso a los 70 metros cuadrados del despacho presidencial, los más cotizados de Buenos Aires. Son un riesgo, porque, a diferencia de su esposo, la Presidenta acostumbra a tender cercos. "Desde que se fue Alberto Fernández, nadie tiene derecho a verla sin anunciarse. Ella maneja a todos con un timbre. Hasta Aníbal depende de que le franqueen el paso, a veces después de una pequeña amansadora. Aunque en los últimos tiempos, ella ha mejorado mucho la puntualidad", cuenta un ministro.

Sería un error pensar que, si se constituye un "microclima" -palabra a la que recurrió Ricardo Balbín para describir la vida en la Casa Rosada después de la muerte de Juan Perón-, será por desinterés de la Presidenta: "No se confunda -dice un colaborador actual, bastante cercano-, Cristina nunca fue ajena a los problemas, pero hasta ahora participaba en el comienzo y en el final de las discusiones. Lo que nosotros llamamos «la rosca», la hacía Néstor". «La rosca» es todo un mundo. Incluye gobernadores, intendentes, legisladores, sindicalistas. Kirchner se apoyaba bastante en Juan Carlos Mazzón, "El Chueco", para esa faena. "Ella deberá arrimarlo; no hay tiempo para inventar otro «Chueco»", opina un senador oficialista.

Más allá de este orden operativo están, solitarios, el secretario legal y técnico Carlos Zannini, y el de Inteligencia, Héctor Icazuriaga. Ambos tienen con la señora de Kirchner una relación casi fraternal, que desafía cierta dificultad para constituir vínculos, para superar fobias, o para regresar de algunos enojos, como demuestra el frío eterno aplicado a Alberto Fernández.

Zannini, temido por el resto de los funcionarios, que lo ven prejuicioso y vengativo, tal vez deba sacrificar lo poco que le quedaba de vida privada para pasar el día en Olivos. La revalorización de Icazuriaga, por su lado, requerirá de un ajuste en sus relaciones con Francisco Larcher, verdadero mandamás de la Secretaría de Inteligencia que recibía instrucciones directas de Kirchner. Dado el papel que esa usina ocupó en el esquema de poder del santacruceño, será crucial para la Presidenta que se pongan de acuerdo cuanto antes.

He aquí, sobre el banco de pruebas, las piezas. La hiperactividad política de Aníbal Fernández. El pragmatismo económico de De Vido. La contención emocional de Icazuriaga y Zannini. Son los tres insumos que Kirchner proveía, en dosis inigualables, al gobierno de su esposa. Algunos allegados a la Presidenta se hacen a la idea de que, con estos elementos, armarán un Kirchner. El error salta a la vista: ¿cómo funcionaría el artefacto? ¿De qué modo se tomarán las decisiones?, ¿qué estímulo habrá para cumplirlas?, ¿en obsequio a qué autoridad se acatarán? El rígido consenso de Kirchner se conseguía con la presión; la amenaza velada y, a veces, graciosa; en definitiva, "el apriete". La muerte salvó a Kirchner de ver las enormes limitaciones de ese método, cuando esas limitaciones comenzaban a aflorar.

El oficialismo no tendrá, en adelante, un déficit de rigor e intemperancia. Cristina Kirchner puede ser más frontal y despiadada que su esposo. Scioli o Cobos, que padecieron su furia, pueden dar testimonio. Además, desconoce los grises: "Muchas veces Néstor me mandó a hablar con los de Clarín , pero rogándome: «Por favor, que no se entere Cristina»", recuerda un ex ministro. La cuestión es a qué orientación, a qué política, servirá ese temperamento. No es una incógnita teórica. Ya está planteada. ¿Qué camino tomará Cristina Kirchner? ¿El de la intemperancia que le propone su ala izquierda, que habla de reelección y de "profundizar el modelo" porque no se anima a decir "profundizar el conflicto"? ¿O ella está detrás de De Vido en la convocatoria a un encuentro entre la UIA y Hugo Moyano? La UIA había roto con el Gobierno por la manipulación del caso Graiver en la guerra oficial contra Papel Prensa. El escarmiento llegó pronto: Moyano y la participación de los trabajadores en las ganancias de las compañías. Aquel conflicto y este proyecto -crucial para la imagen que la izquierda kirchnerista tiene de sí misma- están ahora entre paréntesis. No se puede hablar de una tendencia. Pero ésta fue la primera operación concreta que realizó el Gobierno después de la muerte de Kirchner.

Esta cadena de interrogantes conduce al núcleo del problema. El peronismo se encuentra, otra vez, frente a su peor tragedia: le falta un jefe. El desafío de Cristina Kirchner no es hacer funcionar un mecano armado con piezas de distinta procedencia. Eso ya lo tenía. Lo que se quiere saber de ella es si está en condiciones de proveerle al Gobierno, y tal vez al peronismo, un nuevo liderazgo. Aunque sea un liderazgo de transición. Kirchner había ocupado ese lugar, de un modo tan autocrático que excluía a grandes fragmentos del PJ. Ahora esa función está vacante. Daniel Scioli y -atención- Carlos Reutemann estudian ese vacío. ¿Está la Presidenta en mejores condiciones que ellos para cubrirlo? Tiene una valiosa oportunidad. Hasta el próximo verano, el luto recuperará su imagen. Y una parte del país estará dispuesta a consentir la ficción de que la muerte de su esposo equivalga, casi, a haber ganado una elección.

Con poca actividad, Cristina vuelve a la Casa Rosada para retomar su agenda

Se reunirá con sus ministros; vía Twitter, Aníbal Fernández dijo que empieza una semana distinta, pero "con la convicción de siempre"; la Presidenta viaja el viernes a Vietnam

La Nación, Lunes 1 de noviembre de 2010

Después de un fin de semana rodeada por su círculo más íntimo tras la muerte de Néstor Kirchner, la Presidenta retomará hoy la agenda oficial, según la cual está previsto que se reúna en la Casa Rosada con varios de sus ministros. Sin embargo, se especula con un posible mensaje a todo el país en cadena nacional.

A menos de una semana del fallecimiento de su marido, Cristina Kirchner, que se trasladó ayer por la tarde a la residencia de Olivos junto a sus hijos Máximo y Florencia, comenzará a recibir, fuera de agenda, a parte de su gabinete para reacomodar la gestión y la alianza política del Gobierno, golpeada tras la sorpresiva muerte de su marido.

Según pudo saber lanacion.com de fuentes oficiales, en el transcurso de la mañana la jefa del Estado recibirá en Olivos al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Por la tarde, ya en la Casa Rosada, está previsto que reciba las las cartas credenciales de los embajadores de Holanda, Rusia, Irlanda, Canadá, Cuba e Indonesia. Más tarde, tiene agendadas audiencias, aunque no se informó con qué integrantes del gabinete.

De todas formas, la gran incógnita sigue siendo cuándo dará su primer discurso tras la muerte de Kirchner. Algunas versiones, no confirmadas oficialmente, indican que la Presidenta daría un discurso a todo el país por cadena nacional.

"Una semana distinta". En este contexto, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que todos los días saluda a sus seguidores de Twitter con un primer mensaje bien temprano, aludió a la muerte de su jefe y amigo. "Buen lunes para todos. Una semana distinta, pero con la misma convicción y motivación de siempre acompañando con orgullo la gestión de CFK. A todos aquellos que me han hecho llegar sus muestras de afecto, indispensable para templar el espíritu, gracias. Muchísimas gracias", escribió.

Por otra parte, según dijeron a LA NACION fuentes del Gobierno, por ahora sigue en pie el viaje que emprenderá la jefa del Estado el viernes próximo a Vietnam y Corea. Estaba en dudas, por lo movido de los días, su presentación de mañana en Córdoba.

La Presidenta permaneció durante todo el fin de semana recluida en su casa de Río Gallegos, junto con sus hijos y el círculo más íntimo de la familia. Entre quienes visitaron a la mandataria se destacó la presencia de los empresarios y amigos de la familia, Lázaro Báez y Rudy Ulloa Igor.

La única salida ocurrió antes de su partida rumbo a la Capital, cuando visitó acompañada por sus hijos la bóveda donde descansa el ex presidente. Allí realizaron una breve visita en la intimidad, pocos minutos antes de abordar el vuelo que los trasladó a Buenos Aires.