El fantasma de Villarroel

evo029 Entre las tantas “evadas” del discurso presidencial de este domingo, el primer mandatario incluyó una nueva fantasía conspirativa, esta vez dirigida contra los indígenas que marcharon en defensa del TIPNIS.

Según Morales, los marchistas estuvieron a punto de lincharlo de forma similar a como sucediera con el dictador Gualberto Villarroel en 1946, quien acabó colgando de un farol en la plaza Murillo.

Evo afirmó que los indígenas “estaban gritando Villarroel, Villarroel”, declaración que fue inmediatamente desmentida por el dirigente de la CIDOB, Fernando Vargas, quien le pidió no mentir y tener más respeto para los nativos amazónicos.



“El presidente vive una crisis mental. Todo el tiempo piensa que lo quieren derrocar. La marcha sólo buscó el respeto a nuestro territorio, a nuestra casa. Nosotros no nos opusimos al desarrollo ni a la carretera, lo único que queremos es que no pase por medio del TIPNIS”, dijo Vargas.

Lo cierto es que Evo Morales llegó al poder denunciando conspiraciones en su contra y ha mantenido esa práctica durante sus seis años de gobierno.

A veces, los “conspiradores” fueron los autonomistas del oriente y el sur de Bolivia, a los que trató de estigmatizar como “separatistas”, “magnicidas” y “terroristas” por medio del caso Rozsa.

En otra ocasión, la “conspiración” fue achacada a la legación diplomática norteamericana, provocando la expulsión del embajador Phillip Goldberg.

Últimamente, parece haberles tocado el turno a los indígenas, los periodistas y las oenegés.

En el fondo, Morales no distingue entre conspiración, oposición o disidencia, identificando cualquier crítica con un intento de derrocamiento.

Fenómeno que se ha repetido a lo largo de la historia con los gobernantes de inclinación antidemocrática o autoritaria, que no conciben la posibilidad del disenso y caen en una lectura distorsionada de la realidad, poblada por sus propios fantasmas…

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