Ismael Schabib Montero*
El Defensor del Pueblo nos ha sorprendido con su informe sobre la represión ejercida por el gobierno a los indígenas del TIPNIS, el 25 de septiembre pasado, donde pone en evidencia que el Sr. Llorenti, ex Ministro de gobierno, el Sr. Farfán, ex viceministro y algunos generales y coroneles de la policía son los culpables del hecho, colaborados por un general de la FAB y curiosamente libra de culpas al Sr. Presidente y al Sr. Vicepresidente del Estado Plurinacional.
¿Con qué cosa nueva aporta el Sr. Defensor del Pueblo? Con nada, se quedó corto, porque la opinión pública nacional conoce de sobra a los actores del gobierno, sus antecedentes, cómo llegaron al poder, que aptitudes y actitudes tienen, con su informe nos ha permitido aclarar que él tiene compromisos o es amigo, simpatizante, admirador o lo que sea, de estas autoridades o del MAS.
El Sr. Presidente Morales es responsable y culpable de la represión llevada a cabo en Yucumo contra los indígenas yuracaré y mojeño que habitan el TIPNIS, por lo siguiente: responsable porque es el jefe de Estado, en su calidad de Presidente es cabeza del gobierno, y estas instituciones han actuado en representación del Estado por instrucciones del gobierno nacional, y todavía más, algunas autoridades de esas instituciones han manifestado espontáneamente en público su compromiso político con el gobierno, o sea que esto va más allá del cumplimiento de las leyes y reglamentos, más allá del cumplimiento del deber, lo hacen por granjearse simpatías, por ganar méritos en el “proyecto”.
Culpable, porque el Sr. Morales se dio a la tarea de confrontar públicamente con los indígenas del TIPNIS, que no deseaban la confrontación sino hablar con él, lo tomó el asunto como algo personal, acusándolos de corruptos y otras cosas más, desprestigiándolos, tratándolos no como a personas humildes con quienes sus ministros negociaban, sino como a sus enemigos, porque pareciera que el Sr. Presidente no entiende que la confrontación no es el ambiente propicio para gobernar Bolivia para los bolivianos, la confrontación, es el escenario que le agrada, no lo puede evitar. En el conflicto se produjo una escalada que él promovió también, y cuando estaba en su punto máximo, incluso contando ya con la participación de sus milicianos, colonizadores-cocaleros, amenazando a los marchistas y bloqueando la ruta para que no pasen a la ciudad de La Paz, se produjo repentinamente la represión llevada a cabo con un grado de violencia innecesaria y sorprendente porque quienes la sufrieron habían demostrado ser personas pacíficas y no perjudicaban a nadie, ni al tráfico vehicular, siquiera.
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Lo menos de lo que se puede acusar al Sr. Presidente Morales, es que él creó el ambiente de confrontación. Con su actitud, con su ejemplo, les dio la pauta a sus ministros y a los policías, que sólo cumplían órdenes y en este caso no estamos suponiendo actitudes del Sr. Presidente en privado que no ve la opinión pública nacional, sino solamente lo que se observó a través de los medios de comunicación. No se debe descartar que el Sr. Presidente hubiera dado la orden de reprimir a los marchistas. Sacha Llorenti y todos los implicados en este asunto son sólo los fusibles de algo que no se puede ocultar, algo que el Sr. Defensor del Pueblo no ve, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, porque quiere fingir que cumple el rol que le da el cargo que ostenta, pero, quedando bien con Dios y el diablo.
*Vicealmirante de la República de Bolivia