En cualquier parte del mundo, un Presupuesto General del Estado (PGE) que otorgue casi el 50% de los fondos públicos a las fuerzas militares y policiales, mientras que al mismo tiempo destina apenas el 2,2% a educación, sería tildado de absurdo y retrógrado.
Esa es precisamente la realidad del Presupuesto presentado por el gobierno de Evo Morales y que acaba de ser aprobado en grande por la Cámara de Diputados.
El Ministerio de Defensa devora el 25,5% del Presupuesto, mientras que el Ministerio de Gobierno absorbe 23,1%, totalizando entre ambos casi la mitad del PGE.
Incluso el Ministerio de Economía y Finanzas (autor de este despropósito) recibe más que la cartera de Educación: 2,6%.
La situación del Ministerio de Salud y Deportes también es sacrificada: apenas el 6,8% del Presupuesto.
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¿Con estas cifras se atreve el régimen cocalero a calificarse como “progresista”?
Otra de las bellezas del Presupuesto 2012 es el recorte de fondos a los distintos niveles autónomos (gobernaciones, municipios, universidades y fondo indígena), que recibirán 165 millones de Bs. menos que en el 2011.
Por si esto fuera poco, el PGE incluye un aumento del endeudamiento de 500 a 800 millones de dólares, bajo la figura de los “bonos soberanos”.
Y aunque el ministro Arce haga malabares de contabilidad creativa para afirmar que habrá un superávit del 1%, lo cierto es que se prevé un déficit para el Tesoro General de la Nación del 4,8%.
El PGE también es un monumento a la irrealidad, proyectando un aumento en los ingresos de operación en las fallidas empresas estatales, y planteando un crecimiento de la inversión pública a 3.252,5 millones de dólares. Aumento ficticio este último, teniendo en cuenta que la ejecución presupuestaria del 2011 es de apenas el 44%, por lo que las cifras previstas para inversión no pasan del papel.
Una última perla es el preocupante incremento del 20% en los gastos corrientes, que pasan de 69.453 millones de Bs. en el 2011 a 83.610 millones de Bs. en el 2012, reflejando la fuerte tendencia burocrática del evismo…