Ellas al poder

Karen Arauz

karen-arauz Antes de que los lectores varones decidan no leerme, declaro solemnemente que no soy feminista. Pero a las mujeres quiero decirles que, por supuesto, menos soy machista.

Hace un par de días se publicó el resultado de una encuesta por la que –en el eje troncal- los ciudadanos han expresado en su mayoría, que les gustaría una mujer en la presidencia de Bolivia para las próximas elecciones. Algunas sociedades han integrado a la mujer recién en el siglo XX –excepto en ciertas regiones y por vergonzantes religiones-, han avanzado tanto que pregunto qué hubiera pasado si el ex sexo débil hubiera tenido diecinueve siglos para desarrollarse en todo su potencial. Si en sólo un siglo se ve el avance de las mujeres –aunque ni remotamente lo suficiente- llena de esperanza sobre el futuro de la humanidad.



¿Qué es lo que hace que sea visto con naturalidad y hasta con agrado la posibilidad de ser gobernados por una mujer en una sociedad machista?

Reconocer que siempre existe una mujer que de alguna manera gobierna la vida de todos, es todo un esfuerzo. Se nace de una mujer, se comparte la vida con una mujer (salvo excepciones que a propósito se han convertido en durísima competencia) y es la hija mujer a la que las madres recurrimos para ciertos logros ante la inflexibilidad paterna.

Es evidente que las mujeres tenemos ventajas comparativas enormes, como puede ser lo innecesario de dejar roles naturales por otras opciones. Hay mujeres que pueden con todo. Caminar y masticar chicle simultáneamente, nunca ha sido un problema.

Las mujeres no tenemos por ejemplo, inconveniente en parar a alguien en la calle y pedir ayuda, digamos con una dirección. Sé que los hombres son más duchos en el manejo de mapas, pero para llegar a algún lugar sin mayores contratiempos no hay como una mujer. Recurrir a quien conoce lo que uno no, es de sabios.

No creo que exista –obvio siempre generalizando- una mujer que se lance a puñetazos con un conductor desconsiderado. La velocidad de su palabra, en todo caso, guarda directa relación a la de su mente. Eso evita el papelón, la escalada de violencia y provoca huellas indelebles en el subconsciente del adversario.

Básicos como ir al mercado, solas, es una maniobra de efectividad comprobada. Conozco algunas que pueden hallar causal de divorcio el ir con su pareja al supermercado. Claro, como van tan poco, les llama la atención hasta la más mínima bolsa de comida para gatos, animal que nunca tuvieron. Y esa incursión, puede resultar una encrespante experiencia de dos horas extras al tiempo normal y la cuenta resulta el doble de lo habitual. La alimentación de la familia, exige distinguir eficientemente lo banal de lo vital.

Las mujeres tienen habilidades extraordinarias para la ubicuidad. Pueden estar en el trabajo ocupadísimas pero hallan un minuto para pensar y actuar. Mientras recogen la ropa de la lavandería, alzando al vuelo un par de flores para el comedor, espera a sus hijos volver de la escuela con el almuerzo listo, llamando a una amiga deprimida para ofrecerle ayuda, antes de volver corriendo a trabajar. Esto es todo un desafío.

Se dice que las mujeres cuentan con un adminículo que sólo existe en ellas y en ciertos lentes de fotografía: ojo de pescado. Una millonésima de segundo en público basta para captar vestidos y peinados ajenos y tener un cuadro de situación preciso. Mantiene una coherente conversación mientras ve con precisión con quien coquetea su media naranja a diez metros de distancia a tiempo de protestar con fundamento por la burla que suponen los índices de los precios al consumidor que declara el INE.

Ya no es ciencia oculta un nudo de corbata para el hijo adolescente. Y ni hablar de su habilidad para elastizar el presupuesto familiar. La mujer cuenta con un radar que le hace decidir sin dudar, cuáles son las prioridades para su familia. Sabe muy bien cómo y cuándo ajustar los cinturones en los malos momentos, siendo siempre el suyo el primero. Mantener la dosis correcta entre férrea disciplina y ternura complaciente, percibir los peligros y reaccionar a velocidad de la luz, es un atributo extra.

Las mujeres tienen en general, reputación de ser más honradas con la cosa pública. Claro, perciben que por cada peso que algunos se embolsillan puede morir un niño por falta de un medicamento.

Las mujeres que están liderando países del primer, segundo y tercer mundo, son cada día más. La inteligencia, la decisión oportuna, la preparación, la visión de lo que la gente quiere y lo que un país necesita hacer para vivir mejor, no es privativo de un género. Si los resultados de esa encuesta se expanden a todo el país, será también porque el pueblo extraña además, ciertos valores -como la familia- que están ausentes de nuestra vida como nación hoy por hoy.

Surgirán mujeres del anonimato y el 2014, es probable que finalmente se reivindique -más allá de vacíos enunciados-, la verdadera valía de la mujer boliviana.