Escuchando las declaraciones del presidente, casi se podría pensar que esté sufriendo algún tipo de psicopatía reiterativa, una suerte de complejo de culpa no resuelto por no asumir su responsabilidad en la masacre de Yucumo.
Eso explicaría por qué el mandatario se esfuerza de manera constante por desviar la culpa hacia otros actores, sean los medios, algún viceministro o la Policía.
A esta última la había cargado con el fardo de la represión desde su primera aparición televisiva pos-Yucumo, pero ahora Evo Morales ha vuelto a culpabilizarla de manera más explícita, utilizando su conocida táctica retórica del “siento”.
“Siento que hay algunos policías que no quieren al presidente, que no quieren al gobierno y aprovechan de esta clase de movilizaciones”, ha sido la respuesta presidencial ante las voces que se elevan desde la fuerza pública, revelando que la orden para el atropello vino desde Palacio.
El presidente Morales no parece tener clara conciencia sobre la crisis de ingobernabilidad a la que podría estar arrastrando al país, al desconocer que el secreto para la legitimidad del mando es la plena asunción de las responsabilidades por parte de quien emite las órdenes.
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Objeción de conciencia
Mientras tanto, el malestar crece en filas policiales y ya hay analistas autorizados que ponderan la conveniencia de adoptar mecanismos de objeción de conciencia similares a los que existen en otras latitudes.
Es el caso del coronel (R) de la Policía, Rolando Fernández Medina, que en un artículo de opinión recuerda a sus camaradas en activo que “no se deben acatar las órdenes que atenten contra los derechos naturales”, al tiempo de proponer el estudio de una posible sindicalización policial.
“En España han sido prácticos respecto a este dilema; las diferentes policías se han agrupado en un sindicato que les permite la autoprotección contra las arbitrariedades y despropósitos del poder político (…) Analicemos la sindicalización como una posibilidad, tal vez la única, para salvaguardar los principios policiales, fortalecer la democracia y proteger y garantizar los derechos fundamentales de todos los que vivimos en este país”, dice Fernández Medina.
Al tiempo que se expanden estas críticas, el presidente parece repetir “Yo no fui, fue la Policía”. Frase que también podría aplicar al caso Sanabria…