Siempre amable y honesta. Así se mostró Ejti Stih, la mujer que llegó como mochilera a Bolivia y ahora es una de las artistas más respetadas del país. Contestó a las consultas de los lectores del diario EL DEBER y abrió su corazón, sin dudarlo.
Con el también artista Juan Bustillos, la pintora esloveno-boliviana creó el espacio de arte Manzana 1 en el corazón de Santa Cruz de la Sierra y consiguió darle prestigio a este lugar.
Ella, Ejti Stih, fue nuestra invitada de honor, y aquí publicamos la tertulia. Disfrutala.
– ¿Para decir que uno es artista es necesario tener un título universitario? (Savina Guzmán)
– No, para nada. Solo que si tenés la posibilidad de estudiar podés sumergirte en los temas artísticos mucho más rápido, por el contrario, tendrás que abrirte el camino solo. Tener un criterio acerca de lo que se trata esta profesión es, sin duda, más fácil con los estudios.
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– Si no fueras pintora, ¿qué serías? (Carlos Rosas)
– No tengo idea. Creo que no tengo ningún otro talento. No sé cantar, ni tocar instrumentos. Para bailar soy de palo, para profesora no tengo suficiente paciencia, para doctora me dan miedo las inyecciones, para abogada tengo muchas dudas sobre la verdad y para matemática soy retardada mental. Creo que no tengo ninguna otra posibilidad.
– Ahora que la Manzana 1 sigue siendo de los artistas, ¿cuál es el siguiente paso? (Danna Méndez)
– El siguiente paso es esperar que el Congreso de Bolivia apruebe que nos quedemos en el edificio, porque es el dueño del predio por una ley propuesta por los parlamentarios cruceños y la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos. Si nos dan ese permiso, la lucha va a ser la misma como antes, trabajar como voluntaria con Juan Bustillos y conseguir dinero para que la galería siga mostrando exposiciones.
– Después del accionar de algunas personas, ¿estás decepcionada de cómo se manejan las cosas en Bolivia? (Fátima Flores)
– No sé a quién te referís. Para mí fue grande la sorpresa cuando varias personas se pronunciaron en las redes sociales en defensa de la Manzana 1 y muchos llegaron hasta la plaza (24 de Septiembre) para hacer escuchar su deseo: de que el espacio no se cierre.
No estoy decepcionada con Bolivia, para nada. Me parece que hay mucho por hacer y si se insiste y se tiene fe se podrán realizar las cosas.
– Cuando no pintás, ¿a qué te dedicás? (Gloria Torrico)
– A la Manzana 1. La pregunta sería: en los últimos siete años, cuando no estás en la ‘manzana’, ¿a qué te dedicás?
– ¿Te gusta vestir a la moda? ¿Qué opinás de ella? (Francisco Ortiz)
– No me visto a la moda, porque soy muy lerda y anticuada para seguirla. Pero la moda me parece un tema alucinante, donde puede reinar la creatividad e ideas, que nos hacen sentir mejor como individuos. Que Dios bendiga a los que quitaron los corsés a las mujeres y propusieron que se pongan los pantalones.
– ¿Dónde más querés llegar como artista? (Estela Rodríguez)
– A Bolivia llegué de mochilera y sola, tenía 24 años. Pedí visa para Bolivia en San Francisco y recuerdo que había un afiche de una cholita con dos llamas subiendo un cerro. Eso era más o menos la idea que tenía de Bolivia. Llegué al aeropuerto El Trompillo porque Viru Viru no existía en 1982, sin hablar ni una palabra de castellano. Era Carnaval y mi primera salida fue al desfile de reinas en el Club Social. No entendía nada.
¿Por qué me quedé? Porque me sentía en un país como de esos de Discovery Chanel, donde hay un gringo que agarra las víboras y los cocodrilos, donde hay loros en lugar de los gorriones, donde te plantabas en el barro cinco kilómetros fuera de Cotoca o cruzabas el Río Grande en balsa. Donde la gente se juntaba al anochecer en la plaza y pasaba el tiempo charlando junto al loco Velasco, porque se fueron los ‘milicos’ y llegó la democracia, se acabó el toque de queda y llegaron los vientos de libertad.
Porque conocí a ‘Lucho’, al melenudo que amo hasta hoy. Y con él no solo conocí el amor de mi vida, me gané la mejor suegra del mundo.
– También estuviste sumergida en el teatro, ¿por qué lo dejaste? ¿Cuál es tu obra preferida? ¿Cuál es tu película favorita? ¿Y tu actor o actriz de cine favorito? (Sebastián Carreño)
– En el teatro hacía trajes y escenografías. Trabajé años con Casateatro. Ahora el grupo trabaja en una sala pequeña en el Museo de Historia, y combate la falta de presupuesto con ganas de hacer teatro, las cuales no han disminuido.
No sé cuál es mi obra preferida, quizás la que hicimos con Matías Marchiori, en la Aecid, por recuerdos a él, pero con René Hohenstein hice tantas, así que sería injusto mencionar algunas en particular.
Hay tantas películas buenas, quizás Los fantasmas de Goya, porque me gusta el director Milos Forman y Javier Bardem.
– ¿Pensás jubilarte? ¿Cómo querés que te recuerden? (Juan Carlos Velásquez)
– Ojalá no me tenga que jubilar, seguiré molestando hasta que la salud me lo permita. ¿De que me recuerden? Nunca me pregunté, como buena gente supongo. Igual estaré en el otro lado del río, así que creo que me da igual.
– ¿Escuchás música cuando pintás? ¿Cuál? ¿Bailás? ¿Qué ritmo? (Omar Morales)
– Generalmente no, porque me pone en un estado de ánimo dependiendo de la música. La música es el mejor arte por su idioma universal y su inmediatez. La música no es para dar sonido de fondo o a los aeropuertos, eso es faltar el respeto.
– ¿Qué opinás de los programas de farándula? (Isabel Portales)
– No miro mucho. Veo las noticias y las películas que no tienen interrupción. Acerca de los programas de farándula, no puedo opinar mucho porque no los sigo, pero tengo la impresión de que hay algunos que no tienen el respeto a la privacidad de la gente. Y con la TV, es como dijo Valcárcel, los programas no están por sí mismos, sino por la propaganda que pasan en el medio.
Fuente: www.eldeber.com.bo