El ALBA teme su Egipto

chavezgadafi1intercambianarmadurasyespadas Un fantasma recorre los países chavistas: Egipto. El régimen del coronel Chávez y sus satélites observan con preocupación cómo el efecto dominó del norte de África apunta a replicarse en otras partes del planeta, amenazando no sólo a viejas dictaduras desembozadas como las de China y Cuba, sino también a los sistemas neo-autoritarios que mantienen fachadas seudodemocráticas. Mientras el tsunami antidictatorial afectó a gobiernos relativamente pro-occidentales se permitieron aplaudir las revueltas, algo que cesó abruptamente cuando la ola llegó a los aliados de Irán y, sobre todo, a Libia. Sucede que el dictador Muamar Gadafi es un viejo amigo de los Chávez, Morales y Ortega, y de hecho su “socialismo árabe” es uno de los modelos ideológicos que inspiraron al “socialismo del siglo XXI”. Así que es inevitable que sus aliados latinoamericanos se vean identificados con la suerte del tirano con bótox, quien pretende mantenerse en el poder mediante un genocidio que incluye fosas comunes, bombardeos aéreos a manifestantes y más de mil muertos en pocos días. El temor al “egiptazo” tuvo mucho que ver con las concesiones logradas por los jóvenes venezolanos en su huelga de hambre, que derivó en la liberación de 7 de los 27 presos políticos y en el compromiso del gobierno chavista de revisar los casos de los demás detenidos. El asunto era, por supuesto, desactivar el crecimiento de la protesta para conjurar cualquier posibilidad de un “egiptazo” en Caracas. El mismo síndrome es el que ha llevado al nicaragüense Daniel Ortega a intentar darle algún tipo de soporte internacional a Gadafi, procurando contener la probable expansión global de la llamada “Revolución del Jazmín”. Pero los procesos históricos no se paran. A lo sumo se retrasan…

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