Mariano Rajoy, el conservador que promete sacar a España de la crisis

La tercera fue la vencida. El candidato del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, ganó este domingo las elecciones generales de España con una mayoría absoluta superior a la del expresidente y compañero de partido, José María Aznar.

El candidato conservador deberá enfrentar la crisis financiera del país tras la criticada gestión de José Luis Rodríguez Zapatero, que adelantó las elecciones y deja el poder tras la presión social y económica.

Mariano Rajoy (Santiago de Compostela, Galicia, 1955) vivió su infancia en León, la misma tierra de Zapatero, y estudió Derecho. A los 23 años ya ejercía como registrador de la propiedad y desde los 26 inició su carrera política ocupando diversos cargos en todas las administraciones, municipal, regional y nacional.



Fue ministro de Administraciones Públicas, Educación Interior y ministro de la Presidencia, además de vicepresidente durante tres años en los mandatos de Aznar.

Rajoy está casado con Elvira Fernández y tiene dos hijos. Sus pasiones son el ciclismo, el Real Madrid y los puros habanos.

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En 2002, cuando ocupaba la vicepresidencia del Gobierno, fue duramente criticado por minimizar los efectos del desastre del Prestige, el buque petrolero que se accidentó con una carga de 77,000 toneladas de petróleo en las costas del noroeste de España y que causó un impacto medioambiental en más de 500 kilómetros de costa. Su frase «del Prestige salen sólo unos hilillos de plastilina» es una de las más recordadas y parodiadas de su carrera.

Intentar hasta ganar

Rajoy se presentó por primera vez como candidato en 2004, tres días después de que España viviera el atentado más sangriento de su historia: terroristas yihaidistas atacaron cuatro trenes en el metro de Madrid; 191 personas murieron y cerca de 2,000 resultaron heridas.

José Luis Rodríguez Zapatero, una cara nueva entonces en el socialismo nacional, alcanzó el poder bajo el grito de «no nos falles» de muchos jóvenes, tras ocho años de los conservadores, a los que parte de la opinión pública criticó por su apoyo a la guerra de Iraq.

Desde las filas del PP, comenzaron a cuestionar el liderazgo del que Aznar había elegido como sucesor, al que calificó entonces como «el candidato de consenso». Pero Rajoy, con ese carácter que sus seguidores califican como «tranquilo» y sus detractores como «perezoso», resistió las críticas y se presentó de nuevo a las elecciones de 2008, en las que volvió a fracasar ante Zapatero. «Me han cascado (criticado) mucho», dijo en una entrevista en la Cadena Ser, en alusión a las apelaciones de su partido reclamándole más carácter.

En la campaña de 2011, el líder de los populares ha sido criticado por la falta de claridad a la hora de exponer sus planes para atajar la crisis económica. Garantiza que gobernará para todos y que su «objetivo prioritario es crear empleo». España tiene una tasa de desempleo de 21%, que en el caso de los jóvenes llega a 45%; analistas financieros sostienen que sus niveles de deuda históricos lo empujan hacia una deriva similar a la de Italia o Grecia.

«Habrá que fijar prioridades. Yo ya he dicho que mi primera prioridad es mantener el poder adquisitivo de las pensiones. A partir de ahí, hay muchísimas partidas. En el programa electoral planteamos una revisión de todas las partidas presupuestarias. A partir de ahí, habrá que recortar en todas. A lo mejor habrá que hacer menos obras públicas, dar prioridad a terminar las obras públicas que ya están en marcha. Habrá que suprimir muchos organismos autónomos, habrá que hacer muchas cosas y habrá que recortar de donde se pueda», dijo en una entrevista con el diario El País ante la pregunta sobre las medidas de austeridad que aplicará.

«Gobernaré al servicio de España y de los españoles. Nadie tiene que sentir inquietud alguna», dijo en su discurso del domingo en alusión al desempleo, el déficit, la deuda y el estancamiento económico, sin concretar ninguna medida anticrisis.

«Estamos ante una hora decisiva de España, ante uno de esos cruces de caminos que van a determinar el futuro de nuestro gran país”, aseguró. Tras reconocer que el futuro de España se juega «hoy más que nunca en Europa», el líder conservador prometió que el país dejará de ser un problema «para volver a ser parte de la solución».

Este domingo, desde el balcón de la sede en Madrid del PP, selló con un beso a su esposa el final de sus ochos años en la oposición. Ahora confía en que su «trabajo, seriedad y constancia», que considera sus mayores fortalezas, servirán «para que más pronto que tarde empecemos a ver los frutos».

Fuente: www.mexico.cnn.com

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