Iván Arias Durán*
Es innegable que gran parte de nuestra pobreza y atraso tiene su explicación en factores externos. Esta premisa sería absurdo ignorarla. Es más, en este campo nos quedan desafíos que debemos enfrentar para revertirlos en nuestro favor. En todo caso, si bien la pobreza tiene razones estructurales, las más fuertes son las causas propias, las nuestras. No somos pobres, estamos pobres porque tenemos la cultura de la media, de la mediocridad. Nos asusta el sacrificio y preferimos las soluciones fáciles.
Desde el hogar, nuestra estima por nosotros mismos es baja. En el colegio nos enseñan las grandezas de otras sociedades, y de Bolivia nos hablan de sus debilidades y desgracias históricas: de las guerras perdidas, de las dictaduras, del problema indio, de lo que nos diferencia, de nuestras pírricas victorias y de nuestras resonantes pérdidas.
Así nos forjamos quejones. Nos formamos para generar compasión, para que nos tengan compasión. Hemos aprendido a hacer de la pobreza una cultura, un negocio. Quizá por eso somos tan descuidados con nosotros mismos. Mi madre siempre me decía. "Mire hijo, seremos pobres, pero eso no justifica que usted ande mugriento como limosnero”. Y es que hemos perdido hasta la dignidad de ser pobres. Nos encanta la limosna, educamos a nuestros hijos en la escuela de la mendicidad.
No estoy en contra de los padrinos y de los regalos de Navidad a los niños pobres. Está bien que, por lo menos una vez al año, los ricachones de este país caigan en cuenta lo pobres que somos, lo inútiles que somos para combatir las desigualdades sociales y económicas. Pero lo que no está bien es que a nombre de la pobreza y los pobres movilicemos a miles de mendigos sin pedirles nada a cambio o sólo el esfuerzo de estirar la mano y llorar.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
¿Por qué las obras de caridad no son acompañadas por obras de bien común? Me explico. ¿Por qué a los mendigos-pedigüeños no se les pide que a cambio realicen una obra de bien? Por ejemplo, todos los del barrio "X" que quieran acceder a un regalo deberán demostrar que se han organizado y realizado un trabajo concreto. Como revocar su casa, aunque sea con barro; limpiar los jardines de su barrio, reparar los asientos de sus escuelas, pintar cuadros para sus escuelas. En fin, un sinnúmero de obras que pueden hacer para lo cual tendrían que agudizar el ingenio y la creatividad. Por qué no obligarlos a trabajar en la construcción de su dignidad?
Pero claro, siempre es más fácil apelar al sentimentalismo y hacerse famoso con los pobres y la pobreza. La limosna genera limosneros. Y eso es lo que producimos cada año en cantidades geométricas. Desde la sociedad y desde el Estado la pobreza y los pobres son carta de presentación que asegura limosnas y bonos. Así, año a año, con el escudo de la cultura damos vueltas en un círculo vicioso de chupa (farra) general y luego lamento nacional.
En todo caso hay pobres sin solución y los pobres dignos. Los pobres pero dignos son los que no quieren ser pobres, son los que se animan a luchar contra sí mismos y plantearse salidas. Son los inconformes, los que día a día le ponen el hombro, la fuerza y el empeño propios. Estos son los pobres que no generan compasión, los que no permiten que otros vivan y se hagan famosos a costa de ellos. Estos son los despreciados porque no lloran, ni sólo se preocupan, sino que muestran entereza y se ocupan. No son los que viven del lamento. Son estos miles de bolivianos de los cuales nadie se ocupa. Son los que le arañan a la vida cada oportunidad que ella les da. Son los "vendidos al sistema".
Para estos pobres nadie hace campañas de felicitación, o recolecta no de dádivas sino de oportunidades para surgir. Apoyar a éstos sería una buena forma de combatir la pobreza, pero claro se acabaría el negocio de los que viven de la pobreza. Y es que nos encanta premiar al que llora y no a los que se esfuerzan, innovan, arriesgan. Hemos escalado a la fama, mostrando lo peor de lo nuestro. Ojalá algún día acabemos con esta mentalidad y práctica indigenófila (amor a la indigencia) y construyamos la mentalidad y práctica basada en nuestra dignidad. El desafío está para la familia, la sociedad y el Estado. Que la pobreza sea un desafío a erradicar y no un negocio para eternizarla. Los bonos y las limosnas no producen ciudadanos, sino habitantes pedigüeños y conformistas dependientes de sus benefactores: el padrino o el Estado.
Tres razones explican la persistente alta pobreza y desigualdad de Bolivia. En primer lugar, los beneficios efímeros de los años de mayor apogeo a mediados del decenio de 1990 reflejan las debilidades en el tipo de proceso de crecimiento que vivió el país. El crecimiento de esta época se concentró en las exportaciones basadas en recursos naturales (por ejemplo, hidrocarburos), cuya demanda de mano de obra no calificada es relativamente baja. Las crisis negativas —como el abrupto cambio de tendencia en las entradas de capital, el deterioro de los términos de intercambio y el programa de erradicación de la coca— limitaron el crecimiento y anularon los logros anteriores en la lucha contra la pobreza. Además, la alta rentabilidad del capital y la baja rentabilidad comparativa de la mano de obra acentuaron la ya alta desigualdad de ingreso En segundo lugar, la baja productividad de las empresas, particularmente las del sector informal con gran intensidad de mano de obra, frena el crecimiento tanto del empleo como de los salarios. Las complejas y gravosas leyes que regulan la empresa y el mercado laboral impiden la innovación y desincentivan la participación de las pequeñas empresas en la economía formal, su crecimiento y el mejoramiento de su productividad. En tercer lugar, pese al reciente avance en cuanto al acceso a la educación básica, las oportunidades de los pobres para mejorar su capital humano son inadecuadas. Ello ha reducido su productividad laboral y restringido su acceso a trabajos mejor remunerados. Es más, ante altos costos de oportunidad y una inadecuada protección social, muchos de los pobres abandonan la escuela muy tempranamente y terminan desempeñándose en empleos mal remunerados.
*Ciudadano de la República de Bolivia
Columnistas.net