Salvador Romero Pittari
Bolivia experimenta otro proceso de cambio de los varios que ha tenido en su vida independiente. Siempre inclinada a la búsqueda de novedades, está vez incluso ha mutado su denominación oficial de República por la de Estado Plurinacional Comunitario.
El rebautizo intenta reflejar la puesta en marcha de una modalidad distinta de democracia, de múltiples nacionalidades y de participación ciudadana más directa, inscrita en la Carta Constitucional, en reemplazo de la anterior tipificada como representativa, acusada de muchos vicios y defectos algunos bien ciertos. La actual se acerca a su primer quinquenio de vigencia, tiempo para hacer un balance de resultados, cierto sumario y provisional.
El Gobierno atraviesa hoy por una periodo de gran turbulencia que, más allá de las preferencias partidarias, ideológicas, lleva al ciudadano a interrogarse por la hoja ruta planteada por la coalición gobernante al país, pues aquellos roces, a veces muy rudos, parecen indicar quiebres en la sociedad y en el propio frente en el poder.
La propuesta democrática del MAS tuvo dos aspectos distintos si bien inseparables el uno del otro. El primero buscó, en una sociedad definida como pluri-nacional y cultural, ampliar la intervención grupal en la elaboración y en el control de las políticas, en especial de los llamados nuevos movimientos sociales, populares y de minorías étnicas y culturales.
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La práctica real de estas intenciones ha dejado más sectores decepcionados que entusiastas porque los actores convocados a ejercerla se han tomado exclusivamente entre los más afines al oficialismo y no tanto para contribuir a dar forma a las decisiones o controlar su desenvolvimiento cuanto para defenderlas del rechazo de los descontentos, como se vio en el bullado caso del TIPNIS. No en forma muy distinta a las prácticas de antes. Dicho en otros términos la supuesta mayor inclusión política no se da en el espacio de las decisiones políticas sino en sus márgenes, enfrentado a los actores populares entre sí. A éstos con los sectores medios, desmovilizados, oscilando entre la indignación y la apatía. Hecho no ajeno al ambiente de ingobernabilidad del momento.
La democracia participativa requería de un reequilibrio de los poderes del Estado que rompa la primacía de hecho que ejerce el poder ejecutivo en los regímenes presidencialistas sobre el legislativo y judicial. La elección popular de los magistrados, donde el voto nulo y blanco ha superado al voto válido, con la cual se quiso dar una señal del restablecimiento de la igualdad de los poderes y otra imagen de la justicia, ha tenido el efecto contrario de deslegitimar a los nuevos jueces y desnudar abiertamente la intervención del Régimen. Las dificultades, pues, para establecer una participación directa mayor en la democracia no se deben solo a la resistencia de los adversarios recaen igualmente sobre los gestores.
El segundo cometido de la democracia actual fue el de forjar políticas e instituciones a través de las cuales los distintos componentes sociedad puedan establecer un marco de interacción y convivencia de unos con otros. Otra vez las expectativas quedaron defraudadas. La ausencia de instituciones y mecanismos de solución de problemas, señaladas en la Constitución, mas no concretadas, la preferencia por algunos sectores o regiones, la desatención de otros, desató entre los departamentos, provincias, ciudades y pueblos del país rivalidades e inquinas que tornan incierta la vida diaria y debilitan la solidaridad local y nacional.
Así en el desenvolvimiento de la Democracia de hoy, que se proclamó distinta a la puramente representativa, no ha conseguido superar varios de los vicios atribuidos a ésta. Las dudas sobre su viabilidad alcanzan ahora a muchos de los fervorosos electores de los inicios. ¿Se trata de problemas estructurales, vistos también en otras experiencias parecidas, o de fallas de pasajeras de coyuntura, de obstáculos anclados en inercias que vienen de atrás? Pregunta difícil de responder. Si bien no hay duda que el Gobierno debe hacer un examen sincero de su desempeño para cumplir su oferta.