El presidente acaba de convocar a las Fuerzas Armadas a “defender el proceso de cambio” de “agentes externos a la patria”. Por tales entiende Morales, por ejemplo, a los “grupos” que “marchan para que no haya camino” y a los que “se oponen a la planta separadora de líquidos”.
Las declaraciones presidenciales son la enésima confirmación de la mentalidad antidemocrática del mandatario, de la cual ya había dado sobradas muestras anteriormente.
Lo cierto es que el discurso de identificar a los críticos o insumisos con “agentes antipatria” es tal vez la piedra de toque más vieja y certera para reconocer a los totalitarismos en ciernes, sean de izquierda o derecha.
Dictaduras marxistas y fascistas, despotismos militares y caudillismos de toda laya han usado el expediente de estigmatizar a los opositores como “traidores a la patria” para perseguirlos y acallarlos.
Véase, sin ir más lejos, la frecuente descalificación de la tiranía castrista a los disidentes como “mercenarios del imperio”.
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Las palabras de Evo Morales tienen el agravante de ir dirigidas a las Fuerzas Armadas, incitándolas a asumir un rol político-ideológico incompatible con su neutralidad institucional.
¿Estamos ante otro síntoma de la existencia del Pacto Cocalero-Militar del que hemos hablado en varios momentos?
La tentación totalitaria (para usar la expresión del genial Jean-François Revel) está cada vez más presente en el régimen cocalero, con una lógica perversa donde el Estado es absorbido por el gobierno, éste por el partido y el partido por el caudillo.
Al final de la cadena, Evo puede decir: “El Estado soy yo” y marcar con una estrella como traidores a quienes osen cuestionarlo…