José Pastén Burgoa
Cuando vi las imágenes de Evo Morales debatiéndose entre marchas, arengas y otros desencantos, por un momento tuve lástima y empatía. Sentí que el cocalero cargaba una cruz muy pesada y su entorno de metida de pata a error tras error. ¡Bien Gracias! Censuré en silencio la forma en la que el mandatario trataba de sobrevivir ante la caída inminente de su popularidad siendo aplastado por esa realidad que el mismo creó: “los movimientos sociales”.
De los paceños que recibieron a los marchistas del oriente, de 3, solo 1 votaría por la reelección de Juan Evo. Eso es decir mucho. La causa, los permanentes desaciertos y errores políticos. Pero lo que me volvió a la realidad fueron las últimas imágenes donde se vio al presidente promulgar la ley TIPNIS pero con un ceño fruncido, un malestar exagerado y poco decente de disimular. Firmaba los documentos y seguramente pensaba en… o internamente se lamentaba exclamando… Ese es el verdadero sentir de Juan Evo Morales Ayma. Esa su mala cara, esa su actitud de niño malcriado vencido por la verdad y la justicia. A eso se llama “malas actitudes”.
Horas antes el Vicepresidente en el hemiciclo parlamentario trato de desvirtuar, desdibujar y dejar en entredicho la realidad del TIPNIS con una dosis notoria de desafecto. Por suerte, los ciudadanos hemos aprendido a entender, a captar los mensajes en doble y triple sentido, a “lecturar”, “decodificar” esas declaraciones humorales, despectivas y socarronas pronunciadas en espacios abiertos donde se reúnen las “fuerzas vivas de la nación”, es decir, “los movimientos sociales”.
Cuando el presidente de los bolivianos trata de corregir un entredicho o una situación anómala que va derivando en conflicto, al principio inicia su alocución de manera casi regular, pero siempre le ataca su dosis de intolerancia. “QUE A MI NO ME ECHEN LA CULPA” fue la expresión final como decir “ahora no me frieguen y que se j….”. ¿Qué pasa Sr. Presidente? ¿Sus asesores han perdido toda esperanza de sugerirle o enseñarle expresiones mínimas de buen trato social? Que importante había sido tener una formación mínima. El Presidente de los bolivianos no es un simple vendedor de periódicos o empanadas tucumanas, no es un mero escribidor compulsivo ni opinólogo de farándula criolla. Es la cabeza del estado plurinacional. En todas las escuelas del Estado está su foto a color tratando de convertirse en líder digno de imitar. ¿Imitar qué?
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Pero para equilibrar la balanza y dar un poco de respiro a tanta maledicencia es necesario reconocer que no solo el cocalero entra en este contexto poco saludable. Profesionales con título en provisión nacional, maestrías y doctorados, analistas, politólogos, hombres y mujeres de prestigio muchas veces tienen una mala actitud que muestra su soberbia e intolerancia.
Por favor que alguien le diga al presidente que muchas de sus actitudes rayan en lo atípico y exótico. Los bolivianos queremos proyectarnos al futuro y no mostrar una bolsa de negativismo inoportuno y censurable. Usted amable lector puede ser un dechado de profesionalismo pero su actitud puede jugarle una mala pasada que le cerrará muchas puertas de la sociedad. Presidente… ¡Vamos!, ¡Depúrese!, Ese dicho oriental “camba viejo no aprende a leer” tiene sus reglas y excepciones. Vamos Presidente. ¡Aprenda!