El senador Eugenio Rojas metió las cuatro. Justo cuando el Ejecutivo había circulado entre el oficialismo la instructiva de disimular mientras la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos está en Bolivia, el parlamentario poncho rojo lanzó un ataque furibundo contra la Iglesia Católica, acusándola con argumentos-boomerang de afinidad con el autoritarismo y demagogia. Flaco favor le hace el senador de Achacachi a su gobierno, que apostaba a dar otra imagen, así fuera por unos pocos días. “Si la jerarquía de la Iglesia Católica está contra el proceso de cambio, que se declare en la oposición”, dijo el demócrata Rojas, de quien esperamos que no termine proponiendo el degüello de obispos, como hizo tiempo atrás con unos pobres perros a quienes colgó rótulos de “oligarcas cruceños”. Claramente, el proyecto político gobernante sigue un rumbo de colisión con la Iglesia, no por un supuesto carácter conservador de la jerarquía eclesiástica (que no se corresponde con la realidad, dada la influencia que han tenido las corrientes teológicas “progresistas” en Bolivia), sino porque el mismo gobierno se reviste de un aura seudorreligiosa, con un caudillo ungido como “líder espiritual”, una liturgia “descolonizadora” de yatiris y sahumerios y la coca-cocaína como nueva hostia socialista. Esperemos que la Comisionada Pillay esté atenta a las señales autoritarias y no se deje embaucar por la cosmética de la democracia aparente…
Igual que YPFB
Petrobras cierra el balance de su gestión 2010 con un lucro líquido de 24,58 billones de reales e inversiones por 56,5 billones, ubicándose como la cuarta mayor empresa de energía del mundo. Situación muy diferente a la que muestran las empresas estatales de hidrocarburos de Bolivia y Venezuela, que parecen estar en franco retroceso. Y es que el gobierno de Evo Morales optó por someter a YPFB al modelo prebendalista de PDVSA, cuando podría haber optado por la alternativa técnica y meritocrática de Petrobras.