El LAB recuerda que Juan Pablo II eligió a esa línea en su visita a Bolivia

Jefa de cabina del LAB viajó cinco días con Juan Pablo II. Teresa Jiménez estuvo con el Papa en 1988, aprendió de su sencillez y desde entonces cambió su vida y consolidó su fe.

imageJuan Pablo II abordo de la aeronave junto con la tripulación, en 1988. Gentileza LAB

El Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), conmemoró la beatificación del Papa Juan Pablo II y en un acto preparado para esta ocasión recordó que fue la aerolínea que lo transportó en Bolivia.



Ayer, expusieron fotografías y compartieron recuerdos con parte de la tripulación que atendió al Papa en 1988, durante su visita a Bolivia.

La gerente del LAB, Victoria Calderón, recordó que ese año acondicionaron un avión con un compartimiento especial para el Papa, otro para su séquito y un tercero para la prensa internacional y personal de seguridad. Las mamparas que separan los ambientes tenían bordados los escudos del Vaticano, el tapiz y alfombra eran de color guindo.

El jefe de División de Servicios a Bordo, Fernando Reque, destacó la confianza que el Vaticano depositó en la aerolínea para permitir que viaje Juan Pablo II. Reque recuerda emocionado que coordinaron detalles durante cinco meses para preparar el avión. Adquirieron vajilla fina con cubiertos de plata que tenían el logotipo del LAB.

“Tan apreciada fue (la vajilla) que hasta Su Santidad se la llevó porque le gustó”, expresó Reque sin olvidar que Juan Pablo II comió salteñas, cuñapé y dulces de tila, todo de Bolivia, donde hasta fue a pie con los macheteros en Beni.

“Haber transportado a un santo significa mucho para nosotros”, agregó.

Jefa de cabina del LAB viajó cinco días con Juan Pablo II

Teresa Jiménez estuvo con el Papa en 1988, aprendió de su sencillez y desde entonces cambió su vida y consolidó su fe. aún conserva su uniforme y un busto de su santidad.

imageTeresa Jiménez en un espacio ambientado como el avión donde viajó el Papa.

Teresa Jiménez trabajó 30 años en el Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) y en 1988, siendo jefa de cabina, viajó durante cinco días con el Papa Juan Pablo II en su visita a Bolivia.

Para Jiménez, que resaltó la beatificación del Papa, recordar los cinco días que estuvo con él, hace 23 años, se convierte en un sentimiento que le emociona. Recuerda de aquellos días, las bendiciones que recibía todas las mañanas de Juan Pablo II. Destaca su sencillez y carisma.

Como creyente católica, antes de 1988, Teresa viajó a Italia y buscando conocer a Juan Pablo II, lo máximo que logró fue verlo a una distancia de la que era difícil distinguirlo. A su retorno al país le informaron que la eligieron para ser la azafata personal del Papa.

“Yo no podía creerlo”, dice.

Tuvo una preparación de ocho meses para no cometer ningún error delante del Papa. Con nervios, emoción y cariño hizo el trabajo que para ella fue una bendición.

“Le encantaba el mate de coca, él le llamaba el té de mate, le gustaba muy dulce”, recuerda sonriendo y cuenta que como él prefería el café destilado ella llevó la cafetera de su casa para atenderlo.

Cuenta también que el Papa no comía sus alimentos si no era en tierra firme, pero cuando vino a Bolivia aceptó hacerlo mientras volaba. Aquella vez tomó una sopa de pollo.

“Me dijo que deje el protocolo porque tenía mucha hambre”, recuerda entre sonrisas.

Ella quería tener recuerdos del Papa y no se explica algunas cosas.

“Yo sacaba fotos de todo lado, comiendo, durmiendo, pero nunca salieron, se velaron. Nunca supe por qué”, dice sin olvidar que él bendecía todos los lugares por donde pasaba mientras viajaban.

“Él era un santo”, repite varias veces recordando que incluso se puso un chulo (gorro de lana) y tocó la armónica de un anciano en La Paz.

OPINIÓN, Cochabamba