Gobernar sirviendo

Carlos Cordero Carrafa*

CORDERO110x110_thumb El equipo de propaganda gubernamental intentó popularizar con un alto costo económico y poco éxito político la frase: gobernar obedeciendo. Intento comunicacional que hizo evidente su fracaso durante la última ola de conflictos sociales que vivió el país. En la tradición liberal, se desarrolló el concepto gobernar legislando. Esto es que los representantes elaboran normas para acompañar las decisiones gubernamentales.

El concepto gobernar obedeciendo alcanzó su mayor popularidad con la abrogación del efímero decreto del gasolinazo, que desató la crisis económica que todos los bolivianos sufren: “Prometí gobernar obedeciendo al pueblo, he escuchado y entendido a mis compañeros que me decían que (el reajuste de precios de los carburantes) es importante, necesario, pero no oportuno (…), por eso he decidido, en esa conducta de mandar obedeciendo al pueblo, abrogar el Decreto Supremo 748 y los demás decretos que acompañan a esta medida”.



El coronel Hugo Chávez, por la misma época, recogió la idea y la aliñó a su manera: “La tarea de los gobernantes latinoamericanos de izquierda es mandar obedeciendo y no triturando al pueblo, como lo han hecho capitalistas y tiranos…”.

La relación mando-obediencia de gobernar legislando se explica cuando el Poder Legislativo elabora la ley y los ciudadanos se someten a ella; el Poder Ejecutivo desarrolla políticas públicas y aplica la ley y el Poder Judicial dirime las controversias que se presentan entre la aplicación de la norma y los intereses ciudadanos que se ven afectados.

Otra forma de explicar la dicotomía autoridad–obediencia es que los ciudadanos eligen al gobierno de manera democrática, mediante el sufragio universal, y los favorecidos con el voto toman decisiones en nombre y para beneficio de los ciudadanos. Decisiones sometidas a las leyes, que establecen límites a la autoridad de los gobernantes y garantizan derechos y libertades ciudadanas. Por tanto, el ciudadano cede la compleja y agobiante tarea de gobernar a aquellos individuos que tienen el talento, la vocación y el deseo de gobernar. Pero, y no menos importante, el Gobierno debe escuchar todas las voces de la sociedad sin discriminación ni privilegios de unos grupos sobre otros.

La fórmula gobernar obedeciendo al pueblo se invalidó por sí misma durante los días en que los trabajadores asalariados sitiaron la sede del Gobierno y cuando las demandas, acompañadas de atemorizantes dinamitazos, no fueron escuchadas por los decisores gubernamentales. El ejercicio autoritario de gobernantes sordos y gobernados violentos no encontró la obediencia debida. Ni el Gobierno obedecía ni los gobernados eran obedecidos.

Finalmente, el cardenal Terrazas, durante la homilía del Domingo de Ramos, enriqueció el concepto, sustituyendo gobernar obedeciendo al pueblo, por el gobernar sirviendo al pueblo. Un giro conceptual que exhibe un bagaje moral y ético propio de los valores cristianos. La Carta Pastoral Los católicos en la Bolivia de hoy refuerza está idea cuando sostiene que “todo miembro del pueblo de Dios, laicos, personas consagradas y ministros ordenados, está llamado a asumir con mayor valor y consecuencia nuestro compromiso bautismal, reafirmando nuestra fe en el Dios de Jesucristo, profundizando nuestra relación personal con Jesús, animados y guiados por el Espíritu Santo, que es amor y verdad. Sólo así cada uno podrá comprometerse decididamente a favor de todos, como huéspedes que somos en este mundo”.

Gobernar, entonces, es servicio al pueblo, con humildad, justicia y trabajo en pos del bien común.

*Politólogo y catedrático

La Prensa – La Paz