Analistas políticos hablan de la estrategia gubernamental. El presidente Evo Morales comenzó a tender puentes a sectores de la oposición y a otros que no responden a la línea oficialista.
El Presidente busca recuperar su popularidad, según analistas
DATO. El año 2011, el MAS afrontó varios conflictos sociales como los efectos del gasolinazo, la marcha por el TIPNIS y la derrota electoral en las elecciones judiciales.
El presidente Evo Morales durante la reunión con partidos. ABI
Página Siete / La Paz – 18/01/2012
El presidente Evo Morales comenzó a tender puentes a sectores de la oposición y a otros que no responden a la línea oficialista. Analistas políticos consideran que el Jefe de Estado busca revertir el desgaste de su imagen como consecuencia de los conflictos sociales que le cercaron en 2011.
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En junio de 2011, el vicepresidente Álvaro García Linera calificaba de “tonta y salvaje” a la oposición en un programa de televisión, mientras el ex ministro de Gobierno Sacha Llorenti caracterizaba a las fuerzas opositoras de “trogloditas”, por las críticas que realizaron diputados a la designación del entonces comandante policial Ciro Farfán.
Siete meses después, el Órgano Ejecutivo convocó a los partidos políticos a una cumbre para “escuchar” las propuestas de estas fuerzas en la construcción de una agenda de prioridades y que se sumaría a las conclusiones de la Cumbre Social o Encuentro Plurinacional, a la que también fueron invitadas organizaciones sociales no afines al MAS, como la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB).
Como consecuencia de ese diálogo se conformó un Consejo Político Permanente, que será una instancia de consulta del Gobierno con partidos para definir algunas temáticas, aunque su rol no está definido claramente.
La socióloga María Teresa Zegada considera que esta “estrategia política” es “positiva”. “Creo que la idea es construir de manera compartida este proceso, no podemos ver sino con buenos ojos esta señal del Gobierno de abrirse a otros sectores”.
¿Qué llevó a esta apertura del Ejecutivo? Zegada dice que “esto es una consecuencia directa de lo sucedido en 2011 en el país porque fue un año de desgaste para el Gobierno”.
Morales comenzó la pasada gestión con los resabios del gasolinazo, que provocó una escalada de precios de los alimentos y pedidos de aumento salarial por encima de la oferta gubernamental, lo que a su vez generó la ruptura con la Central Obrera Boliviana (COB), que hasta ese momento se había mantenido leal al Jefe de Estado.
La marcha en defensa del TIPNIS marcó otro golpe político en contra del Presidente, considerado paladín de la defensa de los derechos de la Madre Tierra y de los derechos indígenas, quien descalificó la movilización, la vinculó con ONG, líderes de la oposición, la embajada de EEUU y de buscar su derrocamiento.
En septiembre, la Policía reprimió violentamente a los marchistas en el sector de Chaparina, cometiendo abusos y se investigan denuncias de tratos inhumanos, pero la intervención fracasó como otras estrategias ensayadas por el Ejecutivo, aunque éste hasta ahora intenta deslindar cualquier responsabilidad de este atropello a sus otrora aliados políticos.
El Jefe de Estado, que en enero de 2010 registraba un respaldo del 70%, según la encuesta de IPSOS, en diciembre de 2011 su popularidad estaba en picada: 35%. Para esta época, Morales había enfrentado otra “derrota electoral”, para sectores opositores, o por lo menos perdió una apuesta: elecciones judiciales.
El Mandatario vaticinó, como en otros procesos electorales donde él terciaba, que el voto válido a favor de los magistrados sería del 70% y se lo atribuyó como una victoria pues –según dijo- no conoce derrota, pero los resultados dieron cuenta de los votos nulos y blancos llegaron al 60% frente al 40% de los válidos.
Ahora tiene al frente dos marchas que avanzan hacia la sede del Gobierno. La marcha de los indígenas del Conisur que demanda anular la ley corta que protege el TIPNIS y la movilización de los discapacitados que pide un bono de 3.000 bolivianos.