Entre paréntesis… Cayetano Llobet T.
Me produce una gran alegría no tener que votar hoy en el Perú. No creo que lo que ha quedado para escoger sea lo mejor y, sin conocer los resultados, tengo la impresión de un claro retroceso político. Las polémicas, las adhesiones y las condenas previas a la elección ya son una muestra de ese retroceso. Las tomas de posición han sido fuertes, algunas virulentas y su línea argumental bastante pobre.
Mario Vargas Llosa ha encabezado el grupo de intelectuales -con Alfredo Bryce Echenique y otros- que ha expresado su decidido apoyo a Ollanta Humala con un argumento central: “El régimen de Alberto Fujimori marcó el período más siniestro en la historia de nuestros gobiernos republicanos”. En otras palabras, parten de la base de que la presidencia de Keiko Fujimori sería, inevitablemente, la continuidad del régimen de su padre. ¿Estarán dadas las condiciones del Perú de hoy para que ese fenómeno se dé tan sencillamente y tan automáticamente? ¿Es correcto, en términos lógicos y en términos políticos, asumir que Keiko no es otra cosa que su padre?
Nadie, a estas alturas, discutiría razonablemente lo que fue Fujimori y lo que fue su régimen. Mi pregunta, planteada con la mayor sencillez y con la mayor ingenuidad, es muy simple: ¿Es eso suficiente para tragarse a Ollanta Humala? ¿Es posible darle un gramo de credibilidad a alguien que ha ido adaptando su “programa” de gobierno a las necesidades de la campaña electoral a medida que ésta iba avanzando? Uno de los firmantes del manifiesto de apoyo a Humala, Jorge Eduardo Benavides, reconoce que Ollanta “ni siquiera es lo bueno por conocer, puesto que su agresiva campaña populista, su izquierdismo gritón y su ideología cuartelaria parecen gestados en el vientre de alquiler del chavismo más profundo y por lo tanto un verdadero peligro para todo lo conseguido en esta última década de crecimiento económico y afianzamiento institucional en el Perú”… Con estos amigos, ¿para qué quiero enemigos?
Vargas Llosa, con no poca ingenuidad, confía en que Ollanta ha evolucionado de las posiciones de Chávez a las de Lula. ¿Recuerda Vargas Llosa la posición de Lula respecto a la dictadura cubana, su vergonzoso silencio sobre la represión castrista en plena visita a La Habana , su definición de los disidentes cubanos como “simples delincuentes”? ¿Y cuál fue la actitud de Lula con regímenes como los de Venezuela, Bolivia, Nicaragua o Ecuador? Vargas Llosa y los intelectuales firmantes han olvidado que Ollanta Humala fue el gran protagonista de esa pasión política que llevó a Hugo Chávez y a Evo Morales a consagrarlo como la esperanza peruana dentro del demagógico programa del “socialismo del siglo XXI”. ¿Quién le ha contado a Vargas Llosa y sus intelectuales -ser intelectual no es necesariamente garantía de seriedad- que la escuela de Chávez, de Evo, de Humala, es la escuela de la verdad y que cumplen cuando prometen algo?
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Perú ha sido, en los últimos años, un ejemplo de crecimiento. Generó confianza y su institucionalidad garantizó reglas del juego claras. La atracción de inversiones fue una consecuencia, no una casualidad. Todo lo contrario de lo que es la historia política de Humala y de los discípulos de Chávez. ¿A quién se le ocurriría hoy, invertir en Venezuela, Bolivia o Nicaragua? ¿Invertirán en Perú, con Ollanta Humala en la presidencia? A ver qué nos dicen los intelectuales…
¿Qué dice Humala del régimen cubano? ¿Qué dice de las “democracias” venezolana y boliviana? ¿Coincidirá con Mario Vargas Llosa? Me interesa lo que ha dicho y piensa él, Ollanta Humala… ¡no lo que dice y piensa su papá!