George Clooney: «Ya no tengo que demostrar nada»

Acaba de ganar el Globo de Oro al mejor actor por su trabajo en Los descendientes y, a juzgar por la enorme cantidad de reconocimientos que viene recibiendo por la película que marca el regreso de Alexander Payne después de ocho años, todo parece indicar que volverá a estar entre los cinco que se disputarán el Oscar. Pero ya los galardones son secundarios para este hombre que a los 50 años lo ha logrado absolutamente todo.

Si bien participa de buena gana en la carrera por los premios, George Clooney parece más interesado en aprovechar al máximo el poder que le da ser una de las estrellas más taquilleras y respetadas de la industria. No sólo acepta desafíos como actor, como ha hecho en Gravity, la película de Alfonso Cuarón que se estrenará a finales de este año, sino que brilla cada vez más como guionista y director, algo que ha vuelto a demostrar en Los idus de marzo, su cuarta incursión como director y que, sin fecha de estreno en España, le ha dejado otra buena cantidad de premios.

Usted estuvo casado. ¿De qué manera conectó con lo que le pasa a este hombre cuando descubre que su mujer le ha engañado?



Muchas veces la gente se preocupa por si los actores pueden identificarse con lo que les pasa a sus personajes, pero como profesionales nuestro trabajo es identificarnos con el personaje que interpretamos y conectarnos con sus emociones, y aunque se trate de algo que uno no conozca tan bien por su experiencia personal, tiene que poder entender las emociones del personaje.

«Yo me puse en situación con total conciencia de que contaba con un excelente guión y un director muy inteligente, y no tuve ningún problema en conectarme con las complicaciones con que este hombre ha de lidiar. Puedo identificarme con muchas de las cosas por las que pasa, pero mi trabajo es hacer lo que el guión me pide, y no preocuparme por si lo que estoy representando refleja en cierta medida mi vida personal o no. Sé perfectamente que uno no tiene que inyectarse heroína para interpretar a un adicto, y sé que nuestra labor como actores es poder representar lo que les ha ocurrido a otras personas tanto como lo que ha ocurrido en nuestra vida.

¿Disfruta de los papeles que vienen con la madurez?

Por supuesto, aunque envejecer en pantalla no es precisamente lo más fácil del mundo. Paul Newman fue probablemente el que mejor lo hizo, porque a los 55 años se dio cuenta de que era mejor que empezara a buscar otro tipo de personajes, individuos que tenían defectos, como el que interpretó en Veredicto final. Por eso me pareció queLos descendientes era una buena oportunidad para hablar sobre los miedos, sobre las pérdidas, y entendí que Payne era el mejor director para hacerlo. Los personajes que he hecho en el pasado han tenido que luchar contra una fuerza externa, pero siempre han sido más inteligentes que los demás. En Los descendientes mis hijas son más inteligentes que yo, lo cual es muy divertido de interpretar, porque el personaje se ve obligado a crecer. Eso lo disfruté mucho en esta película, porque pude volver a descubrir cómo actúa una persona que no está segura de sí misma. Y no me refiero en la vida; me refiero a interpretar a un personaje que es inseguro y que resulte creíble. En Los descendientes aparezco corriendo en chancletas y todos los demás son los que tienen la última palabra. Se me ve de una manera totalmente opuesta al resto de las películas en las que he trabajado hasta ahora.

¿No le da miedo salirse del estilo de personajes que sabe que le dan bien?

No. Yo siempre cuento al respecto una anécdota de mi tía Rosemary. Una vez le pregunté, cuando ella era ya mayor, por qué cantaba mejor entonces que cuando era más joven. Me respondió que a esa edad sentía que ya no tenía que demostrarle nada a nadie. En mi caso, también siento que no tengo que demostrar nada. Ya he superado esa etapa. Ahora puedo darme el gusto de explorar otros territorios, y si me sale mal, pues no pasa nada. Es una buena manera de seguir descubriendo qué es lo que realmente me interesa.

En cuanto a su faceta como director, ¿le gusta innovar como método de trabajo?

Parte de mi vida consiste en probar y probar. Unas veces me ha salido bien y otras he fallado miserablemente. Pero lo cierto es que siempre me interesa probar. El problema es que no tengo fortaleza para llevar bien el fracaso. Por ejemplo, Steven Soderbergh es capaz de hacer cosas que fracasan estrepitosamente y no le molesta que la gente le critique. Siempre dice que ha hecho lo que ha querido y que está orgulloso del trabajo, aunque todo el mundo le odie. En cambio, yo, si me sale mal una película, lo único que quiero es esconderme tras una roca. Por eso lucho tanto para que las cosas me salgan bien. Y mientras estoy filmando no puedo dormir por las noches. Cuando estoy dirigiendo tengo la sensación de que soy un joven y que mi padre me ha prestado las llaves de su coche y puede quitármelas en cualquier momento, por lo tanto, quiero conducir todo lo posible antes de que ocurra eso.

Ha cumplido hace poco 50 años. ¿De qué está más orgulloso a estas alturas de su vida?

Como artista, he tenido la suerte de participar en filmes que van a durar un poco más que el fin de semana de su estreno. También he trabajado en películas que no tuvieron suerte en la taquilla, como Un romance muy peligroso y Tres reyes, pero que la gente sigue viendo. Profesionalmente, estoy muy orgulloso de haber hecho algunas películas que nadie quería hacer.

«Pero he rodado también un buen número de bodrios. Y al principio de mi carrera me equivoqué bastante. Tuve mucha suerte, porque cometí esos errores cuando nadie me prestaba atención. Participé en series como The facts of life y también estuve en otros programas en los que hice un trabajo espantoso, pero por suerte nadie se enteró. O sea, que pude aprender de esos errores. De todos modos, creo que de lo que estoy más orgulloso es de haber podido emplear toda la atención que el mundo me presta para que la gente se entere de lo que está pasando en otras partes del mundo, particularmente en el sur de Sudán. Sus habitantes tenían problemas para que se oyera su voz, y yo estoy muy orgulloso de haber podido derivar parte de la atención que recibo hacia su causa.

Fuente: www.lavanguardia.com