No es secreto que Thalía ha saboreado la miel del amor y del éxito de igual manera en que ha vivido momentos de gran dolor. La superestrella mexicana creció bajo la luz de los reflectores y la prensa se ha encargado de documentar todo y más sobre su vida.
En su nuevo libro «Cada día más fuerte» (a la venta esta semana y disponible el 1 de noviembre en inglés como «Growing Stronger»), la cantante y actriz revela sus luchas más personales al tiempo que reflexiona sobre lo que considera sus más grandes bendiciones: Mottola y sus hijos Sabrina y Matthew.
«Es un libro muy íntimo, donde me expongo al mil, donde no hay una máscara, donde no hay un rinconcito que quede guardado», dijo Thalía el miércoles en una entrevista exclusiva con The Associated Press.
Con su largo cabello suelto, maquillaje minimalista y sin ningún tipo de accesorios, la estrella habló con entusiasmo sobre este y otros capítulos de su vida, intercalando risas y por momentos conteniendo lágrimas al recordar a su madre, Yolanda Miranda, quien falleció el pasado mayo apenas un mes antes del nacimiento de su hijo. También explicó por qué le agradece a La Llorona el haberla hecho una chica capaz de enfrentarse a lo desconocido.
«Mi vida ha sido maravillosa», resume Thalía. «Cada instante me ha hecho una persona sólida, una persona gladiadora».
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A continuación extractos de la entrevista.
¿Qué te llevó a escribir este libro en este momento de tu vida?
Es un momento en el cual me siento muy segura de quien soy, muy aceptada, muy tranquila, contenta con las cosas que he realizado durante de mi vida, tanto personal como profesional, y creí que era un momento importante de compartir mi historia, mis experiencias tanto buenas como malas, con toda mi gente… y tratar que de alguna manera pues mis vivencias puedan apoyar la vida de otros.
Abordas temas muy felices, como tus éxitos, tu matrimonio, tus hijos. Pero también ahondas en temas muy dolorosos… ¿Qué tan difícil fue para ti hacer este viaje al pasado?
Me expuse y quedé vulnerable… Fue muy difícil el bajar mi vida en papel, fue un proceso muy íntimo, muy psicológico, pero al mismo tiempo fue liberador. Fue como limpiar el clóset, como limpiar la casa, como tirar paredes, abrir espacios nuevos, y fue muy refrescante para mi vida.
¿Sientes que hiciste catarsis con este libro?
Sí (risas). Hice catarsis definitivamente sobre temas de pronto que no me había querido adentrar, no me había querido rascar tantito a ver qué había. Y este libro me brindó esa oportunidad de realmente rescatarme como mujer, como ser humano, como niña, como artista y me ayudó mucho a reestructurarme mental, psicológica, física, espiritualmente, y quedar brillante, quedar limpia, quedar lista para una nueva aventura en mi vida.
¿Cuáles fueron esos temas difíciles de abordar?
Creo que mi vida en general, como la de cualquier otro ser humano, tiene altos y tiene bajos, tiene momentos de mucha luz, momentos de mucha oscuridad. En mi caso siento que de pronto han sido extremos los dos momentos: o momentos demasiado altos o momentos demasiado bajos. Y pensé que era una oportunidad para mí como ser humano de crecer, de aprender, al compartir estas anécdotas y también de que otra persona pues diga, «hay oportunidad para sentirse bien a pesar de una tragedia, hay el chance de convertir, o revertir, la tristeza, el dolor, la soledad, el abandono, la muerte, en una experiencia positiva de aprendizaje, de crecimiento espiritual».
Estabas embarazada cuando escribiste este libro. Con los cambios hormonales una suele estar más susceptible. ¿Sientes que esto te ayudó en cierta forma a expresarte con el corazón en la mano?
Sí. Definitivamente el haber estado embarazada durante el proceso del libro fue un elemento de emoción, de abrirme de una forma totalmente interna, de una forma muy maternal, muy abierta, muy de la vida. Cuando uno está gestando te sientes lleno de vida, te sientes lleno de alegría, te sientes lleno de fantasía, de historias. Y fue el momento específico en el cual el destino puso este libro en mi camino.
Tu madre llegó a leer el libro e incluso a ayudarte a editarlo, según escribes en el preludio. ¿Qué te dijo ella? ¿Cómo lo tomó?
Pues, el libro ya estaba terminado y mi mamá vino a visitarme una semana antes de lo que pasó. Le di el manuscrito. Le dije, «Aquí está el libro, a ver qué piensas de él». Y no sólo lo leyó una vez, sino que acabando la última hoja lo volvió a leer. Y empezamos a recordarnos las historias. Y empezamos a añadir anécdotas que se habían quedado afuera. Empezamos a reír. Y empezamos a llorar. Y fue un momento muy importante para mí porque ella también tuvo la oportunidad, esa semana antes de su partida, de revivir toda su vida, de revivir todos los momentos en los cuales pues estuvimos juntas, desde nuestro hogar, desde mi nacimiento, desde mi padre, desde mis hermanas cuando chicas, todo ese hogar mágico y maravilloso; hasta nuestra carrera, nuestros momentos álgidos, nuestros momentos de triunfo, de gloria. Fue para ella también, esa visita a su pasado, como cerrar un ciclo entero. Y me quedo tranquila con eso, porque sé que de alguna forma si algo se le hubiera quedado pendiente en esta vida, tal vez con este libro también ella cerró varios círculos.
Sé que eras muy apegada a ella, que hablaban todos los días por teléfono… ¿Qué es lo que más extrañas?
Pues precisamente eso. Todos los días es como querer marcar un número y ya nadie contesta. El llegar a un lugar y decir, «Voy a mandarle un mensaje», (y) ya no hay a quién mandarle un mensaje. Ya no hay con quien compartir esas cosas tan nuestras, tan íntimas. Sí existe esa energía, sí existe ese ser, porque yo creo en que nadie nace, nadie muere; uno es eterno. Uno es esa energía que se transforma, inclusive cuando dejas este mundo, este plano… Pero el hecho de no estar aquí carnalmente, eso es lo que duele: el no poder escuchar esa voz, el no poder abrazar a esa persona, oler ese perfume natural… Eso es lo que estoy trabajando, no día a día ni hora a hora, sino minuto a minuto, y estoy tratando de cada día ser más fuerte.
Fuente: AP