Respirando por la herida


Vicealmirante Ismael Schabib

Vicealmirante Ismael Schabib La profesión militar como otras, satisface ciertas condiciones* como: responsabilidad, capacidad y corporatividad. En la práctica, la profesión militar es más fuerte y eficaz cuanto más se aproxima al ideal profesional, y es más débil y defectuosa cuanto más lejos se halla de ese ideal… En este último caso, el empleo ilícito de su capacidad en ventaja propia derrumbaría el edifico de la sociedad. La profesión militar es monopolizada por el Estado, mientras las otras son solamente reguladas por él.

Esto explica algunas cosas, por ejemplo, por qué el Poder Legislativo y el Ejecutivo tienen que ver con los ascensos, especialmente a Generales y Almirantes, porqué el Presidente de la República entrega a cada oficial la espada o el sable durante el egreso, porqué el Sr. Presidente, aparte de que está sobreentendido que es la máxima autoridad para todos, es el Capitán General de las FFAA, porqué nombra a sus principales colaboradores militares, por qué posesiona al Alto Mando Militar.



Haciendo analogía con la medicina, la aptitud del médico es diagnosis y tratamiento; su responsabilidad es la salud de su cliente (paciente). La aptitud del oficial es el manejo de la violencia; su responsabilidad es la seguridad militar de su cliente (el Estado), su único cliente, entendida la seguridad militar como la defensa ante la agresión de una amenaza, que puede ser las FFAA de otro país.

En enero del 2006, el Presidente de la República, decidió como primera medida de su gobierno, nombrar a las principales autoridades militares del país saltando algunas promociones, argumentando que los que debían ser nombrados estaban comprometidos con hechos de corrupción, se recordará el problema de los misiles, etc. El suscrito fue uno de los afectados porque fungía como Jefe de Estado Mayor General de la Fuerza Naval Boliviana, el segundo a bordo y satisfacía los requisitos exigidos para acceder al cargo de Comandante General, y como la Fuerza Naval no había sido dotada de misiles, nadie en ella era sospechoso de nada, pero igual fui afectado negativamente. Sin embargo soy el primero en reconocer que es potestad del Sr. Presidente elegir como integrantes del Alto Mando Militar a quienes vea conveniente, aunque lo ideal es que sea respetando al esfuerzo profesional, y hacer que el incentivo por ser primero de promoción sea la posibilidad de llegar a ser Comandante de su institución. Todo eso lo sabía por eso no reclamé.

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Todo este asunto del nombramiento del nuevo Alto Mando Militar fue el primer terremoto que hizo el MAS, con el que se estrenó el Gobierno.

Soy de esos bolivianos que profesan la religión Católica, que creyeron, que para que llegue a la presidencia de Bolivia una persona con el perfil del Sr. Evo Morales con mayoría absoluta, era una señal de Dios, aunque no voté por él.

Pasado seis meses, mientras buscaba en la TV un programa de mi predilección, me detuve en un canal venezolano por pura casualidad, al que nunca veo por higiene mental, y observé al presidente Chávez pronunciando uno de sus acostumbrados discursos y me llamó profundamente la atención cuando dijo “…me arrepiento en el alma haber ratificado el Alto mando Militar cuando asumí la presidencia, porque ese Alto Mando estuvo comprometido en el Golpe de Estado que me dieron…por eso le sugerí al hermano Evo Morales que cambie su Alto Mando Militar…” , era en ocasión de un aniversario del Golpe de Estado fallido en Venezuela, entonces comencé a apreciar la magnitud de la influencia del Presidente de Venezuela en el Gobierno del Presidente Morales. Sentí que mi suerte había estado en manos de ese sujeto extranjero. Recordé que el Presidente Chávez había estado en nuestro país en los días previos a que el Presidente Morales, recién elegido, haga su gira por Europa vestido con su chompita azul a rayas, “mostrando lo humilde que es”, antes de ser posesionado como Primer Mandatario. Ese día comprendí que Chávez manda en Bolivia desde que se inició este gobierno.

Estamos asombrados por la visita del Ministro de Defensa de Irán a nuestro país, un terrorista y criminal genocida. Aunque parezca un juicio de valor de alguien que respira por la herida, no tengo la menor duda, de que la visita de ese personaje y nuestras peligrosas relaciones con Irán se deben a instrucciones del Presidente de Venezuela, a cambio de 30 monedas, nunca imaginé que un día seamos colonia de Venezuela, con el pretexto de sacarnos de encima la influencia de los EEUU, esto me hace recordar las palabras de un apreciado amigo “…no se trata de cambiar de collar, de lo que se trata es de dejar de ser perro”.

Volviendo a las FFAA, a la profesión militar, no está demás recalcar que nuestro único “cliente” es el Estado Boliviano, no un partido político, porque un partido político es una parcialidad en un país, no entender esto, hace que las FFAA sea una débil institución, y esta es una de las cosas que hacen diferentes a unos países de otros, la fortaleza de sus instituciones evitan que cualquier gobierno, que es pasajero, se quiera disparar haciendo irresponsables experimentos, eso en Brasil, Lula no hubiera podido hacer, ni Obama en los EEUU. El gusto de integrar una organización política podemos tenerlo cuando nos jubilamos, como ocurre en fuerzas armadas muy prestigiosas como las de Israel, por lo tanto no debilitemos, no devaluemos, no hagamos defectuosa, peligrosa y despreciable para la sociedad boliviana nuestra profesión, no hagan de las FFAA el brazo armado de un partido político como el MAS. El ideal profesional militar lo define el pensador de nacionalidad inglesa John Ruskin*: “La humanidad le ha dado la primacía al soldado, puesto que su papel fundamental consistía en morir y no en matar” y lo fundaba en las siguientes razones: “Si se le coloca en la brecha de una fortaleza, con todos los placeres del mundo a su espalda y por única perspectiva la muerte y su deber, permanecerá ingente ante el deber, sabe que a cada momento puede ser escogido para ese puesto; previamente ha adoptado esa resolución y en realidad muere todos los días”. A algunos amigos esto les debe causar risa, pero Leónidas lo cumplió en las Termópilas, al mando de sus trecientos espartanos. Recordemos que es sólo lo ideal, un paradigma.

Cada siete de agosto cuando juramos defender a nuestra rojo, amarillo y verde nos dignificamos, pero sólo a esa bandera, porque ella representa al Estado boliviano; ese es el camino correcto.

*El soldado y el Estado; Samuel P. Huntington. Edi. Leonardo impresora. Bs As. Argentina, 1964.

*La psicología al servicio de la guerra; Alberto Marini. Talleres Gráficos, Bs As, Argentina, 1954.