Y ahora, ¿quién podrá ayudarme?

Elio Pedraza Vargas

elio-pedraza Es lo que parece pedir a gritos uno de los mejores alcalde de nuestra ciudad, no negaremos jamás la gran cantidad de kilómetros de cemento desparramado sobre las calles que nos permiten llegar a nuestro destino tan rápido que no nos damos cuenta. Calles que en días de lluvia se convierten en lagunas, que si no fuera que se sabe que hay pavimento nadie pasaría por esa zona.

Lamentable que con el transcurrir de los años, la personalidad del alcalde Percy Fernández haya sufrido un trastorno explosivo caracterizado por la inestabilidad del ánimo, con tendencia intemperada de ira, odio, violencia o afecto.



Y tal como lo ha venido demostrando en los últimos días -por cierto, de manera más frecuente- este trastorno explosivo de la personalidad le impulsa a agredir por medio de las palabras y si lo dejaran, por medio de la violencia física.

Los arrebatos de este trastorno no pueden ser controlados con facilidad, ya lo demostró el otro día cuando sus guardaespaldas, sus oficiales y todos los presentes, lo introducían a un vehículo para que no se vaya a las manos con los periodistas o cuanto vecino se le apareciera por delante.

Pero ¿realmente él es el culpable de su accionar? Y si observamos bien las diferentes imágenes que nos muestran los medios de comunicación, podremos mirar, la cantidad de sus seguidores bien sentados espectadores de la agarrada de nalgas. Así la victima lo niegue o diga que lo ve como a un padre. Está en su derecho.

Y de quienes se le acercan al oído para cuchichear como aprobando lo bien que insulta a los periodistas, a los medios en su conjunto o como quien se cree que tiene 25 años para ofrecer puñete por encima de sus desesperados guardias, que intentaban hacerle bajar la mano desafiante como si se tratara de Karate Kid.

Así está la vida en solitario de nuestro alcalde, alejado del pueblo a pesar que por el votarían una y mil veces y todo porque no se ha tocado a fondo el serio problema de la salud, los mercados, la basura, el drenaje y por supuesto el entierro o la industrialización de los desechos del pueblo cruceño.

Qué lamentable que mujeres -no hay que comprenderlas, dice una canción- que buscan cómo llevar el sustento a sus casas justifiquen el accionar de un alcalde que cada vez le hace más daño al cruceño, porque el cruceño es atrevido pero no liso, es lleno de dichos pero no insulta, es tolerante no agresivo, es respetuoso no arrogante, es conquistador no abusivo. Al menos así es el hombre de esta tierra y hoy estamos quedando como lo que en realidad no somos.

Pero la sanción moral -ya le vendrán otras- que le caerá al alcalde, debe también alcanzar a algunos de sus oficiales que están fomentando la actitud del señor Percy Fernández, con sus poses de alegría nada disimulada por lo que escupe la primera autoridad edil de la ciudad.

Y ante tremendo vendaval que le toca capear, en sus sobresalidos ojos de desesperación, pareciera gritar: y ahora, ¿quién podrá ayudarme? Porque desde ya alcalde sus cercanos servidores lo están hundiendo.

Porque está demostrando por su accionar señor alcalde que usted está rodeado de gente que le miente y aprovecha de su senil estado para atrapar las benevolencias de la comuna cruceña.