Control de los medios

humberto-vacaflorRecuerdos del presente – Humberto Vacaflor Ganam

El gobierno analiza la conveniencia o no de avanzar con nuevas leyes para acabar del todo con la libertad de prensa. Por momentos tiene dudas.

Después de la ley disfrazada de antirracismo, estaba en elaboración una ley de medios, directa y abierta, para que nadie pueda decir que el gobierno sólo usa el estilo ladino.



Pero de pronto el impulso se frenó. El anuncio fue hecho por el ministro de Comunicación, Iván Canelas, cuando pidió a los periodistas que preparen ellos mismos algunas leyes al respecto “y no las hagan llegar”. Sus colegas la reprodujeron corregida: “nos las hagan llegar”. Sin la corrección, la frase sonaba a burla, por lo menos. (Egresó de la Universidad Católica de La Paz).

Luego vinieron los rotundos desmentidos que negaban la intención del gobierno de aprobar la ley de medios. Por lo menos de parte de la bancada oficialista no hay proyectos en ese sentido. Ahora, claro, si algún comedido de la presunta oposición, llegara a presentar un proyecto en ese sentido, quizá el MAS pueda lavarse las manos, aunque luego levante una para aprobarlo.

Pero quizá el anuncio de que no tiene nuevas leyes en la manga sea honesto. Al fin y al cabo los medios, la mayoría, están dando pruebas de que no quieren molestar.

El caso de los silbidos del público paceño al presidente Evo Morales el 11 de marzo en el estadio de Miraflores permitió observar que los medios están enviando un mensaje muy claro: que no es necesario amenazarlos.

El silencio con que se trató el repudio al presidente fue la prueba de que el control de los medios ha avanzado lo suficiente y que, de veras, ya no hacen falta nuevas leyes para lograrlo. La tarea está hecha.

Sólo canales de Tv extranjeros reprodujeron las silbatinas de los paceños a Su Excelencia. Todos los medios audiovisuales bolivianos cubrieron este episodio, como se dice, con un piadoso manto de silencio. Quién sabe qué razones tuvieron para hacerlo. Quizá no tenga que ver con el incremento de la publicidad oficial.

El problema es que ocultando ese hecho no se entiende la causa por la cual el presidente tuvo que alegar que le duele mucho la rodilla unas horas antes de su compromiso de presentarse en el estadio de Oruro, donde podía recibir otra silbatina. Ese es el problema cuando se ocultan cosas, incluso en la vida de pareja. Y la rodilla se desacredita.

Pero la opinión pública boliviana no es tonta. Confía en los medios, como dicen las encuestas, pero también tiene otros recursos para informarse.

En Libia, por ejemplo, uno de los hijos de Gadhafi es propietario de los tres canales nacionales de Tv, los periodistas críticos están o en la cárcel o en el aislamiento más severo. Allí las listas negras de Gadhafi son respetadas por los medios, porque son de sus hijos, pero en los países libres se supone que no es así.

Es curioso, pero la lista de los países con las mayores observaciones de Reporteros sin Fronteras tiene relación con mafias o drogas. Rusia, Afganistán, Pakistán, el territorio mexicano controlado por la mafia o el colombiano copado por las FARC.

Alguna relación tendrá que haber.