Susana Seleme Antelo
El Censo Nacional de Población y Vivienda 2012, a realizarse el 21 de noviembre, contabilizará la respuesta ‘mestizo’, pero no será parte de los resultados oficiales y solo quedará como “una anécdota”.
Así afirmó el director del Instituto Nacional de Estadística (INE), Ricardo Laruta, en entrevista a radio Erbol. “Se va a saber cuántos han respondido ‘mestizo’, va a haber una cifra. Pero en el momento de procesar la pregunta, ya no se la va a tomar en cuenta, porque la pregunta N.° 29 está orientada a que se contabilice la cantidad de pueblos originarios o afrodescendientes. Será un número que se lo va a contabilizar, digamos como anecdótico”.
En otras palabras, las y los mestizos en Bolivia somos una anécdota, es decir, el “relato breve de un suceso curioso o divertido. Suceso irrelevante o sin importancia”, tal como el Diccionario de la Real Academia Española define la palabra anécdota. Sus sinónimos son “chiste, cuento, historieta, intriga, chascarilla, inciso, cortado, separado, suelto, dividido”.
Para que se enteren los compatriotas originarios, afrodescendientes y el resto del mundo, mestizas y mestizos en Bolivia somos una anécdota irrelevante y sin importancia, según el Gobierno del presidente Evo Morales.
Cuando los operadores del censo le pregunten si usted pertenece a una de las 40 naciones originario-indígenas ahí consignadas, si es mestizo, la respuesta debe ser “otro”, como reza una casilla de la boleta, en este acápite. Y entonces, deberá vigilar que se escriba al lado y con bolígrafo –no con lápiz– la palabra mestizo (a), como constancia de que la mayoría de la población boliviana es mestiza de carne y hueso, y no resultado de una historieta de plurificciones o de una intriga de zombis disidentes, lacayos del imperialismo.
Incapaces de convivir con la diversidad étnico-cultural que nos define como nación síntesis de múltiples determinaciones, Morales y conmilitones cometieron un atentado político, étnico y ético al haber discriminado a la sociedad mestiza en este censo. Hasta hoy lo han manipulado para seguir vendiendo el ‘cuento’ –chino o cínico, impostor siempre– de que este es un país de mayoría indígena.
Que los hay muchos y de diferente procedencia étnica, es una verdad histórica. Sin embargo, esa condición, que podría ser positiva en términos de interculturalidad, el oficialismo la convierte en manipulación política excluyente. El objetivo es someter a la población boliviana al expansionismo de la nación y cultura aimara que, sin ser mayoritaria como sus vecinos quechuas, también andinos, sí son muchos más que los indígenas de tierras bajas.
Bajo el expansionismo aimara, promovido por el ‘vice’ y el canciller David Choquehuanca, discriminan a los indígenas del oriente, que no tienen ascendencia aimara ni colla, sino arawak, pueblo que dominaba las Antillas, tres mil años antes de nuestra era. Desde el Caribe bajaron a las costas de Brasil, se internaron en el Amazonas y poblaron toda la región, hasta los piedemonte andino.
Este censo es, además, un atentado en términos de clases sociales, pues la gran mayoría mestiza pertenece a la clase media, media-alta, media-media o media-baja, como especifican algunas nomenclaturas. Esta viene a ser una más de las tantas incongruencias del Estado plurificciones de Morales y compañía: se vanaglorian de que en su Gobierno hay un millón de nuevos ‘clasemedieros’ y no reconocen que esa nueva clase media, como las anteriores, es de origen mestizo.