Se casa el rey más joven del mundo: tiene 31 años y es monarca de Bhután

A los 31 años, se casa el rey más joven del mundo. Jigme Khesar Namgyel Wangchuck -monarca de Bhután, un remoto reino del Himalaya- anunció que contraerá matrimonio en octubre con una joven universitaria de 20 años. El soberano anunció que no invitará a integrantes de familias reales extranjeras porque pretende «una boda sencilla».

El rey, coronado en noviembre de 2008 tras la abdicación de su padre, Jigme Singye Wangchuck, anunció ayer al Parlamento su intención de contraer matrimonio. «He encontrado a una persona y se llama Jetsun Pema. Es joven, cálida, de buen corazón y carácter. Estas cualidades, junto a la sabiduría que llegará con los años y la experiencia, harán de ella una gran servidora de la Nación», expresó.

En la foto oficial de la pareja, difundida por la Casa Real de Bhután, se puede apreciar la extraordinaria belleza de la joven. El Rey sólo contó que la conoció «hace algún tiempo» en la Universidad de Thimpu, la capital del país. La chica, que además curso estudios en Gran Bretaña y la India, ya había acompañado al monarca en sus últimos viajes.



La boda del llamado «quinto dragón» de la dinastía Wangchuck se realizará en octubre y tendrá como sede la ciudad de Punakha, antigua capital de verano de la remota nación del Himalaya, de apenas 700 mil habitantes. El monarca pidió una ceremonia modesta y aseguró que no invitará a integrantes de casas reales extranjeras. «Pido al Gobierno que no planee una gran celebración. La satisfacción de mi querido padre y la bendición de nuestro pueblo me darán alegría y felicidad», manifestó.

Con la coronación de Wangchuck, en 2008, Bhután pasó de ser una monarquía absolutista a un reino con un régimen constitucional. El país, enclavado entre China y la India, los dos gigantes de la región, intenta conservar sus costumbres mediante una rígida estructura cultural: hasta la década del sesenta no tenía caminos ni moneda. Y la televisión recién fue autorizada en 1999.

La dinastía Wangchuck goza de un gran prestigio en Bhután y es célebre por haber ideado el concepto de «Felicidad Nacional Bruta», que descansa en pilares como la conservación de las costumbres locales, el cuidado por el medio ambiente, el buen gobierno y el crecimiento económico.

Si bien en los últimos años el montañoso reino apostó por una tímida apertura, todavía sigue firme en su voluntad de evitar el turismo masivo y en preservar una identidad moldeada, frente a otras minorías, en torno a las tradiciones de la etnia drukpa (dragón), de origen tibetano y que profesa el budismo mahayánico.

Fuente: Clarín