Europa enfrenta una crisis de integración


Merkel y Sarkozy han asumido la responsabilidad de gestionar la crisis.

La Unión Europea (UE) no parece lo que era. La bandera azul con doce estrellas en círculo, símbolo de un modelo de integración regional impecable, fuente de prosperidad y paz sin parangón con la crisis comienza a adquirir tintes de gallinero político.

En los buenos tiempos, todo funcionaba, no sin fricciones pero sin grandes sobresaltos, como pasó por ejemplo con la imposición de la Política Agraria Común.

En los malos tiempos, como la crisis que ahora parece pender de lo que salga de las reuniones de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha desnudado las carencias de lo que se suponía el paradigma de integración regional.



El complejo proceso de toma de decisiones -que exige el consenso de los 27 miembros del bloque- y lo que para muchos es una unión económica en la que falta integración política se han revelado los dos principales impedimentos en estos tiempos de crisis.

Con moneda y sin política económica

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No faltan los ejemplos recientes: la demora para aprobar el plan de acción económica terminó dependiendo de un pequeño partido político de Eslovaquia -cuyo gobierno saltó por los aires.

O las cumbres y recumbres con que Merkel y Sarkozy asumen la iniciativa política por cauces que no son precisamente los previstos en los tratados constitutivos.

Por si fuera poco el ruido, ahora vuelven a la carga sectores del partido conservador británico que quieren que se celebre un referéndum para salirse de la UE.

Más que un modelo de integración regional paradigmático, el que era ejemplo de gobernabilidad y orden institucional adquiere tintes de tragicomedia de enredo. Hasta hay quien dice que la UE ha dejado de ser aquel modelo que todos querían imitar.

Como señala el corresponsal en Asuntos Económicos de la BBC, Andrew Walker, «la crisis del euro subraya lo difícil que es compartir una moneda si no tienen integradas sus instituciones financieras».

Claro, que también es justo decir que difícilmente se estaría hablando de esto si no fuera precisamente por una severa crisis económica que haría tambalear casi cualquier modelo integración regional.

«Lo que la Eurozona necesita es tal vez, más que ninguna otra cosa, un crecimiento económico fuerte que permita generar ingresos públicos en forma de impuestos y reducir el endeudamiento de los gobiernos», considera Walker.

En términos de creación de paz sobre un continente inundado por guerras, sigue siendo un éxito sin precedentes, pero es necesaria la adaptación a las condiciones cambiantes" Kristina Kausch

Falta de integración política

De las reuniones de Sarkozy y Merkel también ha resultado un llamamiento a que los países miembros de la Eurozona aprueben leyes que exijan equilibrio presupuestario. España reformó su Constitución para incluir una cláusula en ese sentido

Y ya se habla de poner en marcha una estrategia tributaria coordinada entre Francia y Alemania, por ejemplo, e incluso de la emisión de deuda pública paneuropea como un remedio para las maltrechas cuentas de diversos países de la unión.

Se trata de pequeños pasos para que la fuerte integración económica de Europa se pueda traducir en una mayor unión política, una de sus carencias históricas.

La analista Kristina Kausch, del centro de estudios de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), un centro de estudios europeos de Madrid, opina que «los políticos quieren las ventajas de la unión política sin las desventajas: por ejemplo, abandonar competencias».

«La Unión Europea es un modelo que ha generado tanta prosperidad y paz que resulta muy atractivo, envidiado y con muchos candidatos a copiarlo».

«La UE creció a partir de un intento de la posguerra de evitar futuros conflictos (…). Un proyecto de integración voluntaria que no tiene parangón en el mundo», le dijo Kausch a BBC Mundo.

«En términos de creación de paz sobre un continente inundado por guerras, sigue siendo un éxito sin precedentes, pero es necesaria la adaptación a las condiciones cambiantes».

Para la experta en Relaciones Internacionales, una muestra del éxito de la UE es «que muchos siguen queriendo acceder incluso ahora cuando se ven claramente las limitaciones del modelo».

Aunque sí reconoce que «en algún punto el modelo dejó de evolucionar y lo que sirvió para hacer la paz entre Alemania y Francia tiene 27 miembros, con lo que el sistema de consenso ya no es operativo».

«Por muy mal camino»

No es tan optimista el profesor Ramón Torrent, catedrático de la Universidad de Barcelona, para quien hace años que se podía apreciar que el proyecto de la UE «iba por muy mal camino».

En «¿Cómo se engendró en los años 1980 la crisis del proceso de integración europea que ha estallado en los años 2000?», publicado en 1997, Torrent si bien reconoce el «éxito extraordinario» en sus primeros años, asegura que se produjo en un contexto internacional determinado y respecto a objetivos bastante limitados.

En favor del modelo de integración europea están tanto la resolución del histórico enfrentamiento entre franceses y alemanes, como la construcción del mercado común.

Pero como le explicó Torrent a BBC Mundo, en los años 80 se plantó la semilla de los problemas actuales «cuando en una encrucijada de caminos se optó por la alternativa de la integración por la integración».

«Sin proyecto político, sin saber para qué se hacía, se optó por más integración pero los dos procesos más importantes se hicieron muy mal: la ampliación y la unión monetaria sin unión económica», comentó.

«Desde el mundo exterior, el papel europeo como modelo de integración es cada vez menor, lo que es en realidad algo bueno. El evangelio de la UE había hecho demasiado daño. Que se olviden de imitar un proceso que es en realidad irrepetible es lo mejor que puede pasar».

Fuente: bbc


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