Jimmy Ortiz Saucedo
“Brasil desplazó 6.500 militares a su frontera con tres países.- Se trata de ´la mayor acción conjunta de las Fuerzas Armadas en la región fronteriza` para combatir, especialmente, el narcotráfico y el contrabando, señala un comunicado del Ministerio de Defensa de Brasil. El Ministerio de Defensa de Brasil desplazó alrededor de 6.500 militares a su frontera con Perú, Bolivia y Paraguay, que consta de una distancia de aproximados 6.977 kilómetros”. (La Estrella del Oriente)
Esta es otra vergüenza internacional para Bolivia.
La militarización de la frontera con Brasil es una prueba tácita del fracaso de la lucha contra las drogas en Bolivia. El tema del contrabando es un asunto de poca monta. Los brasileros, con su conocida diplomacia, incluyeron en contrabando sola para que no quede tan explicito nuestro descontrol interno, en la cadena coca-cocaína.
No es posible que el gobierno del presidente Morales no tome en serio la lucha contra las drogas. A 6 años de su gobierno, no caben ya pretextos, no puede achacarles estos males a los neoliberales de Goni Sánchez de Lozada, o a la DEA, como lo hizo en los últimos días el Capitán Quintana, el de los gusanos.
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No es posible que las otras autoridades, elegidas por voto directo de la ciudadanía, no hagan nada, o por lo menos lo suficiente, para líbranos de este terrible flagelo. Ellos son tan legítimos representantes del pueblo como lo es el Presidente Morales y su partido. Ellos están obligados a velar por nuestro bienestar, para eso fueron elegidos.
Que dice la oposición política, que anqué reducida en el parlamento, al menos tiene voz para reclamar e intelecto para plantear normas.
Que dicen los gobernadores y los alcaldes al respecto. Ellos son representantes de las democracias regionales en esta Bolivia autonómica. Aunque la autonomía sea todavía de pliqui, esta sería una oportunidad más de comenzar a ejercerla.
Que dicen los consejeros y nuestros noveles parlamentarios departamentales. Acaso el narcotráfico no está destruyendo a nuestros jóvenes, aumentando la inseguridad ciudadana a niveles impensados y destruyendo la moral pública.
Que dicen nuestros líderes regionales e institucionales. ¿No es el narcotráfico un peligro para Santa Cruz? ¿No es ya Santa Cruz la ciudad con más fábricas de pichicata y con mayor violencia?
Que dice la ciudadanía en general, los hombres y las mujer de a pie. ¿No tiene, por ventura, algún pariente drogadicto? ¿A ninguno de sus familiares lo asaltaron para robarle un celular?
¿Qué pasa, Bolivia? ¡El Estado somos todos!, no sólo nuestras ineptas autoridades. Para bien o para mal nuestras vidas están unidas. Alguien tiene que dar la cara contra este cáncer que nos corroe el alma misma.
Es terrible que no acabemos de comprender la tragedia que significa, y significará aún más para Bolivia, la cadena coca-cocaína. Brasil ya militarizo sus fronteras, para blindarse de él ¿y nosotros qué?
Aunque sea una voz en el desierto seguiré clamando como el profeta Isaías: hagamos una Cumbre Antidrogas antes que sea demasiado tarde.
Ante la falta de una política antidroga del Gobierno de Evo Morales, por decir lo menos, es necesario que la sociedad se organice y reaccione, dentro de las posibilidades que nos da la Democracia.
Tenemos que reconocer que hemos perdido la guerra contra la cocaína en Bolivia.
Ante este trágico estado de cosas, planteo la urgente necesidad de realizar una cumbre antidroga.
Aunque pueden haber muchas variaciones de esta idea, sugiero lo siguiente: realizar de una "Cumbre Antidroga en Santa Cruz", la ciudad más damnificada por el narcotráfico. Recomiendo que ella sea realizada por todas las autoridades departamentales elegidas por el voto popular, con la adición del Gobierno Moral de los Cruceños, nuestro Comité pro Santa Cruz. Es necesaria la presencia internacional con la ONU, la OEA y también representante de países interesados como: Brasil, Chile, Argentina, Paraguay, Perú, Estados Unidos de Norte América, la Comunidad Económica Europea y otros.
Si no da la cara el Gobierno, saliendo por los fueros del decoro nacional, lo tendrán que hacer otras autoridades democráticas, que tienen la obligación de velar por el bien común. La Cruz de nuestra Santa Cruz, no combina con este infame ‘negocio’.