Como para que no se olvide que el nombre completo del experimento político del evismo es “revolución democrática y cultural”, el Movimiento Al Socialismo ha movido sus fichas para copar una de las escasas instituciones públicas que aún no controlaba plenamente: el Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia (ABNB).
Se trata de una de las pocas entidades dependientes del Estado boliviano que goza de amplio prestigio internacional, habiendo recibido incluso el reconocimiento de la Unesco como “Memoria de la Humanidad” por su Fondo Documental de La Plata.
El mérito corresponde mayormente a sus últimos directores, Gunnar Mendoza y Marcela Inch. Precisamente, la segunda acaba de ser destituida de su cargo por la Fundación del Banco Central de Bolivia (FBCB), con una carta donde se señala que la decisión obedece a “factores externos” y a órdenes de “instancias superiores”.
Para decirlo claramente: Inch es despedida por instrucciones provenientes de la más altas esferas de gobierno, a raíz de una llamada telefónica del propio Evo Morales al presidente del BCB, Marcelo Zabalaga.
¿La razón? Sucede que la reconocida historiadora y archivista es madre de Horacio Poppe Inch, candidato opositor a la Alcaldía de Sucre, que estaría poniendo en aprietos las ambiciones del MAS para las elecciones municipales de diciembre.
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Ante el riesgo de derrota en la capital constitucional, el régimen no habría tenido mejor idea que tomar represalias con Inch, con la probable intención de forzar el retiro de la candidatura del joven postulante.
Maniobra que al parecer podría convertirse en un verdadero boomerang electoral para el oficialismo, en vista de la ola de indignación levantada en Sucre por el asalto al Archivo y Biblioteca Nacional, así como por la canallada del golpe bajo familiar.
Sin duda, la preocupación puesta por el gobierno respecto a los comicios municipales capitalinos muestra su importancia estratégica, aún no calibrada lo suficiente por la oposición.
Respecto al ABNB, se teme que ahora se transforme en un nuevo botín político para el partido oficial, sobre todo teniendo en cuenta que en la Fundación del Banco Central de Bolivia fungen como delegados del Ejecutivo figuras obsecuentes como Oscar Vega, del grupo Comuna, y Néstor Taboada Terán, autor del libro “Tierra mártir: el socialismo de David Toro a Evo Morales”.
¿Cómo no recordar ante este atropello el sufrido, en otros tiempos y latitudes, por Jorge Luis Borges, destituido de su cargo de bibliotecario por un régimen igualmente autoritario, que intentó humillarlo designándolo “inspector de aves de corral”?
También hay quienes recuerdan que, durante el primer periodo de gobierno de Evo Morales, el ex ministro de educación Félix Patzi propuso quemar todos los documentos de la época de la colonia, alegando que “sólo sirven para que los colonialistas reconstruyan la historia”.
Por lo pronto, la repulsa al abuso está movilizando a los intelectuales de todo el país, incluyendo a la Sociedad Boliviana de Historia, que advierten sobre la politización que sufriría la institución de concretarse el copamiento…