Después de la gira de Barack Obama por América Latina, Hugo Chávez no podía quedarse atrás y rápidamente organizó su propia visita por territorios satélites y países aliados. Es el regreso del súper presidente, que tutela al menos a tres naciones latinoamericanas (Bolivia, Ecuador y Nicaragua), embarcadas con su influencia en el proyecto neo-autoritario “bolivariano”. Súper presidente en cuanto su poder parece rebasar al de los propios mandatarios de los países mencionados. Desde esta noche Chávez se encuentra en Cochabamba, donde el oficialismo ha instruido a los alcaldes a movilizar 10.000 personas para el recibimiento del “caudillo continental”. Entre los movilizados se estima que habrá unos 2.000 cocaleros del Chapare, región donde alrededor del 90% de la producción de coca está destinada a la fabricación de cocaína. Con su habitual desdén por la opinión ajena, el vicepresidente Álvaro García Linera ha calificado de “ignorantes” a los parlamentarios de oposición que osaron cuestionar distintos aspectos de la “cooperación” venezolana, como el alto endeudamiento, la injerencia militar en el norte amazónico o la falta de transparencia del programa “Evo cumple”, financiado con petrodólares de PDVSA. Dice García Linera que “hay que estar contentos” con la presencia y la ayuda que trae el coronel Chávez, el mismo que acaba de amenazar a su propio pueblo con una masacre similar a la de su aliado Gadafi en Libia, si acaso llegara a estallar una revuelta popular.
Choquehuanca manda callar
Por su parte, el canciller cósmico David Choquehuanca, conocido internacionalmente por sus dichos sobre la sexología de las piedras y la apología del analfabetismo (ya que es mejor “leer en las arrugas de los abuelos”), acaba de ordenar silencio a todo el pueblo boliviano. Nadie debe opinar sobre las relaciones con Chile, dice Choquehuanca, ya que cualquier palabra puede ser usada por el vecino país en contra de Bolivia. Triquiñuela más que obvia para impedir que nadie cuestione la errática política marítima del gobierno de Evo Morales. Se ingresa de esta forma en la conocida estrategia de los regímenes con tendencias totalitarias, de identificarse a sí mismos como campeones de la nación y a sus críticos con la “antipatria”…