El actor es de los que nunca llega a acostumbrarse a eso de ser siempre el centro de atención y el objetivo de todos los paparazzi.
Colin es una persona humana y sencilla a la que no le gusta estar en el punto de mira y, por eso mismo, considera que lo peor de su profesión con diferencia es la fama.
Colin Firth sigue acostumbrándose a eso de ser famoso. Al parecer, al protagonista de El discurso del Rey le cuesta que los paparazzi le persigan allá donde va y no soporta acaparar la atención todo el rato.
«Me fotografían cuando no quiero, me escuchan cuando no me apetece que me oigan y me persiguen. Pero esto es lo que sencillamente pasa en mi trabajo», explicó el actor a WENN.
«Yo creo que se pasa de la raya. No creo que todo esto sea legal (…) No creo que mi vida privada le pertenezca a nadie más que a mi. Yo soy dueño de lo que hago delante de la cámara y lo hago lo mejor que puedo, pero ahí termina todo», añade con indignación.
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Finalmente, termina diciendo que tiene «el derecho de cerrar el chiringuito cuando llego a mi casa. No es algo de lo que me pueda quejar, pero sí me tengo que acostumbrar a ello».
Fuente: www.europapress.es